La escuela formadora de valores
butterfly__11Tesis5 de Junio de 2014
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La escuela formadora de valores. Reflexión crítica sobre la importancia del fortalecimiento de la práctica de valores en la educación básica.
En los últimos años el tema, de los valores ha despertado gran interés debido a la llamada “extinción de valores” que enfrentan las nuevas generaciones, misma que resulta de los acontecimientos políticos, sociales, económicos y globalizadores influidos por los avances científicos, tecnológicos, biotecnológicos y de comunicación los cuales, a su vez, han marcado una importante dinámica en las estructuras sociales asumidas e interpretadas por los individuos en su contexto actual.
Por consiguiente, tal ejercicio educativo ofrece la posibilidad de reencuentro en un universo escolar donde se intercambian experiencias y vivencias por contacto entre los sujetos. En este mismo orden de ideas, los señalamientos anteriores nos llevan a pensar en la complejidad que debe enfrentar la educación en nuestros tiempos; dado que debe conducir a los alumnos a reconocerse como seres éticos, a conocerse a sí mismos y a reconocer a los demás, debe llevarlos a aceptar que la vida exige límites y los debe alentar en la capacidad para tomar decisiones reflexivas y autónomas mediante la autodisciplina y la formación del propio carácter. Estas consideraciones nos llevan a plantear a la educación integral como la apertura hacia sendas de desarrollo de las capacidades de cada individuo, enriqueciendo sus perspectivas que le permitan formar juicios y opiniones propios sosteniéndolos racionalmente; asimismo, ofrece la posibilidad de reconsiderar y modificar dichas opiniones como resultado de la reflexión y el debate.
Porque sólo a través de la integralidad educativa los alumnos adquieren plena conciencia de sí y de sus semejantes, de su pertenencia a una cultura y una tradición basada en una lengua, en una historia y en valores y creencias compartidos.
Educar es ante todo un acto de interioridad. La escuela es apertura de la mente y nunca un amaestramiento o una acumulación de saberes. Por ello, la formación en valores es el proceso por la cual un sujeto, mediante la práctica, transforma una realidad para conferirle nuevas cualidades, de conformidad con una finalidad libremente elegida y teniendo como pauta un conjunto de principios consciente y libremente asumidos. Al transformar de manera consciente la realidad objetiva, el sujeto necesariamente reflexiona y recupera su experiencia transformándose a sí mismo. No hay sujeto sin objetivación y experiencia, ni hay objetivación sin la práctica de un sujeto.
El profesor es el actor principal del proceso, al cual se le pide hacer uso de su capacidad racional para asumir una conducta moral que le permita desarrollar o controlar las potencialidades individuales en beneficio de la colectividad y el desarrollo de la sociedad para lograr, tal como Durkheim (1989) señala, “...transformar al ser irracional, egoísta y asocial que hay en cada individuo en uno que asuma los valores comunes entendidos como producto de la sociedad en su conjunto”. En consecuencia, los valores que forma la escuela no son neutrales, ya que en una sociedad matizada por las contradicciones de clase y los fines, principios y métodos definidos para la educación, tienen matices ideológicos y son también expresión de las disputas entre los intereses políticos de los distintos sectores sociales, donde el individuo, un ser social, integrante necesariamente de grupos sociales cada vez más diferenciados, actúa no según sus propios impulsos, sino dentro de los límites de los valores, reglas, normas y leyes establecidos por estos grupos y sus instituciones. Por tanto, el individuo es libre para elegir sus propios valores, pero esta libertad abre el abanico de posibilidades que la sociedad en su inconsciente y en el determinismo socioeconómico le ofrece y le permite. Y como bien lo señala Ortega
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