Historia De Las Cosas
vipers.ven24 de Enero de 2013
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Vivimos en la sociedad del consumo. Los medios de comunicación, la publicidad y el marketing nos animan a consumir.
Hace poco vimos un documental sobre los impactos del consumo, desde que vemos esa vaya publicitaria cuando vamos a trabajar en el coche, hasta el anuncio en la televisión nocturna. El número de impactos es enorme, estamos rodeados, nos bombardean.
Las empresas con el objetivo de aumentar sus ventas, utilizan la publicidad para avivar el fuego del consumo cada vez más. Se buscan nuevas formulas para vender más, cuando se agotan las actuales. Se pasa de publicitar las bondades del producto, a usar la psicología en los anuncios y decirnos como de buenos, guapos y admirados seremos si compramos tal o cual producto.
Nos crean necesidades que no tenemos o hacen que nos decantemos por una marca mucho más cara, porque tiene una serie de connotaciones sociales que nos han hecho ver con su publicidad. Animados por esto, nos lanzamos a consumir, a comprar tal y cual producto que hemos visto en alguna publicidad y que hará que seamos más felices.
¿Cual es el resultado de esto? ¿Mayor calidad de vida? Aparentemente puede parecer que si, ya que disponemos de DVD, equipos de música, lavadora, lavavajillas, etc. Pero yo personalmente pienso que el efecto es el contrario. Una familia necesita muchos más ingresos para girar al mismo ritmo que nos marca el consumo y la publicidad.
Se necesita que trabajen ambos miembros del matrimonio, los hijos los cuidan y educan manos extrañas, lo mismo ocurre con los familiares mayores o enfermos. Las comidas familiares, donde se reunían los padres y los hijos se terminaron. Hay que hacer unos cuantos kilómetros para trabajar. Aumentan las dolencias por stress y ansiedad, etc.
Sinceramente parecemos más ricos de lo que lo fueron nuestros mayores, pero creo que somos bastante más pobres.
Hemos llegado a un punto en el que, muy lejos de utilizar el mercado como un elemento favorecedor del progreso y de la igualdad social, de la lucha por erradicar la pobreza, el capital, los beneficios, la riqueza…han conseguido aumentar más esas diferencias, cambiando valores como los de igualdad y justicia por otros en los que prima la ambición por poseer, por consumir, por tener cada vez más cosas materiales que nos diferencien de los demás, con los que compitamos con los demás y marquen nuestra diferencia con ellos: valores como la competitividad, el consumo… El consumo, y las enormes diferencias en la posibilidad de acceso a él, han dividido la sociedad en clases y sectores radicalmente opuestos en cuanto a riqueza y poder adquisitivo, en cuanto a acceso a bienes y servicios, y con ello, a los que denominamos calidad de vida. El dicho “se favorecen unos pocos a costa de muchos”, encaja totalmente en esta reflexión.
La pérdida del control por nuestra parte ha permitido, además, que este sistema llegue a influir en ambientes inocentes y aún más importantes para nosotros y nuestra historia: la naturaleza y la cultura. Dañando y desgastando la primera, y convirtiendo a la segunda en un actor más de la función, el consumismo ha tomado totalmente el mando de las relaciones humanas y todo lo que ellas conllevan. Nos guste o no, lo reconozcamos o no, vivimos en una sociedad dominada en su totalidad por el consumo.
Llegados a este punto, es muy difícil, por no decir imposible, ver una solución clara y rápida para mejorar este estado de cosas. Sin embargo, eso no quiere decir que lo que debamos hacer sea desviar la mirada hacia otro sitio y seguir formando parte del juego. El primer paso para avanzar hacia una salida, y con ello conseguir una sociedad más justa, es concienciarnos de lo que pasa, y no tener miedo de expresar nuestra opinión al respecto
La inteligencia, la cultura…. esos
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