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La Reducción Fenomenológico

Lushito22 de Febrero de 2012

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La Reducción Fenomenológico

Los filósofos, tanto antes como después de Husserl, han hablado de una disciplina filosófica llamada “fenomenología” que describe sus objetos en lugar de construir explicaciones. Lo fenomenología de Husserl defiere de todos los otras en las condiciones que cualquier investigación debe satisfacer en orden a merecer llamarse fenomenológica.

Lo fenomenología, según él, sólo puede comenzar después de que lo “reducción fenomenológico—trascendental” ha sido realizada por el fenomenólogo principiante. Las descripciones que no son precedidas por esta “reducción” no son fenomenológicas. Quien quiera entender las pretensiones de Husserl sobre su “fenomenología trascendental” e, incluso, quien quiero emplear el método fenomenológico, debe primero entender y practicar la reducción fenomenológico trascendental. Pero esta comprensión es difícil de lograr: las propias descripciones de Husserl producen bastante perplejidad y los comentaristas difieren ampliamente en sus interpretaciones de estos descripciones. Trotaré de aclarar esta fase inicial de la fenomenología, mostrando que las caracterizaciones que Husserl hace de la reducción fenomenológico—trascendental son, de hecho, sugerencias de una descripción fenomenológica de la reflexión como opuesta al pensamiento directo no reflexivo. Esto proveerá solamente una explicación parcial de la reducción fenomenológico—trascendental. El cómo la reflexión fenomenológica difiere de otros tipos de reflexión, como (por ejemplo) la reflexión científica, debe ser tratado en otro ensayo.

Debemos comenzar por repetir una vez más , la descripción de Husserl de lo reducción fenomenológico-trascedental. Hay varios caminos diferentes para aproximarse a la reducción. Podemos seguir a Descartes en su camino de duda total, O bien, podemos examinar una de las disciplinas filosóficos tradicionales, v.g. la lógico, en un intento de develar las finalidades implícitas en su desarrollo . Cualquiera de estos cominos nos conduce o cuestionar lo que previamente parecía evidente. El camino cartesiano nos lleva a cuestionar todos los presupuestos de la experiencia humana; en la lógica los presupuestos del juicio, de la validez y de la verdad se vuelven cuestionables. Comencemos, entonces> cuestionando lo que previamente habíamos dado por seguro, o preguntándonos acerca de lo que parece más familiar . Esto involucra un cambio de actitud (Finstellung) , debemos mirar el mundo con “ojos nuevos”. ¿Qué es exactamente esta nueva actitud que adopto al realizar la reducción fenomenológico—trascendental? Aquí Husserl nos provee de una variedad de frases pensadas para mostrar esta nueva actitud al lector: ya no le atribuyo ninguna validez a la “creencia natural en la existencia de lo que experimento” invalido”, “inhibo”, “descalifico todos los compromisos (Stellungsnahmen) con referencia a objetos experienciados; “yo pongo entre paréntesis el mundo objetivo” . Esta última es una de las frases más conocidas usadas en este contexto. Husserl extrae su metáfora de las matemáticas> donde ponemos una expresión entre paréntesis y le anteponemos un signo + o -. Mediante este poner así entre paréntesis al mundo objetivo “le damos un valor diferente” . Al ejecutor lo reducción, el fenomenólogo se establece a sí mismo como espectador desinteresado” y cambia sus finalidades prácticas . El resultado de este cambio de actitud es un cambio en mi experiencia. La realidad previamente experimentada se vuelve ahora “mero fenómeno”. Este término kantiano está usado aquí en un nuevo sentido; cualquier objeto de experiencia se transforma en ‘fenómeno” para el observador que reconoce la pretensión del objeto o la realidad, pero se reserva la decisión sobre le validez de tal pretensión. En le actitud natural, preanalítica y prefenomenolóqica —e veces Husserl también le llama actitud “ingenua”, pero en un sentido no peyorativo— creemos generalmente que los objetos percibidos son reales; creemos que vivimos en un mundo real. Esta creencia es “puesto fuera de acción”, suspendido, no hacemos uso de ella . Nos quedamos en un mundo—como— fenómeno, un mundo que pretende que es, pero rehusamos, por el momento, pronunciarnos sobre la validez de esta afirmación .

