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VALORES EN LA ESCUELA


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2012  •  5.852 Palabras (24 Páginas)  •  338 Visitas

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La Construcción de Valores

en la Educación Secundaria

Escribe: Fernando López Alaniz

Este artículo fue presentado en forma de conferencia al personal de apoyo a la educación; es decir a los trabajadores no docentes que laboran en las escuelas de ese nivel educativo en el Estadode Michoacán, México. El objetivo fue involucrar a secretarias, jardineros, bibliotecarios, encargados de la disciplina escolar, y otros semejantes, en la fornmación de valores en los alumnos adolescentes (13 a 15 años de edad), que estos trabajadores no consideraban de su incumbencia. El resultado ha sido que poco a poco se ha extendido por todo MIchoacán esta visión, y para el ciclo escolar que comienza en septiembre del 2000 será para ellos una práctica más de educación cotidiana en las escuelas.

Presentación

Mis Queridos Amigos y compañeros:

Es muy importante, aunque parezca obvio, que todos tengamos muy claro que ustedes, los asistentes a este curso, son empleados de la Secretaría de Educación, a quienes administrativamente se conoce como Personal de Apoyo o Asistencia a la educación: Trabajadores Sociales, Orientadores Vocacionales, Médicos Escolares, Bibliotecarios, Prefectos de Disciplina. Para los efectos de este trabajo les pido comprender en el mismo caso los servicios de Secretariado, Intendencia y Jardinería, por agregar los más conocidos, y algunos otros según el carácter de las escuelas.

Las definiciones y las distinciones administrativas no siempre corresponden a la realidad del sistema educativo. Desde el punto de vista de la formación de los educandos puestos al cuidado de la escuela, no es posible aceptar que quienes forman parte de la misma como institución, y tienen una relación muchas veces más directa con ellos que los directivos y docentes, sean simplemente “apoyos”. Y si aceptamos que muchas veces se usa la frase “apoyos a la educación” con denotaciones excluyentes, y aún en ocasiones insultantes, resulta inadmisible con la realidad de su presencia en la escuela.

Ustedes son educadores.

Nuestra participación está encaminada a presentar ante ustedes un cuadro muy general de la formación de valores en los adolescentes. No se trata de que obtengan un conocimiento más, o lo amplíen, sino de que sirva de apoyo para la labor educativa de todos ustedes, de cada uno como persona con nombre y apellido, para la realización de una labor específica dentro de la escuela.

Nuestra actividad, de acuerdo con una técnica que algunos llaman “conferencia-taller”, pretende o tiene las siguientes finalidades: 1. La identificación y responsabilidad de los Servicios de Apoyo o Asistencia a la Educación; 2. Los planes y propuestas para la “formación de Valores” en la Secundaria, desde A. Las materias de estudio en general, y 3. La Asignatura de Formación Cívica y Ética; y 3. la presentación a ustedes un método novedoso sobre la Formación Humana que, en este caso, puede entenderse como Educación en Valores.

Así pues, es en extremo importante que a lo largo de nuestra plática se acepten como educadores, porque sólo así podrán adquirir conciencia de responsabilidad. La obligación de ustedes como empleados en una escuela de la Secretaría de Educación no es cumplir con horarios y deberes (lo que les haría iguales a cualquier otro con la misma profesión u oficio en cualquier parte) sino en cumplirlos y además ser agentes activos de la formación de los educandos. Permítanme adelantarles que precisamente en la “construcción de valores” dentro de la escuela secundaría, en muchas ocasiones, tienen ustedes más influencia que otro cualquiera de quienes conforman la escuela como institución, administrativa o técnicamente. Y por lo tanto, también la tienen cuando se trata de la formación de actitudes contrarias a los Valores que en general llamamos Humanos y Universales.

