La erótica del mordisco
rommeljoseMonografía5 de Abril de 2013
3.535 Palabras (15 Páginas)256 Visitas
La erótica del mordisco.
En el juego del sexo no hay nada escrito definitivamente. Los amantes no han de limitarse a los besos, las caricias o la estimulación genital, porque aunque pudiera parecer que no hay nada más con lo que entregarse a la pasión, hemos de decir que hay una forma más de despertar el deseo que no requiere de artilugios eróticos de un sex shop, pues tan sólo necesita de la boca, los labios y los dientes. Hablamos del mordisco que, por si te había pasado desapercibido, es una de las prácticas que más placer pueden otorgar, cuando se sabe llevarla a cabo adecuadamente.
Más de uno estará haciendo rápidamente un recorrido visual por todas las partes del cuerpo que son susceptibles de ser estimuladas de esta manera. Para los más atrevidos señalaremos que pueden mordisquear a su pareja en casi la totalidad de la geografía corporal, a excepción de los ojos, el labio superior y la lengua, ya que éstas son algunas de las zonas más sensibles que podrían salir seriamente dañadas si les “hincamos el diente”. Por si alguien se ha quedado con alguna duda, puede aplicar el siguiente truco recordatorio: “allá donde no puedas arañar tampoco debes morder, ni con amor ni con pasión”. Otras regiones como el glande, el tronco del pene, los testículos, el clítoris o los pezones pueden ser perfectamente estimuladas con esta fórmula, pero eso sí, la presión ha de ser obviamente más leve. No obstante, ante la incertidumbre lo mejor es preguntar, porque en esto del sexo lo que a unos les encanta a otros les resulta desagradable.
Dejemos claro que la práctica que hoy os proponemos no tiene tintes sadomasoquistas, pues aunque el mordisco ha de ser sostenido para que llegue a ser placentero, nunca ha de sobrepasar el umbral del dolor. La intensidad dependerá de los gustos de cada cual y del grado de tolerancia o sensibilidad de la zona destinada a tal efecto.
Pero, ¿de dónde viene el erotismo atribuido a este juego bucal?. Parece ser que en la India una marca de arañazo o mordisco era una forma de demostrar las habilidades del buen amante. A la mañana siguiente, cada cicatriz ganada con la boca del otro era una señal de orgullo, un reflejo de la pasión que ambos habían compartido, un signo que estaban deseosos de exhibir.
El Kamasutra no sólo ofrece un amplio repertorio de posturas sexuales a elegir, también invita a probar alguno de los variados tipos de mordiscos eróticos con los que poder llegar a la cima sexual. Según este texto hindú existen siete Dashanas o maneras de aplicar los dientes en la pareja para provocar placer, las cuales forman parte del Mandalaka o círculo de los principales mordiscos que el hombre puede dar a la mujer para conquistarla. En Occidente podrían ser aplicados indistintamente por un caballero o por una dama. Pasemos a conocerlos:
Mordisco escondido o secreto. Es aquel que se hace en la parte interna del labio inferior, dejando una marca intensa roja que no ha de ser vista exteriormente, de ahí su nombre:
La nube quebrada. Son levantamientos desiguales de la piel en forma de círculo, producidos por los espacios que hay entre los dientes. Se recomienda hacer en el tórax o pecho.
Mordisco clásico. Es el convencional, con el que se coge más cantidad de piel con los dientes.
Mordisco de Jabalí. Recibe este nombre porque la señal que deja es similar a la que este animal extiende a su paso por el barro: muchas filas de pronunciadas marcas, muy próximas las unas a las otras y con intervalos rojos. Este suele realizarse en el hombro.
El punto. Consiste en succionar una pequeña cantidad de piel, de modo que sólo quede un punto rojo como marca.
La línea de puntos. Es parecida a la anterior, pero la piel se muerde con todos los dientes y todos ellos dejan su sello. Se hace en la frente o los muslos.
El coral y la joya. Este mordisco resulta de buscar una analogía con los labios (coral) y los dientes (la joya) y juntar ambos elementos. Sería línea de joyas si se mordiera con todos los dientes.
El Uchun se corresponde al acto de morder cualquier parte de los labios o de las mejillas de una mujer.
Algunos de los lectores habrán reconocido entre las sugerencias de este libro maestro oriental lo que popularmente se conoce por “chupetón”, ese hematoma o hiperpigmentación que se produce consecuencia de succionar con la boca la piel, y que deja señales de su evidencia durante varios días. Puede llevarse a cabo en la piel del cuello, del pecho, de los pezones, de los lóbulos de las orejas, de la entrepierna, del abdomen, etc., según la sensibilidad y tolerancia del que lo recibe.
