La Denaturalizacion Del Juego
Dahy19868 de Noviembre de 2013
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“Hacia la desnaturalización del juego”
UNIDAD N° 2: “La infancia y el juego”
Índice:
Presentación del trabajo realizado…………………………………………… pág. 3
Desarrollo………………………………………………………………………. pág. 4
Conclusión grupal……………………………………………………………… pág. 12
Bibliografía……………………………………………………………………… pág. 14
Introducción:
Después de haber leído los materiales aportados por la docente, nos propusimos integrar los mismos en el siguiente informe. Con el objetivo de poder lograr desnaturalizar la actividad lúdica y de este modo darle la relevancia que el mismo exige al momento de contribuir en el buen desarrollo infantil.
Cualquier soporte teórico que un lector decida abordar coincidirá en lo insoslayable que resulta para un ser humano poder conservar durante toda su vida la capacidad de jugar.
Por ello, nos parece imprescindible que en el siguiente trabajo puedan encontrarse todos aquellos aspectos que avalan dicha afirmación.
Desarrollo:
El juego es un “bien cultural” que trasciende tiempos históricos y edades. Nació con los primeros hombres y fue un aporte imprescindible para la especie humana.
Desde tiempos remotos, el hombre se ha servido del juego para afrontar lo impredecible de la vida humana. Algunos juegos se llevaban a cabo en determinados momentos del año con el fin de influir sobre las condiciones del clima, del que en buena medida dependían las posibilidades de supervivencia; también se jugaba para asegurar una buena cosecha, la fertilidad de las mujeres o el agrado o clemencia de los dioses.
La necesidad de brindar interpretaciones acerca de los fenómenos de la naturaleza llevó al surgimiento de algunos rituales que, con el paso del tiempo, fueron transmitiéndose de generación en generación y llegaron a transformarse en juegos. En este sentido, es importante concebir el mismo no sólo como una actividad de recreación, de entretenimiento o distracción por parte del niño, sino más bien desnaturalizar aquello socialmente compartido y reconocer que éste es constitutivo de lo humano, portador de un sentido, el de inscribir ni más ni menos que la subjetividad de un ser humano. Siendo esto la base de la futura personalidad. Por medio del juego el niño se construye, se humaniza, se organiza, se apropia de la cultura en la que vive y estructura su inteligencia, de forma tal que arma su aparato psíquico. El juego constituye una de las bases fundamentales para la construcción de la inteligencia, del conocimiento y la apropiación de la realidad, debido a que en él interviene el niño en su totalidad: en lo afectivo, lo cognitivo, lo social y lo motor.
Considerando que el juego es una construcción socio-histórica podemos afirmar que las concepciones en torno al mismo y la importancia que se le atribuye a la actividad lúdica fueron evolucionando y lo sigue haciendo en la actualidad.
Desde el nacimiento el niño se convierte en un receptor activo constituyéndose así, como un ser social. Y el juego es el primer acto creativo del ser humano. Comienza cuando el niño es bebé a través del vínculo que se establece entre la realidad exterior, las fantasías y las necesidades donde los deseos que se van adquiriendo se aprenden con gusto.
A medida que crecen juegan de manera diferente, es decir, hay una evolución de estos actos creativos en el desarrollo infantil. Esta evolución puede describirse teniendo en cuenta los estadios evolutivos establecidos por Piaget en relación con la aparición de los principales tipos de juego a lo largo de su vida.
En los dos primeros años de vida es posible hablar del juego funcional o de ejercicio que se ubica en el estadio sensorio-motor, el cual consiste en repetir una y otra vez una acción por el puro placer de obtener el resultado inmediato. Al principio las mismas son involuntarias y automáticas ante cualquier estimulo. Para luego pasar a la conducta llamada reacción circular primaria, ya que al ser realizada la acción produce un resultado tan placentero que motiva al niño a repetirlo. Luego, la conducta, que pasa a interesarle es sobre el entorno físico y social, reacción circular secundaria logrando manipular objetos y mejorando la coordinación de sus movimientos.