La comunidad educativa

Para entendernos mejor, vamos a auxiliarnos del viejo y sencillo concepto de Comunidad Educativa; es decir, recordando que al niño, al adolescente y al joven, en sus procesos de aprendizaje y de madurez física, intelectual y afectiva, lo educan tres agentes: en primer lugar la familia, después la sociedad y, finalmente, la escuela.

La familia puede ser tomada de manera muy restringida -sólo el padre, la madre y los hermanos, cuando los hay- y de manera amplia, donde también cuentan los parientes: abuelos, tíos, cuñados y demás. Esta forma amplia es la que nos interesa aquí, por el fenómeno de ser a veces los tíos, los abuelos o algún pariente político, sustitutos de las figuras paterna o materna, y esto es un asunto que nos interesa mucho tener presente, porque se relaciona con ustedes con más frecuencia de la deseable.

En cuanto a la sociedad, en este -nuestro tiempo de apertura, competencia, cambios constantes y muy rápidos de las estructuras sociales y, por lo mismo, políticas y jurídicas, y de la presencia continua de lo medios de comunicación en la vida de todos nosotros, tan poderosos y efectivos en lo que pretenden- resulta todo eso y más, sin duda, un agente educador de mayor peso que la familia y la escuela, como lo han demostrado tantos estudios e investigaciones. Particularmente la radio y la televisión, y en algunos casos internet, han rebasado ampliamente a la familia y a la escuela como agentes educadores.

Desde el mismo punto de vista de la sociedad, una vez que el niño entra en una guardería, o al jardín de niños, comienza una serie de relaciones que lo van conformando de acuerdo a tradiciones, normas y costumbres no escritas, pero que forman parte vital de la comunidad a que pertenece, comunidad cada vez más amplia mientras crece, hasta llegar a lo nacional y, en muchas ocasiones ahora, a lo que solemos llamar la Humanidad total.

Entre esos conjuntos de relaciones están muchos que en las escuelas mencionamos sólo como referencias, y a veces condescendiendo graciosamente con ellos. Lo cierto es que se encuentran tan fuera de los alcances de la escuela como institución, que preferimos ignorarlos, aunque sean los que mayor número de problemas nos causan en el acto educativo, incluso más que los familiares.

Esas relaciones solemos referenciarlas comenzando por los lugares, o los sitios de reunión con los amigos y compañeros fuera de la escuela y muchas veces del control familiar, como son las tiendas, los billares o cafeterías, expendios de comidas rápidas o golosinas, en ciertos predios, parques y canchas de juegos, y en jardines. Entre las puertas de la escuela y la puerta de la casa hay mundos de influencias tanto negativas como provechosas. Lo que en esos trayectos ven, oyen, huelen y encuentran nuestros niños, adolescentes y jóvenes, buscado u ocasional, no podríamos siquiera enlistarlos (menos examinarlos). Desde el cariño y las atenciones de los adultos bien formados, hasta el narcotráfico y la prostitución. Vamos pues a dejarlo sólo señalado, porque nos será de mucho provecho después.

En el caso de ustedes, hay que considerar que son miles de estímulos los que reciben los adolescentes, además de las circunstancias con que hemos ejemplificado, por medio de las revistas, en los transportes, en las ferias y bailes a que son tan afectos, en los templos y en los centros de reuniones o actividades masivas. Recuerden, por favor, que en la adolescencia, las figuras públicas -sean de artistas, de líderes religiosos, políticos o deportistas- representan ideales, sueños y aún posibilidades para la imagen que los adolescentes se forman del mundo y de sí mismos.

La escuela es algo que ustedes conocen muy bien; sin embargo, a veces es bueno hacer algo así como un ejercicio de conciencia, en el sentido de estar concientes de lo que es, de cómo está formada, de cuáles son las estructuras de organización administrativa y docente de la escuela. Y de ustedes, cuál es su papel, su rol o su presencia en ella.

Generalmente, se entiende por escuela al director y a los profesores. Esto es irreal, incompleto e injusto.

