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Habilidades Sociales como herramienta para una Inclusión Educativa


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2013  •  Ensayos  •  1.717 Palabras (7 Páginas)  •  390 Visitas

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1. Habilidades Sociales como herramienta para una Inclusión Educativa: Una reflexión crítica.

En el documento se reflexiona sobre la capacidad de aplicar programas de habilidades sociales como herramientas para favorecer la educación inclusiva.

Lo que se quiere conseguir con estos programas en la educación inclusiva es mejorar las habilidades de relación con los demás como deber y como fin en sí mismo; sin embargo, se consigue todo lo contrario, es decir, se aprende a tratar a los demás como un medio para conseguir los objetivos individuales sean cuales sean, y por tanto, se consigue un comportamiento muy habilidoso pero también antisocial.

Uno de los autores con más éxito que define la asertividad es Smith y su lista de “derechos asertivos” en la que se plasman los derechos de cualquier persona en su relación con los demás. Dichas listas son muy utilizadas en los programas de Habilidades Sociales y Asertividad y estas intervenciones se articulan en torno a tres estilos de comunicación: agresivo, pasivo o inhibido y asertivo, caracterizados por su grado de respeto a los derechos (asertivos de Smith) de los demás y a la defensa de los propios.

Según el documento, lo preferible es tener una comunicación asertiva, ya que supuestamente se consiguen mejor los objetivos, es “más útil”, se respetan los derechos del otro, se sienten bien consigo mismo, tienen confianza en sí mismo, eligen por sí mismo, etc. Por tanto, no ser asertivo equivale a carecer de las suficientes herramientas para enfrentarse a la vida. Y por ello, una persona que no sea asertiva, o pisa los derechos de los demás o es pisado.

Aun así, ser asertivo o habilidoso es hacer lo que se considera más apropiado para uno mismo guardando las formas, es decir, sin agredir ni ser agredido; algo que es contradictorio, ya que se fomenta el individualismo para mejorar la adaptación al medio social.

Por último, y entre otras cosas, se indica que, si esta educación quiere lograr sus objetivos, ha de reformular las propuestas de intervención de los programas de habilidades sociales o, al menos, complementarlas con otras herramientas educativas y enfoques, ya que, los programas de intervención de Habilidades Sociales basados en los Derechos Asertivos de Smith, presentan una fundamentación teórica prácticamente nula en la que se entremezclan elementos muy diversos sin una articulación coherente, como son: derechos del consumidor, imposición de objetivos individualistas, racionalización de beneficios…

En cuanto a la comparación con el tema estudiado en clase, he observado que existe cierta relación del documento con el tema 1 en cuanto al origen y desarrollo de las habilidades sociales, las diferentes definiciones de los distintos autores sobre habilidades sociales, sus características e importancia.

Para comenzar, en cuanto al origen y desarrollo del concepto de habilidades sociales, decir que, la disciplina de origen del concepto es la Psicología clínica, dentro de la cual se ha dado una serie de evoluciones de diferentes términos hasta llegar al de “habilidades sociales”.

El estudio y desarrollo del término, presenta tres posibles fuentes, dos americanas y una anglosajona. Fue Wolpe el que, inspirado por las ideas de Saltes, empezó a usar el término de conducta asertiva, lo que pasó a ser sinónimo de Habilidad Social a partir de los años 70. Wolpe definía la conducta asertiva como la expresión de sentimientos de amistad y cariño, así como otros más negativos, como la ansiedad. Por otro lado, fueron Alberti y Emmons en 1978, los que dedicaron el primer libro sobre la asertividad “Esta en su perfecto derecho”. Y Godstein (1976) fue el que realizó investigaciones sobre el entrenamiento de dichas habilidades. Posteriormente, se empezó a utilizar el término como concepción clínica y terapéutica, entre los que destacan Zizgler y Philliph (1960) que propusieron cambiarla por “competencia social”, Lazarus (1971) que la llamaba “efectividad personal”, Liberman (1975) “competencia personal”, etc. En la fuente anglosajona, decidieron aplicarlo al ámbito hombre-hombre y destacan Arglye y Weldford.

Aunque ninguno de ellos prosperó, a mediados de los años 70 el término de “habilidades sociales” empezó a tomar fuerza como sustituto del de “conducta asertiva”. Hay que decir que durante bastante tiempo se utilizaron de forma intercambiable y hoy día se sigue haciendo con frecuencia aunque prevalece más el término de “habilidades sociales”.

Por otro lado, en cuanto al concepto de habilidad social, tanto el documento como el tema coinciden en que a la hora de definir qué es una conducta socialmente habilidosa ha habido grandes problemas ya que se han dado numerosas definiciones no habiéndose llegado todavía a un acuerdo explícito. Algunas de ellas son, según el documento, no puede haber un “criterio” absoluto de habilidad social, sin embargo, todos podemos conocer qué son las habilidades sociales de forma intuitiva (Trower, 1984); es imposible desarrollar una definición consistente de competencia social, puesto que depende del contexto cambiante (Caballo, 1991). Cuando hablamos de habilidades sociales decimos que la persona es capaz de ejecutar una conducta de intercambio con resultados favorables, entiéndase favorable como contrario de destrucción o aniquilación (Martínez y Sanz, 2011).

Ambos nombran a Phillips (1978), desde una orientación intencionalista, define Habilidad Social como “la medida en que una persona puede comunicarse con otros de una manera que asegure los propios derechos, requerimientos, satisfacciones u obligaciones, en un grado razonable, sin afectar a los derechos similares de las otras

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