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La Mujer Paraguaya


Enviado por   •  1 de Octubre de 2014  •  2.391 Palabras (10 Páginas)  •  175 Visitas

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APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA CULTURA PARAGUAYA

El GOBIERNO DE FRANCISCO SOLANO LOPEZ.

LA GUERRA GRANDE

Fallecido Don Carlos en 1862, le sucede Francisco Solano López, nombrado el 16 de octubre de ese mismo año.

Esta época se caracteriza entre otras cosas al comienzo por el incremento y brillo de la vida social, que sin abandonar los tradicionales hábitos de las visitas, de los saraos familiares y tertulias, adoptó modalidades más amplias de esparcimiento y de frecuentación, en las reuniones que muchas veces se efectuaban por invitación del Presidente, o miembros de su familia, e inclusive de Elisa Lynch, indudable árbitro de la elegancia en esos años. Es innegable que el espíritu del nuevo mandatario era mucho más mundano y abierto a la frecuentación social y a las convenciones que su progenitor. Marcaron época las tenidas en el Club Nacional, los bailes de disfraz y en general las fiestas que señalaban fechas nacionales o personales, como las de los cumpleaños presidenciales o los aniversarios de su asunción al mando. Las familias asuncenas, imitando el ejemplo de la del Presidente, hacían traer sus trajes y tocados de Buenos Aires: aprendían el francés, bailaban los bailes de moda. En las fiestas organizadas por Elisa Lynch se hacía derroche de lujo y de gusto. Para la organización de ciertos festejos oficiales se pedía la colaboración de artistas de la época, como el propio Ravizza, autor de numerosos decorados y construcciones de carácter efímero para tales ocasiones conmemorativas; tal el templete que en una oportunidad erigió y que adquirió las dimensiones de un verdadero monumento en el cual el arquitecto del Oratorio desplegó saber arquitectónico y fantasía alegórica.

Este brillante paisaje social, al cual ayudaba el lento pero efectivo desenvolvimiento comercial, tenía sin embargo como fondo el ominoso nubarrón del conflicto internacional que debía desembocar en la guerra, poquísimos años más tarde. La apertura hacia la participación democrática en el gobierno que parece haber sido el objetivo a distancia de Don Carlos, experimenta en su sucesor un viraje que aleja las perspectivas. Cuáles hubiesen sido las consecuencias de este proceso, que podemos imaginarlo, porque la situación de guerra vino a imponerse, centrando las energías nacionales en univoca dirección.

No tenemos noticia de que bajo el nuevo gobierno se hayan fundado nuevas instituciones de enseñanza media o superior; en cuanto a la primaria, sólo sabemos que aumentaron las clases particulares y aulas privadas respondiendo a las crecientes exigencias sociales y prurito de cultura en las casas elevadas y en aquellas que lentamente iban ascendiendo a niveles superiores.

Las instituciones docentes fundadas durante el gobierno de Don Carlos siguieron funcionando, menos el Aula de Filosofía, que había desaparecido con Bermejo.

Francisco Solano López siguió, sin embargo, prestando atención a la instrucción preparatoria de elites profesionales y técnicas que había merecido ya tanta preocupación de parte de Don Carlos. Es cierto que hizo regresar antes del plazo fijado a los becarios de previas promociones, por motivos de orden político a lo que parece; pero durante su gobierno viajaron al exterior otros treinta becarios. De éstos, sólo tres fueron a estudiar Derecho; la mayor parte de ellos fueron a estudiar artes mecánicas y seis viajaron con el propósito de ingresar en la famosa Escuela Militar de Saint Cyr, objetivo que sólo consiguió uno. Como es lógico, el comienzo de la guerra de la Triple Alianza supuso el término de las becas y el regreso de esos jóvenes; pero no existen noticias de si ese regreso se efectuó o no, y hasta ahora la suerte de esos becarios es un misterio.

Durante la guerra se abrieron en forma precaria algunas escuelitas o clases privadas, principalmente de niñas, como la que, al quedar disuelta la compañía de Azcona, abrió la señora del actor Isidoro Codina. Se trataba de actividades de emergencia. Esas personas se encontraban sin recursos y procuraban ganarse la vida en la manera más compatible con sus habilidades.

IMPRENTA Y PRENSA

Desde antes del fallecimiento de Don Carlos, la influencia organizadora de Francisco Solano López venía haciéndose sentir en más de un aspecto. Uno de ellos fue la Imprenta Nacional, a cuya organización y actualización dispensó mucho interés el futuro presidente. Fue Francisco Solano López quien dispuso mejorar el local y la instalación de la imprenta como ya se dijo en el capitulo anterior, poniéndola en condiciones de recibir no sólo la maquinaria de que entonces disponía, si no otra cualquiera que posteriormente pudiera añadírsele. El decidido propósito de Francisco Solano López de dar a la prensa, como instrumento de gobierno, las oportunas y necesarias proporciones, se adivina en su esfuerzo. Una muestra del nivel alcanzado por esa imprenta la dan, primero, la publicación de La Aurora, en los últimos tiempos de Don Carlos y, más tarde y ya durante la guerra, la publicación de El Centinela, donde al lado de los grabados en madera, debidos a los grabadores paraguayos Benítez y Colunga, encontramos algunas litografías sobre diseños de Alejandro Ravizza.

Si en los primeros años del gobierno de Solano López la prensa nacional sigue limitada a El Semanario, es durante la contienda cuando tiene sabroso y singular brote el periodismo nacional, en los diversos semanarios satíricos aparecidos de 1866 a 1868. Fue el primero de éstos, El Centinela, ya nombrado, surgido en la capital como un apéndice de El Semanario, y en el cual se pueden apreciar los primeros grabados en madera, así como las primeras litografías sobre diseños de inspiración local. Un misterio rodea el origen del grabado de guerra paraguayo, en lo que respecta a los inspiradores y maestros. Muchas son las hipótesis viables: no sería la más aventurada la que señalase como inspirador a Julián Aquino (grabador él también). Aquino había viajado a Montevideo en años anteriores y había podido quizá tomar allí, o en Buenos Aires, contacto práctico con estas modalidades en el curso de su misión (Aquino fue director de la Imprenta Nacional).

A El Centinela siguió Cabichuí, editado en el Campamento de Paso Pucú; y luego Cacique Lambaré y La Estrella, que apareció ya sin grabados.

Esta aparición del grabado en madera, después de una oscuración de prácticamente

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