Como sabemos, el ámbito de la dirección escolar es el servicio de supervisión y de la dirección y subdirección, si la hay. Después viene el colegio de profesores o cuerpo docente, dividido a su vez en académicos y técnicos, según la naturaleza de su materia o asignatura de clase. Y enseguida ustedes, los llamados de Apoyo o Asistencia a la Educación.

En primer lugar, la escuela no está aislada sino que forma parte de una red muy amplia y complicada de relaciones internas y externas. A partir de aquí, por favor, colóquense muy bien dentro de sus zapatos, y procuren no caer en la tentación de evadirse.

Por medio de esa red, la escuela en general y el educando en particular reciben enormes cantidades de palabras, ideas, conceptos, y padecen o realizan acciones de efectos educativos con mucho mayor trascendencia y efectividad que otra cualquiera de la llamada enseñanza aprendizaje, sólo que no están sistematizadas y, por lo tanto, carecen de control.

Personalmente, agregaría -como lo apunté inicialmente (y no lo hago porque no están aquí)- a las secretarias, los intendentes, los jardineros. Por ahora los vamos a dejar de lado, lo mismo que a estos otros agentes de la escuela: las asociaciones de padres de familia, la organización sindical, y la presencia de algunos organismos civiles y de gobierno.

Muy bien. Aquí están ustedes. Vamos a examinar por un momento la composición física de la escuela secundaria: las aulas, los laboratorios, los talleres, las oficinas administrativas, los sanitarios, la plaza cívica, el patio de recreo, los campos deportivos, la cooperativa escolar, la barda perimetral, los pasillos y las puertas. ¿Hay algún lugar de todos estos donde, de alguna manera, no esté presente alguien del Personal de Apoyo a la Educación? Es una presencia general, sólo comparable a la de la dirección. Es más: los profesores no la tienen tanto.

Nuestro tema es “la construcción de valores”, específicamente de nuestros adolescentes en la educación secundaría. Ustedes ya han recibido muchos cursos, pláticas y orientaciones sobre educación, psicología educativa, conocimiento de los adolescentes, sexualidad y adicciones, por listar algunos temas. Vamos nosotros a reflexionar sobre lo que nos interesa aquí, dando por sabidos los otros temas.

La construcción de valores

Bien. Ahora ya tenemos ante nosotros estos elementos que nos serán necesarios para cumplir nuestro objetivo. Están la familia, la sociedad y la escuela como los principales agentes educativos, y algunas de sus manifestaciones de importancia para nosotros. Y está muy clara la situación del llamado Personal de Apoyo dentro de la Estructura Escolar, precisamente como educador.

¿De dónde toman los adolescentes los Valores? Evidentemente de la familia, de la sociedad y de la escuela. Los Valores están esencialmente relacionados con la cultura de la sociedad. Podemos decir que los Valores son, en primer lugar, cualidades y, en segundo lugar, práctica, actividad observable del ser humano.

En cuanto a las cualidades, califican; o sea, identifican. Cuando nosotros decimos que un hombre es honrado, lo estamos identificando por su honradez, que es lo que le identifica ante nosotros. Y también lo determinan, haciéndolo diferente de los demás hombres que no son honrados.

Desde luego que no es posible poseer ante los demás todos los valores. Nos conocerán por algunos, pero puede ser que también nos conozcan por Valores que no poseemos. Por ejemplo, y perdonen la broma, pero ¿recuerdan cuántas veces los han presentado en público como personas honradas?

Vamos a ver lo de la práctica en sentido inverso. A cualquier persona en general, y a los adolescentes en particular, se les reconocen los Valores que poseen por la conducta observable. Desde el punto de vista social, que es el campo donde se demuestra lo que se posee, al adolescente lo podemos observar en su familia; en todas las estructuras físicas de la escuela, desde el aula hasta los rincones de la barda perimetral, y de una manera especial en los patios de recreo; en los resultados de su trabajo como estudiante; en sus relaciones con los grupos de que forme parte, o de los que no forma parte, como lo equipos deportivos, las academias, o las actividades artísticas, y, por último, en sus relaciones con la naturaleza.

