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LA HUERTA: TRADICIÓN DE TRABAJO Y DE DERECHO


Enviado por   •  24 de Agosto de 2016  •  Resúmenes  •  1.287 Palabras (6 Páginas)  •  199 Visitas

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LA HUERTA: TRADICIÓN DE TRABAJO Y DE DERECHO

Una visión en conjunto.

Si bien es cierto que imaginarnos actualmente viviendo una huerta, sin las maravillas del internet, electricidad, aires acondicionados y telefonía móvil nos da pánico; también es cierto que para las personas en su época fue un área de mucho trabajo y esparcimiento.

Estas huertas no venían solas, estaban acompañadas siempre de un camino de rio o riachuelo que mantenía su tierra siempre húmedas, su pasto verde, y las frutas y vegetales frescos, con una calidad indiscutible, a su vez, la huerta estaba acompañada de algunas o varias hectáreas donde su espacio se aprovechaba para diversas actividades, como la ganadería, la siembra y cultivo de maíz, miel, ordeña de vacas y recolecta temprana de huevos criollos, todo esto estaba rodeado de un ambiente familiar fuerte, pues estos campos eran pasados de generación en generación, los roles de la familia estaban bien definidos, todos se necesitaban, las mujeres tempraneaban a buscar los huevos con los que darían una entrada adicional de dinero que podían gastar sin dar explicaciones, los hombres araban la tierra, y se encargaban de los peces y cultivos principales, los hijos varones se disponían a aprender de las actividades de su padre, alejándose de las malas costumbres y peleas, las hijas aprendían de sus madres y colaboraban con el huerto. La vestimenta nunca fue un problema, tenían libertad, pues nunca fue reprochado, las riquezas que generaba la huerta eran suficientes para poder vivir, la miel se vendía a buen precio, la leche se vendía completa por escasez en verano, cerdos y gallinas prosperaban con el buen cuidado y con sobras de otros productos el ganado podía mantener su alimentación sana.

Todo esto valía la pena porque el esfuerzo era inmensurable, las horas invertidas, los trabajos a pleno sol de verano de enero a abril, los distintos horarios de trabajo para cultivar mejor ciertos alimentos desde muy temprano hasta altas horas de la noche, los viajes al pueblo para vender sus productos, que aunque producían dinero eran viajes largos y cansados, y a todo esto se le sumaba la limpieza de todo, los animales, establos, senderos y demás. Todo tenía un costo que aunque hoy en día se viese complicado de realizar, en su momento fue un gran trabajo, con un gran esfuerzo, y con grandes lazos familiares y de amistades.

Preparativos y mudanza.

La huerta se plantaba cada verano, no era solo un sitio, los varones de la casa iban primero a construir y preparar una segunda casa, la cual estaba cerca de la huerta para servir como refugio, horno, protección del trapiche; era una casa modesta, con dos habitaciones y no tan necesarias, pues las noches se pasaban al aire libre en hamacas.

Luego de las festividades y con la segunda casa realizada venía la mudanza donde todo era llevado por una carreta jalada por bueyes que hacían lo que podían con el peso colocado, no solo personas, sino mobiliario para equipar y acondicionar la casa, la cual irían a limpiar y adecuar ocasionalmente los hijos, algunos incluso no podían entrar a la carreta y les tocaba ir a pie.

La molienda.

Inicia inmediatamente al día después de la mudanza, cuando hablamos de molienda no hacemos mención o referencia al café, sino a la caña, la cual era cortada por los varones mayores mientras que los menores recogían sus hojas, se cargaba el horno y se alistaban los caballos molenderos, para después cenar y hacer algún juego o contar cuentos. A primera hora salían con los caballos, para no dormirse se entretenían con salomas al ritmo de los sonidos del lugar y el galope del caballo. Al finalizar la molienda, el cocinero empezaba su labor, antes debía bañarse pues el calor de la cocina no lo dejaría tocar agua después.

En la cocina se producía la miel en diferentes envases dependiendo la ocasión y para quien era la venta, era un proceso lento de casi 4 horas, la cual se podía hacer dos veces al día, tanto en la cocina como en la molienda. La jornada concluía con unos haciendo la limpieza de los utensilios y el trapiche mientras que otros acarreaban leña y caña desde el cañaveral, los únicos días de descanso serían los domingos y días festivos. Esta elaboración manual pasó a ser muy rudimentaria con la industrialización, a tal punto de casi extinguirse en Panamá.

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