Un resultado posterior de este movimiento es el descubrimiento del ego trascendental. De pronto reconozco que soy yo quien debe decidir si la afirmación de realidad de los objetos de la experiencia en particular, y del mundo como un todo en general, son afirmaciones válidas. Descubro que todo lo que tiene sentido y validez, tiene sentido y validez pare mí . De este modo , descubro, el ser absoluto del ego trascendental” . “El ser absoluto (Seiendes) es en la forma de una vida intencional que, independientemente de cualquier otra cosa de la que pueda estar consciente en sí mismo, es al mismo tiempo conciencia de sí misma” . El “yo” que transforma el mundo en mero fenómeno es, al hacerlo, consciente de sí mismo como transformando el mundo, y no puede estar sujeto a le misma transformación. Pero aparte de sus ‘modos de relación” y sus “modos de comportamiento”, este yo” esté completamente desprovisto de cualquier contenido que pudiera ser estudiado o explicado. Es completamente indescriptible, siendo nada más que un puro ego .

Husserl insiste en que la reducción fenomenológico—trascendental en modo alguno limita la experiencia. El fenomenólogo no se aparte ni de la totalidad de la realidad experienciada ni de ciertas áreas de ella, solamente suspende el juicio concerniente a la realidad o validez de lo que es experienciado. El mundo antes de la reducción fenomenológico—trascendental y el mundo que he transformado en “mero fenómeno” no difieren en contenido , sino en la forma en que me relaciono con cada uno de ellos .

Estamos ahora en condiciones de entender mejor la elección de terminología de Husserl. La reducción fenomenológico—trascendental es llamada “trascendental” porque devela el ego para el que todo tiene significado y existencia. Es llamada “fenomenológica” porque transforme el mundo en mero fenómeno. Es llamada “reducción” porque nos hace retroceder (lat. reducere) a la fuente del significado y la existencia del mundo experienciado en cuanto es experienciado al descubrir la intencionalidad. Husserl también use el término “epoché”. Al principio aparece corno un sinónimo de “reducción”. En sus últimos escritos Husserl diferencia entre los dos término: El cambio de actitud, esto es, le suspensión de toda creencia natural en los objetos de la experiencia es llamada la epoché”; a su vez ésta es la condición previa era reducir el mundo natural a un mundo de fenómenos . El término “reducción fenomenológico—trascendental” abarca tanto la “epoché” como la reducción en el sentido más estrecho de los últimos escritos de Husserl.

A lo largo de todos los escritos de su período intermedio y último Husserl insistió en que la fenomenología es une empresa reflexiva .

Parece razonable, entonces, interpretar la reducción fenomenológico—trascendental como una descripción fenomenológica de la transición desde una actitud no reflexiva a una reflexiva, pero una actitud reflexiva de un tipo particular. Si la fenomenología es una empresa reflexiva, esto no implica que toda reflexión es, por ello, fenomenológica. Pero, antes de que podamos distinguir la reflexión fenomenológica de otros tipos de reflexión, debemos primero enfrentar la pregunta más general: ¿Qué distingue a la reflexión del pensamiento no reflexivo? (Al que nos referiremos de aquí en adelante simplemente como “pensamiento”).

Tradicionalmente la distinción entre pensamiento y reflexión descansaba en la distinción entre lo que estaba dentro de le mente y lo que estaba fuera de ella. Según John Locke “...la mente....cuando vuelve su vista al interior de sí misma y observa sus propias acciones sobre las ideas que tiene, toma de allí otras ideas....” y estas ideas son ideas de reflexión. Hume traza la distinción de una manera muy similar . La distinción tradicional está íntimamente ligada a le doctrine de que la mente tiene un “adentro” y, como esta visión ya no es popular, lo diferencia entre pensamiento y reflexión merece volver e examinarse.

Una objeción más seria contra este concepto de reflexión como “le mente pensando acerca de sí misma” es que gran parte del pensamiento acerca de uno mismo no es reflexivo, sino que es, por el contrario, a menudo, sólo un medio para escapar de le necesidad de la reflexión. Esta clase de pensamiento no reflexivo y evasivo acerca de sí mismo se encuentra en las cavilaciones melancólicas sobre los propios pensamientos y emociones, en la autocompasión, en abrigar resentimientos o un sentido de haber sido perjudicado y, en casos extremos, en una exageración histérica de las emociones]. Por ejemplo, un niño que he sido castigado por desobediencia se retira a su cuarto con rabia, dando vueltas y vueltas en su mente la forma en que ha sido maltratado y cuan injustamente ha sido tratado. Este niño piensa, y piensa acerca de su propio “mente” y de las “Ideas que están ahí”, acerca de su propia soledad e infelicidad, y de cómo nadie lo quiere. Pero en esa medida no reflexiona, no se pregunte si su castigo no habrá sido tal vez parcialmente justificado, si será realmente cierto que esté siendo castigado simplemente por pura maldad y mala voluntad de parte de sus padres. Atrapado en su propia rabia e infelicidad el niño no ha sido capaz de “tomar distancia” y mirar la situación con calma y cierto desprendimiento. En su

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