Y desde luego, también lo podemos observar en las muestras que da de la formación de su personalidad y carácter. Desde luego la apariencia externa es importante, pero sólo como eso, como lo que hace aparecer, lo que demuestra de lo interior del muchacho. Son rasgos que van desde el aprecio que tiene de sí mismo y, por lo tanto, de qué cuánto se respeta a los demás, hasta la total falta de aceptación de sí y de los demás, demostrándolo con su arreglo personal y conductas que él conoce muy bien como no aceptadas ni por la familia, ni la escuela, y corre todos los riesgos de confrontación (incluso social y jurídica).

No debemos olvidar nunca que la adolescencia es un período del desarrollo humano donde se forman los Valores que no se adquirieron en la niñez, se corrigen los que se adquirieron de alguna manera mal, o se forman aquí de una manera definitiva. Por esto, es de enorme importancia la presencia, palabras (como expresiones de ideas y conceptos) y actitudes de los agentes de la comunidad educativa. Esta importancia es del tamaño de la responsabilidad. Y antes convenimos en que ustedes son educadores.

Proseguimos: cuando las conductas observables conllevan un juicio sobre las mismas, sea por parte de quien las ejecuta o de quien observa, estos juicios se basan en normas previamente establecidas y aceptadas por la comunidad.

Nos vemos en la necesidad de intercalar aquí un concepto que se conoce como el Hecho Humano. Muy poco se habla de esto, pero es indispensable para poder entender mejor el juicio a partir de los Valores, y la categoría que damos a un hecho humano como bueno o malo. De manera sintética, podemos decir que toda acción de los hombres y mujeres de cualquier edad o condición es un hecho humano, desde el más natural como estornudar o comer, hasta el más elaborado como realizar una obra de arte o un proyecto científico interplanetario. Sin embargo, será reprendido quien estornude sobre la mesa, coma de manera glotona o desperdiciada, corrompa el arte o convierta un proyecto científico en modos sofisticados de asesinatos masivos. Esos son hechos humanos que por su extremo aparecen claramente diferenciados entre buenos y malos; sin embargo, hay muchos que no lo aparecen tanto, y que solamente son explicables en relación con su comunidad cultural, que quiere decir usos y costumbres, religión, derecho jurídico, filosofía o formas de entender y vivir la vida, y todo eso. Es clásico el ejemplo de que los europeos coman carne de res de manera muy natural y el comerla bajo graves penas de religión entre los hindúes; o lo pecaminoso de comer carnes rojas los católicos de hace cincuenta y más años durante la cuaresma, y el no pasa nada si se comen esas carnes durante las cuaresma de hace unos veinte o treinta años para acá. Son ejemplos, nada más. Sin embargo debemos aclarra que de ninguna manera se habla de relativismos filosóficos o morales, sino de meras formas culturales o si a alguien le parece más claro, hablamos de circunstancias de tiempo, de geografía o de leyes.

Así, al Hecho Humano lo califican, o se califica a partir de las siguientes: Psicología, Sociología, Antropología, Derecho, Economía, Metafísica, Teología, Educación, Ética, Moral.

A reserva de volver sobre el tema, es bueno apuntar desde ahora que en la Escuela como institución, del nivel, modalidad o régimen (público, particular o autónomo) que sea, aplica los principios de la Ética como Ciencia de la Conducta, y de la Axiología como Ciencia de los Valores, y forma a los educandos en los Valores contenidos en la Constitución General de la República y en las Leyes generales y locales de Educación. Nada más.

Habiendo aclarado esto, volvemos a lo nuestro.

