LA EXCLUCION SOCIAL EN LA ESCUELA
rutcolinas7 de Enero de 2014
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LA EXCLUSIÓN SOCIAL EN LA ESCUELA
RUT COLINAS MARTÍNEZ
Máster Servicios Públicos y Políticas Sociales
Salamanca, 2011
1. LA ESCUELA
La escuela constituye el medio formal de distribución de las posiciones laborales, y, al final, sociales. Si la analizamos desde el punto de vista de la SOCIEDAD, es una agencia de asignación de poder “humano”. En la sociedad norteamericana hay una estrecha relación entre el nivel del status y el académico (Parsons, 1971). Las consecuencias de ello, es que hay una diferenciación de igualdad de oportunidades y por lo tanto, son convertidas en desigualdades sociales puesto que las personas de las clases populares, no tienen acceso a los mismos recursos (ej: prestigiosos collages) y por lo tanto, dos niños de la misma edad de diferente status social, no tienen un punto de partida equitativo, siendo beneficiario el que más tiene. Si lo analizamos desde un punto de vista FUNCIONAL, el salón de clases puede estudiarse como agencia socializadora. Esto quiere decir que se trata de una agencia en la cual se entrenan las personalidades individuales para que se adecúen motivacional y técnicamente al desempeño de sus roles de adulto (Parsons, 1971).
La enseñanza no sólo es una forma de distribuir trabajos y posiciones futuras sino también inculca a los individuos valores, entre ellos están el de ciudadanía. Este valor está destinado a aprender a convivir, enseña habilidades para la participación social, ect.
Además, la mayor parte de las legislaciones han impulsado las actitudes democráticas claves en las organizaciones escolares, ya sean las pasivas (tolerancia), como las activas (participación y solidaridad). Para que se puedan implementar con éxito estos planes, es importante formar al profesorado en estos valores, ya que hasta ahora este aspecto se ha descuidado. Elliot (1991), diferencia dos tipos de profesorado en función de la manera en la que desarrollan su trabajo. Por un lado nos encontraríamos a los que el autor denomina los profesionales liberales clásicos. Estos serían todos aquellos que consideran la participación de otros actores en la educación, como los padres, como una “injerencia que desafía su autoridad profesional”, y por lo tanto ellos son considerados como profesionales autoritarios y expertos infalibles. Las características que los definen son:
- Esperan que los alumnos le dejen la identificación del problema por su conocimiento y sabiduría.
- Comunicación unidireccional, es decir, le dice y prescribe mientras que el alumno escucha y obedece.
- No hay reciprocidad en la comunicación debido a que el experto no se refiere al desarrollo de una visión holística de la situación.
En los últimos años se está tratando de cambiar las actitudes que el profesorado tiene sobre su profesión y se está centrando este cambio en la formación y en el cambio de valores que deben configurar la profesión docente, los cuales se están intentando cambiar durante la formación universitaria. Se trataría, por lo tanto, de formar a profesores en modelos alternativos al liberal profesional (Elliot, 1991), el cual se basa en que:
- Los profesores sean más reflexivos, basándose en el servicio al público y en la moral, alejándose del materialismo.
- Colaboran con los alumnos y padres en la identificación, aclaración y resolución de problemas.
- Utilizan la comunicación y empatía como un medio de comprender las situaciones desde el punto de vista del alumno o padres.
- Se basan en la comprensión holística de situaciones como la base para la práctica profesional, en lugar de entenderlos exclusivamente en términos de conjunto de categorías de especialistas.
- Son auto-reflexivos, superando los estereotipos y juicios.
1.1 La eterna lucha contra la exclusión de la enseñanza
Además de los profesores, la administración también debe de intervenir porque el fracaso escolar dirige a formas claras de exclusión social. Según el informe "Magisterio"(2008), el 31,2% de los jóvenes entre 18 y 24 años no terminó la Secundaria superior, dato relevante puesto que treinta y un jóvenes de cada cien, quedarán excluidos de ciertos beneficios.
Se puede hablar de dos formas claras de exclusión: la desigualdad de acceso y la desigualdad de éxito, las cuales hablaremos de ellas a continuación.
a. Desigualdad de acceso.
