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La Obediencia


Enviado por   •  10 de Junio de 2013  •  1.392 Palabras (6 Páginas)  •  581 Visitas

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La acción de obedecer es aquella en la que se acatan normas, órdenes, reglas y comportamientos. Es preciso enseñar al niño a ser obediente. Esto no quiere decir que sea una obediencia ciega, siempre se le debe explicar el porqué es necesario que haga las cosas que se le pidan. Cuéntale el siguiente cuento.

“La cotorrita desobediente”

El sol aparecía en el cielo como un gran aro calentándolo todo, daba los buenos días a los animales y a las plantas que vivían contentos y felices allá lejos, donde están la laguna y el pantano.

-“Buenos días, querido sol!”-, contestaban a coro todos los animales al ver el sol cruzar el firmamento: la tortolita con un viraje de sus ojos, la mariposa abriendo y cerrando sus alas, el pato entrando una y otra vez en el agua, el conejito escondiéndose temeroso tras los espesos árboles.

Todos ellos iban y venían en su diario quehacer, menos la cotorrita Tita, que no le hacía caso a nadie, ni a su mamá cotorra, ella quería solo hacer lo que le venía en gana.

Un día en que el cielo estaba encapotado con grandes nubarrones, y a punto de caer una torrencial lluvia, Tita muy adornada con sus plumas rojas y verdes, un gran collar en su cuello y en una de sus alas un brillante bolso, se disponía a salir.

Al verla así su mamá le preguntó: -“¿A dónde vas Tita? No puedes salir sin pedirme permiso, yo siempre tengo que saber dónde estas, porque eres pequeña aún y corres peligro en el monte. Además, mira al cielo, va a caer un gran aguacero y si te mojas te vas a resfriar”-.

-“Yo no me voy a enfermar, mamá porque yo soy una cotorrita muy fuerte y saludable. Además son ideas tuyas, no va a caer una sola gota de lluvia, verás como el viento se la lleva.”-

Al cabo de un rato, Tita, en el menor descuido de su madre, partió sin hacerle caso.

Cada vez que Tita salía a pasear tan bonita, todos los animales decían “¡Qué cotorrita más linda y graciosa!” y Tita siempre respondía entornando sus ojos y virando su cola verde oscura y verde clara con un acento de gracia.

Y tanto le gustaban esos halagos que no dejaba de hacer estos paseos todos los días, quisiera o no su mamá.

Aquel día se le acercó la mariposa. Batiendo sus alas, le dijo:

-“El día está nublado y lloverá seguramente, yo te aconsejo que no salgas.”-

Tita le contestó: - “eso mismo dice mi mamá, pero yo no lo creo”- y echó a andar.

No había caminado mucho y al pasar por la laguna el pato sacó la cabeza y le dijo: -“Cuac, cuac, Señorita cotorra. Si llueve y crece la laguna no podrás cruzar cuando regreses de tu paseo.”-

-”Pero qué pato más atrevido”- contestó malhumorada Tita, -“Mira que decirme a mi que no podré cruzar. ¿Quién le habrá dado autorización para decirme esto?-

El pato contestó: -“Pues vete. Allá tú si no quieres hacerme caso.”-

Pero Tita, sin contestar nada, giró su cabeza y siguió caminando.

Luego, detrás de un árbol salió el conejito que, asustado, le dijo:- “¿Cómo te atreves a salir con un día así? ¿No ves que va a caer una gran tormenta y no vas a poder regresar a tu casa?”-

Tita contestó:- “¡No quiero mas recomendaciones! ¡Yo hago lo que quiero y no tengo que hacerle caso a nadie, ni a mi madre!”-

Y efectivamente, Tita se fue meneando más la cola, parando la cabeza como el bambú que crecía en las aguas de la laguna.

Pero, tal y como le habían anunciado los compañeros y su mamá, empezó la tormenta, y la lluvia arremetía tanto que Tita se asustó, y con voz lastimera decía: -“¡Ay de mí! ¡Ay de mi collar y de mi brillante bolso!” ¡Ay de mis plumas!”-

Y la desobediente cotorrita, mientras más llovía más asustada se ponía, y con todas sus plumas mojadas estaba hecha una calamidad.

Mientras tanto, su madre desesperada, buscaba a Tita. Los animales le informaron que ella había salido y esto aumentó más su preocupación.

La laguna crecía y las aguas desbordadas obligaron a los animales a subir a lugares altos.

La corriente era cada vez mayor, todo se había inundado, Tita divisó un madero que flotaba en el agua y se subió a él para no ahogarse y así estuvo varios días hasta que se calmó la tormenta, pero

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