Los Valores como práctica, además de regular la conducta, la guían. Nuestra experiencia personal cotidiana es la mejor ejemplificación de cómo los Valores guían nuestra conducta, en la toma de decisiones que a cada minuto hacemos, de acuerdo con juicios que emitimos ante los hechos, palabras y situaciones personales, de otros, de la comunidad, de los medios de comunicación, y de todo ese mundo de relaciones en que vivimos. Sean los ejemplos de aplicar ustedes los reglamentos, los manuales de funciones, las directrices religiosas, las leyes que regulan el sistema educativo, incluso los principios generales del Derecho, en su labor diaria como Personal de Apoyo a la Educación, dentro y fuera de la escuela, o de no aplicar nada de todo eso.

Finalmente, los Valores como práctica ordenan la conducta humana de acuerdo a una Escala de Valores personal, principalmente, y social después. Creo para todos es claro el concepto de escala de valores. Una vez más, ejemplificaremos sólo para entendernos mejor: sean los Valores de Amor, Justicia y Respeto. Si pidiéramos que los enlistaran del más importante al menos, seguramente obtendríamos 9 formas diferentes de ordenamiento.

La educación secundaria

Los Objetivos de la Educación Secundaria, en cuanto a la Educación en Valore, de acuerdo con los Planes y Programas del Nivel, se enuncian de la siguiente manera:

“Ofrecer una secundaria de calidad que posibilite la continuidad de su formación académica y los (a los alumnos) de los elementos culturales, científicos y tecnológicos suficientes para enfrentar su realidad individual y colectiva”

“Fomentar la práctica de valores cívicos, sociales, históricos, culturales y de identidad regional y nacional, tan necesarios para enfrentar positivamente los retos de la sociedad”.

Aclaro que no es el caso discutir aquí el enunciado de esos objetivos. Lo que nos interesa es el contenido: en los aspectos intelectuales y sociales, la secundaria tiene la obligación de educar en Valores.

Ahora bien. Ustedes vienen de casi todas las regiones, conocen y practican, o conocen y sólo ustedes saben si practican los Valores de su comunidad regional, de la comunidad nacional, de los que históricamente han heredado, así como el aprecio y el disfrute del arte, de las artesanías e incluso de la comida y el atuendo de su comunidad regional.

Por favor, repasen en su memoria y mírense a ustedes mismos en sus comportamientos dentro de sus hogares, en la calles o veredas, en las reuniones familiares y con los amigos y, sobre todo, mírense en la Escuela.

La educación en Valores en la Secundaria tiene los siguientes rasgos:

• Es obligatoria

• Tiene un carácter democrático; es decir, es igual para todos, sin distinciones de posición social, económica, religiosa, edad, sexo, rural, citadina. Igual para todos.

• Posee una equidad regional, en cuanto que no discrimina lo que llamamos zonas marginadas, alejadas o de extrema pobreza, colonias populares.

• En cuanto a la Formación en Valores, contiene las tres características de un programa pedagógico: objetivos, gradaciones de acuerdo con la supuesta maduración según la edad y la comprensión del alumno, y formas de evaluación.

Posee las siguientes correspondencias:

• Escuela – Grupo

• Educador – Alumno

• Escuela – Grupo – Educador – alumno

Contiene estas otras correspondencias, o dualidades importantísimas en nuestro tiempo y circunstancias:

• Derecho – Deber

• Estado – Sociedad

• Dar – Recibir

Y está basado en la Comunidad Educativa:

• Escuela – Familia – Sociedad, donde por razones de enfoque se menciona primera a la Escuela.

Antes de continuar, es bueno que tengamos una visión de lo que viene siendo la educación en valores durante la Educación Básica. Lo que pretendo es mostrar a ustedes que la Educación Secundaría no está, ni en esto ni otros muchos asuntos educativos, aislada, ni camina sola por el mundo como si sólo ella existiera. De una u otra manera a partir del primer grado de Preescolar, hasta el tercero de Secundaria se encuentran en los Objetivos y Fines de los Planes y Programas las indicaciones para que se formen los Valores que podemos observar en estas tablas que hemos llamado de “coincidencias de Valores”. En algunos casos, como puede observarse, según la supuesta madurez del niño, ciertos valores aparecen hasta el 3er. Grado de la Primaria.