Se refiere a la exclusión del sistema educativo formal. Durante muchas décadas de la historia, solo han tenido acceso a la educación aquellas personas de clase pudientes pero hasta hace relativamente poco, se ha ido legislando el derecho a la educación. Prueba de ello es que la promulgación de la Constitución Española de 1978, en su artículo 27, establece que los poderes públicos deben garantizar el derecho de todos a la educación (derecho subjetivo) y por lo tanto la enseñanza básica será obligatoria y gratuita. La teoría del capital humano defiende este hecho puesto que considera que invertir en educación, independientemente de que sea un derecho o igualdad de oportunidades, es rentable puesto que incrementará la renta nacional y por lo tanto será un impulso económico. Sin embargo, hay posiciones ideológicas conservadoras que defienden la desigualdad de acceso porque consideran que la escolarización universal producirá una pérdida en la calidad de la educación. Algunos de los profesores encargados de desarrollar la LOGSE, están a favor del argumento expuesto arriba puesto que la masificación de los alumnos conlleva que sea complicado mantener el orden en las clases, a la vez que motivar a los alumnos. Sin embargo, estos profesores deben de ser más reflexivos y darse cuenta de la importancia que tendrá para los alumnos a los que imparten clase la implicación que ellos tengan para alcanzar el éxito. No obstante, si no se dota a los profesores de herramientas suficientes, no es posible conseguir esto y hoy por hoy, los profesores no tienen los recursos necesarios para desarrollar su trabajo satisfactoriamente.
En cuanto a la enseñanza universitaria, al no formar parte de la escolarización obligatoria, no es accesible para todos y por lo tanto, hay muchas personas que se quedan excluidos de ello. No obstante, actualmente dota a las clases populares de becas para que la clase social no sea un impedimento para poder cursar estudios postobligatorios.
Amando de Miguel, basándose en la desigualdad de acceso a la Universidad española en función del origen social dio los siguientes datos: “Los profesionales liberales que sólo representan un 2 por 100 de la población activa suponen el 40 por 100 de los padres de los estudiantes universitarios y, en cambio, sólo el 7 por 100 de ellos son obreros, cuando éstos representan el 55 por 100 de la población total. En conjunto, los obreros y los campesinos están muy por debajo de lo que sería el nivel teórico de igualdad de oportunidades en el acceso a la enseñanza superior”.
En un estudio realizado por Fernández Enguita, se observa que las oportunidades de acceso a los estudios superiores eran, para las profesiones liberales, 50 veces superiores a las que tenían los obreros no cualificados, en 1970. Diez años más tarde, la desigualdad de oportunidades ha disminuido 30 puntos pero, aun así, la diferencia es muy grande (Gil, F. 1994).
Sin embargo, pese a que se tengan las mismas oportunidades educativas, no se van a tener las mismas oportunidades sociales (Fernández Enguita). Los modelos teóricos de Boudon y los análisis empíricos de Thurow consideran que la mayor igualdad de oportunidades escolares viene acompañada de una polarización en la distribución de la renta, tanto en términos absolutos con en relación a los años de educación. Esto es debido a que los factores de desigualdad fuera de la escuela son mucho más fuertes y resistentes que dentro de ella.
En un estudio realizado por Boudon (1983), se establece que según los individuos con un mismo nivel educativo tienen una mayor probabilidad de obtener una mayor posición social alta si su origen social es también alto. El 70% de los individuos que alcanzan estudios superiores reciben posiciones sociales del tipo más alto. Cada 100 estudiantes de clase social baja sólo dos lograrán pasar a la clase social alta a pesar de que, como mínimo, los 100 posean el certificado de escolaridad y 40 el graduado escolar. Por lo tanto, este autor considera que no hay razón para esperar que el considerable aumento de la demanda educativa que se está produciendo en las sociedades industriales vaya unido al aumento de la movilidad social, aunque vaya acompañado, como de hecho ocurre, de una reducción de la desigualdad de oportunidades educativas.
Todos los modelos educativos deberían ser comprensivos. La finalidad de este modelo es que no se produzcan opciones diferentes a edades tempranas y de esta forma reducir las desigualdades sociales. Finlandia, el país con mejores resultados educativos según OCDE, se basa en este modelo, obteniendo por lo tanto muy poca desigualdad. España también se sitúa en los primeros puestos en cuanto a menor distancia entre clases. Sin embargo, si los países optan por modelos segregados, harán una separación por clases sociales y a edades muy tempranas, haciendo que aumente la desigualdad de acceso y de éxito de las clases bajas. Entre los países con mayor diferencia por origen social de los alumnos se encuentran Alemania y Suiza. (Carabaña, 2002).
b. Desigualdad de éxito
La desigualdad de acceso no puede desligarse de la desigualdad de éxito puesto que hace referencia a un mismo proceso.
Los
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