Aunque es más frecuente entre los adolescentes, hay adultos que gustan también de incorporarlos a sus juegos de besos y caricias. Como la otra clase de mordiscos, el chupetón tiene distintas funciones para quien hace uso de él: firmar su conquista, prevenir infidelidades dejando el sello de posesión (“no está libre”), dejarse llevar por la pasión y el deseo, código de complicidad entre la pareja, etc. Sin embargo, no es bien recibido por todas las personas, y de hecho, algunas veces puede terminar ocasionando discusiones desagradables. Por eso, conviene siempre empezar gradualmente a hacerlo con una presión ligera y ver cómo reacciona el compañer@, o bien directamente preguntar si se encuentra entre sus prácticas ¿preferidas o desterradas?.
Como se puede observar el mundo de la pasión no comienza ni acaba con la genitalidad, pues hay otro tipo de estimulaciones que pueden complementar a ésta desde principio a fin.
POEMA A LA VAGINA.
Aunque su aspecto no es el mejor,
A los machos les gusta de a montón...
Algunas parecen tener flojera, por tener
siempre la
lengua afuera....
Las hay delgadas, también gorditas, con
labios
gruesos y lengua chiquita...
Unas son secas, otras aguadas, todo
depende de la
manoseada...
Las hay con pelos, afeitaditas, con cortes
punk o
con gamusita...
Unas a dietas y otras tragonas, a esas las
llaman
sin verguenzonas...
Las hay muy fieles, también zafriconas, que
no hay
un pene que no se coman...
Igual son ricas y dan pasión, a quien no le
guste es
un maricón .....
RELATO
Hasta el día en que este relato cayó en mis
manos, nunca creí que me hubiera podido
excitar tanto con la lectura erótica, ni tan
siquiera yo misma me había planteado leer
algún libro sobre el tema y por supuesto
siempre consideré que mí vida sexual la
tenía resuelta con las típicas noches de
sábados y alguna que otra noche esporádica
y sin la ayuda de la lectura.
Pero rebuscando entre unos papeles de mí
marido una mañana, encontré el relato en
cuestión, al principio no le di mucha
importancia y lo llevé para el salón para
leerlo más tarde, pero tengo que reconocer
que pasé parte del día pensando como sería
un relato erótico e imaginando cosas.
Llegada ya la noche y estando los dos le
pregunté de que iba aquel libro, me contestó
que era un simple relato erótico y que se lo
habían dejado, creo que se ruborizó un poco,
con lo que mí curiosidad aumentó por leerlo.
Recuerdo que ese día hacía mucho calor, así
que la casualidad hizo que yo sólo estuviera
con un camisón de seda y unas bragas nada
más, me tumbé en el sofá cómodamente y
empecé la lectura, sin tener idea de lo que
iba acontecer más adelante. Él estaba
sentado al fondo del salón, enfrente de mí,
corrigiendo algo sobre una mesa, casi sin
prestarme en aquellos momentos mucha
atención.
Al principio me pareció algo aburrido, tengo
que reconocerlo, pero a medida que me fui
introduciendo en la lectura, no sé, algo
extraño fue sucediendo en mí.
Instintivamente mientras leía puse la mano
sobre mí sexo encima de mis bragas e iba
acariciándome poco a poco casi sin darme
cuenta, muy lentamente con movimientos en
círculos y notando una excitación extraña
sobre mí cuerpo, nunca había hecho lo de
tocarme, incluso hasta ese día me parecía
que no tendría mucho sentido teniendo
marido, el caso que yo seguía con el relato
sobre mí mano y con la otra seguía rozando
con los dedos sobre mis bragas, cada vez
mas insistentemente. Estaba tan absorta y
caliente, que ya incluso me había olvidado
que mí marido estaba allí
El relato era ahora de lo más excitante,
según iba pasando las hojas más cachonda
me estaba poniendo, observé a mí marido de
nuevo, él seguía con su trabajo sentado
enfrente, como si yo no existiera, por
instinto doblé las piernas para que no me
viera, era como si me avergonzara de lo que
estaba haciendo, pero yo seguía con tal
excitación que mis dedos ahora casi
perforaban mí braga que la tenía
completamente empapada.
En el salón había un silencio sepulcral, sólo
el roce de los dedos con la braga y un
pequeño jadeo mío era lo que resonaba en el
ambiente,
...