La Educación Ambiental Y Sus Modelos Didácticos

Los conflictos escolares son una de las preocupaciones más frecuentes que se dan en el ambiente educativo tanto para docentes, tutores, orientadores, padres de familia en las instituciones formadoras e integradoras del conocimiento. La práctica de los valores de convivencia social y el mantenimiento del orden en nuestras aulas resultan actividades a las que se dedica a diario un gran énfasis sin que se consigan, en muchos casos, los resultados esperados para desarrollar los aprendizajes esperados, y las actitudes positivas que se deben poner en marcha.

Los factores que nos dan una explicación más detallada sobre la aparición de situaciones conflictivas en el aula que podemos considerar son las siguientes: pérdida de autoridad, desvalorización de la comunidad, influencia negativa de los medios de comunicación, desintegración familiar, planeación deficiente de las actividades docentes y los grupos con una matrícula numerosa, además del poco interés de los educandos para recibir las clases, entre otros. Por ello se puede considerar como amplio el aspecto del ejercicio educativo y las causas que se dan en cada espacio para obtener diferentes resultados.

Un término importante de aclarar desde el comienzo es que conflicto y violencia no son lo mismo, pues la violencia siempre va acompañada de nuevos conflictos, pero el conflicto no siempre requiere situaciones de violencia.

Los conflictos más usuales en las aulas, según nuestra experiencia, son de relación entre el alumnado y el profesorado, de rendimiento, de poder, la apatía y los grupos preestablecidos que tienen afinidad y tienen cierto temor a abrir nuevas posibilidades para trabajar con sus otros compañeros del salón de clases.

El profesor es quien debe tener las competencias necesarias para orientar los comportamientos de los alumnos en su gestión de cada conflicto. Éstos generan conductas delictivas, pero en su mayor parte son confrontación de ideas, creencias y valores, opiniones, estilos de vida, modelos de comportamiento, etc. derivadas de la sociedad en la que nuestros alumnos se desarrollan.

En ocasiones somos los docentes o los propios padres los que hablamos de los jóvenes y alumnos conflictivos en términos peyorativos sin llegar a analizar las causas que han propiciado la aparición de los conflictos. Así, una visión sobrante del problema lleva a hacer menos el problema sin profundizar realmente en las causas que lo generaron y más aún en las medidas necesarias para erradicarlo

La sociedad misma es la discrimina, segrega y provoca la aparición de alumnos marginados que encuentran en los conflictos una forma de comportamiento inaceptable y que es preciso atajar de raíz para lograr encaminarlos al bien.

Es por ello que si el trabajo en equipo no está bien formalizado puede también provocar algunos problemas como el individualismo, que predominen los objetivos personales sobre los del equipo, que se generen los conflictos interpersonales y la falta de interés sobre los temas que se abordan en la sesión.

El paradigma y la creencia de que la sociedad es la única responsable de la aparición de episodios conflictivos como la violencia o la indisciplina también influye en la aparición de una conciencia del grupo de que no se puede hacer prácticamente nada para evitarlos. Es importante resaltar que el conflicto escolar y los sucesos violentos, requieren un estudio de las causas y factores que los originan para combatirlos y/o prevenirlos de forma adecuada sin perjudicar la integridad moral de cada uno de los partícipes del proceso enseñanza-aprendizaje.

La represión o la práctica disciplinar pueden generar odio y agravar aún más los problemas que arrastran los educandos a lo largo de la jornada educativa y todavía generar un bloqueo para atender a los trabajos individuales o colectivos.

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