LA MASCARA DE LA HUMANIZACIÓN DEL TRABAJO Y LA RECIPROCIDAD ALTRUISTA DE LA ÉTICA

LA MASCARA DE LA HUMANIZACIÓN DEL TRABAJO Y LA RECIPROCIDAD ALTRUISTA DE LA ÉTICA

El individualismo ha concebido que cada ser se centre tanto en sí mismo, que la moral solidarista (Lipovetsky, 1994, pág. 179) desapareció por completo de la era postmodernista. El ideal superior de la sociedad es la competitividad, acerba ideología que destruye la concepción del trabajo como deber colectivo. Con lo anterior, se ha dado paso a una nueva era de valores materialistas, causantes del detrimento de la dignidad humana, pues lo único que aquí importa es el dinero.

Desde la mirada ética, el trabajo debe ser una obligación moral hacia la sociedad, pero no viene al caso nombrar aquí la “ética”, cuando por efecto de la globalización, el afán de competitividad y el ansia de poder, le han dado un carácter de racionalidad meramente instrumental, ya no cabe definir la ética como “estudio racional de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir” (Singer, 1995, pág. 1), porque ahora impera el negocio ético (Lipovetsky, 1994), enmascarado en lo que se conoce hoy como “responsabilidad social empresarial”. Así pues, la ética es utilizada a nivel empresarial como fin lucrativo por ser una de las campañas publicitarias que más vende, conducida a la vez por el hiperindividualismo, que en conjunto generan una cultura centralizada en la salud, la naturaleza y la calidad de vida en general. Lo anterior causa que el interés general de la sociedad gire entorno al “altruismo etico”, promovido por las grandes firmas, ya que presumen la “preocupación” por el bienestar social, el cuidado del medio ambiente y los necesitados, cuando en realidad no es así, el único propósito de éstas es el incremento de la imagen de su marca y el crecimiento en el largo plazo. De esta manera, se evidencia el progresivo impulso del mecenazgo: a la calidad total de los productos se añade ahora la excelencia social de la empresa mecenas (Lipovetsky, 1994, pág. 263). La clave del éxito empresarial pende ahora de cuanta nobleza se muestre ante los medios de comunicación.

No cabe duda que la publicidad ha tomado un nuevo giro, ahora la tendencia es hacia lo moral: “la benevolencia y los valores morales ha entrado en el registro publicitario en el mismo nivel que el sexo y el humor” (Lipovetsky, 1994, pág. 266). De ello radica que la etica que antes dignificaba ahora solo nutre el marketing empresarial, convirtiéndose en un instrumento de la gestion de marca (Lipovetsky, 1994, pág. 261) de las grandes compañias. Lo que antes se considieraba como una “catastrofe”, ahora se atenua mediante la estrategia etica y logra pasar desapercibida.

Tal es el caso de la crisis financiera de Estados Unidos en el 2008, que ha sido ”la catastrofe economica” mas grande de todos los tiempos. Una de las causas principales de esta crisis fue la presión que ejercía, y ejerce todavía, la industria financiera sobre los procesos políticos para eludir las regulaciones de su campo de acción.Tanto es el poder que ejerce esta industria que compro la “ética y moral” de los reguladores financieros, políticos y catedráticos, encargados de brindar seguridad a los ciudadanos con respecto al boom de ese momento: el crédito subprime. Debido a las irregularidades de clasificación de este producto financiero, los inversionistas se confiaron en que estas inversiones eran seguras, pero todo era una pantalla de humo para esconder “la gran estafa del siglo”, porque al final de cuenta: “Los ingenieros financieros construyen sueños, cuando esos sueños se convierten en pesadillas, les toca pagar a otros” (Ferguson, 2010), y esos otros resultaron ser los ciudadanos que nada tuvieron que ver con este desastre. Lo más decepcionante de todo este episodio es la impunidad en el que quedo enmarcado, pues todos los empresarios, políticos y profesores

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