A medida que hay una mayor comprensión de la realidad empieza a realizar acciones para conseguir un fin, dando lugar al juego caracterizado por lo instrumental. Más adelante las acciones que realiza pasan a ser representadas mentalmente antes de actuar, lo cual abre las puertas al juego simbólico, situado en el estadio pre operacional el cual abarca entre los 2 y 6 años de vida. Este se caracteriza por la simulación de situaciones, objetos y personajes no presentes en el momento del juego. Pasando desde el uso funcional de los objetos y su uso adecuado a la imitación de escenas vividas cotidianamente.
Para que el juego simbólico pueda llevarse a cabo es necesario la existencia de los argumentos, los cuales se dividen en tres categorías: argumentos que son versiones de experiencias, es decir, de la realidad social; argumentos de ficción, menos ligados a la realidad de los niños y argumentos inventados.
En este juego la relación con los otros tiene ciertas particularidades ya que negociar el juego con un niño de la misma edad no es tarea fácil, necesitan ponerse de acuerdo en el argumento y en la toma de decisiones. Las relaciones que se establecen entre los niños cuando juegan siguen el siguiente proceso: al principio realiza un juego individual (antes de los dos años), después, un juego paralelo (si bien juegan con otros no hay relación entre ellos, entre los 2 y 4 años) y, finalmente, el juego compartido donde entre todos organizan el juego (a partir de 4 años).
Este juego simbólico da lugar a la aparición de las reglas ya que los argumentos así lo requieren, podemos hablar de ellas en el estadio de las operaciones concretas a pesar de que el uso de ellas aparece mucho antes de que el niño llegue a este estadio. A partir del uso de las primeras reglas los niños pueden empezar a realizar juegos reglados con o sin la participación del adulto. De todas formas, existen diferencias entre el juego de reglas entre los más pequeños y los mayores, ya que los pequeños juegan sin considerar las acciones de los demás y los mayores lo hacen para alcanzar una meta teniendo en cuenta la acción del otro.
Las reglas, a partir de los 6 años, tienen carácter de obligatoriedad y verdad absoluta, y es a partir de los 11 o 12 años que toman conciencia de que las mismas se basan en la formulación explicita de acuerdos.
Simultáneamente, a los demás tipos de juego va apareciendo el llamado juego de construcción, el cual aparece alrededor del primer año de vida y va evolucionando a lo largo de los años.
Primero apilan un objeto encima de otro y las construcciones son individuales, después construyen para hacer una forma simbólica las cuales pueden ser colectivas tanto en plano horizontal como en plano vertical.
Es así que esta evolución de lo individual a lo colectivo se da de la siguiente manera:
1 año: juguetes apilables (realizan torres).
18 meses: puzles de encaje.
24 meses: alinear objetos.
3 años: intenta representar la realidad.
4 años: construcciones con cualquier material.
6 años: materiales comercializados complejos. (legos)
Dada las representaciones simbólicas que implica el juego, es posible comprender no sólo su trascendencia a lo largo del tiempo y el espacio, sino también su importancia en la época actual. En este sentido, ayuda a transitar la complejidad de la vida humana, permite elaborar temores y angustias, enfrentar a través de la fantasía aquello que en la realidad parece ser imposible de afrontar; también brinda la posibilidad de aprender “las reglas de juego de la sociedad”.
Por ello es necesario tener en cuenta las funciones esenciales que caracterizan al juego y dejar de concebirlo como aquello que los niños “hacen por hacer”:
Descubrir. El juego promueve la posibilidad de explorar y descubrir el mundo externo e interno.
Relacionar a unos con otros. El juego ayuda a conocer, establecer acuerdos, compartir y “negociar” con otros, también favorece la aceptación del punto de vista ajeno.
Equilibrar el cuerpo con el alma. El juego es una actividad natural que contribuye al equilibrio al equilibrio corporal y afectivo.
Transmitir valores, bienes y productos culturales. La actividad lúdica ayuda a que el niño aprenda las pautas culturales de su entorno y que, a la vez, asimile fenómenos de la realidad natural y social.
Evadir saludablemente la realidad. El juego favorece la construcción y la diferenciación de dos mundos: realidad
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