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Investigacion En Educacion


Enviado por   •  11 de Junio de 2015  •  837 Palabras (4 Páginas)  •  117 Visitas

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Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo

Por agomoso el 20 de Octubre 2010 8:00 AM

Estaba echándole cabeza al tema (la actividad número tres en el baño, saben a lo que me refiero) y llegué a la conclusión de que estoy enfermo. Quiero curarme. No soporto más esta obsesión por las buenas curvas, los culos y las tetas.

No vengan a decir que soy un ordinario. Para información del público, el diccionario de la Real Academia de la Lengua define "culo" como el "conjunto de las dos nalgas". La palabra "teta" está explicada en el mismo libro como "cada uno de los órganos glandulosos y salientes que los mamíferos tienen en número par y sirven en las hembras para la secreción de la leche".

Está bien; si quieren me pongo fino. Para mí es inevitable ver nalgas (en conjunto) y órganos glandulosos (en pares). Mis ojos desobedecen mi fuerza de voluntad y, el 99 por ciento de las veces, desvío mi mirada hacia esos grupitos que van de dos en dos. Son como un imán que atrae mis córneas cuando van delante de mí en las escaleras eléctricas de un centro comercial, en la fila de un banco o pasando por la registradora del Transmilenio.

Una mujer escotada, hablándome de frente, es todo un desafío. Siento que la cara me tiembla del esfuerzo sobrehumano que hago para no bajar la vista. El reto requiere de una concentración descomunal.

Muchas veces prefiero entrar en meditación profunda y evito escuchar a mi voluptuosa interlocutora para prestarle atención única y exclusivamente al Pepe Grillo que hay en mi cabeza: "Mantén la vista al frente Andrés, no desfallezcas, son sólo un par de glándulas, como las de cualquier otra niña..., carnosas, redondas... ¡Te digo que no mires! Uff, estuvo cerca... hiciste bien, concéntrate... uy, está saludando a alguien a lo lejos. Por unos segundos ella no te observa. ¡Mira ya! ¡Aprovecha estúpido!".

Mi problema es que Pepe Grillo no puede sólo contra los tres diablos que habitan en mi cabeza. Mientras uno de ellos agarra por la espalda al bien intencionado insecto verde, el otro lo golpea para que no hable y el tercero es el que queda libre para sugerirme cochinadas al oído.

Sé que mi conciencia intenta decirme cosas en medio de la golpiza que sufre. A lo lejos, con las costillas rotas y la boca lacerada, me grita que no desee a la mujer del prójimo, ni a la de mi hermano, ni a las de mis primos, ni a las de mis amigos. Pero no le entiendo; no le alcanzo a oír. Sólo puedo escuchar a ese tercer diablo diciéndome: "Deséalas a todas". Y le hago caso.

Hemos sido injustos con la enfermedad de Kennedy, Tiger Woods y Róbinson Díaz

No me jacto del tema. Al contrario,

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