Bien: ya que tenemos esta importante visión totalizadora, continuemos.

La educación secundaría pretende formar personas autónomas, de voluntad y carácter; analíticas en cuanto a sí mismas y a su entorno; que sepan valorar lo que poseen en bienes materiales y espirituales; creativas en cuanto a la solución de problemas y en cuanto al arte; alegres; con sentido de trascendencia para su futuro como miembros de una comunidad, y en lo individual; trabajadores, en su caso mirando las ventajas de estar en la escuela y de la preparación académica; con todos los valores del ciudadano en cuanto al cumplimiento de los deberes y obligaciones, para tener exigir el respeto de todos sus derechos.

En cuanto a los Valores de Convivencia -de igual importancia en nuestro tiempo-, los más importantes que se mencionan y de alguna manera se trata de que se practiquen, son: La Libertad, la Tolerancia, la Cooperación, la Reciprocidad, la consideración mutua y la Responsabilidad.

Hablábamos de la Formación de Valores cívicos y ciudadanos. Vamos a especificar algunos de los más tratados en este nivel educativo, y les ruego que si los están apuntando, de alguna manera los hagan sobresalir, pues están de manera especial relacionados con ustedes, como veremos después: Respeto, Justicia, igualdad, Solidaridad, Equidad, Identidad, Individualidad, Dignidad, Integridad, Fraternidad, y la propia Formación ciudadana.

Parece que es conveniente recordar aquí que los fines de la Educación Secundaria son atender en sus necesidades de formación humana a los adolescentes mexicanos, según lo expresó muy claramente el fundador de la misma, el maestro Moisés Sáenz. Desde este punto de vista, el aspecto académico es sólo auxiliar (o un medio si se quiere) y de ninguna manera el fin en sí mismo. Es evidente, entonces, que la educación en Valores debiera tener prioridad sobre cualquier otra consideración educativa, pues para un proyecto de vida y para una buena, provechosa y limpia calidad de vida la mejor preparación es la Formación de Valores en los adolescentes y jóvenes.

Ahora bien: ciertamente aparecen en los planes y programas del nivel indicaciones suficientes para que se alcancen esos fines; sin embargo, no son del todo explícitos, y menos, hasta dónde tenemos conocimiento, realizados de una manera sistemática. Sin embargo, vamos nosotros a mencionarlos, no para conocerlos sino para ver desde nuestro campo específico de competencia lo que pudiéramos hacer o debemos hacer.

Es en extremo importante que en este tiempo, entre los 12, 13 y los 15 años de edad, los adolescentes conozcan lo que es una visión de futuro, tanto de sí mismos como de la sociedad en que viven y, por lo tanto, realicen un Proyecto de Vida durante tres años, modificándolo cuantas veces sea necesario, según los grados de madurez intelectual, emocional y espiritual que vayan alcanzando en su evolución humana. Algunos de los aspectos que se encuentran en el nivel son: El estudio, como un aspecto del trabajo que deben realizar, la familia y las relaciones con los demás, la salud, los deportes y las diversiones, el dinero y la propiedad, el desarrollo espiritual y la madurez emocional.

En cuanto a los aspectos a considerar para lograr esa calidad de vida que mencionamos, y siempre dentro de una visión de futuro -pues no debemos olvidar que tomamos la adolescencia como una transición- están: la familia, la cultura, la recreación y los viajes, la participación política, el bienestar económico, el empleo, la empresa o el comercio, la seguridad personal y social, los servicios públicos y la satisfacción espiritual.

Parece que todos las ideas son claras: sin embargo puede haber alguna confusión en los términos cultura y satisfacción espiritual. Para entendernos únicamente, y sin ningún ánimo de descalificar ni polemizar, vamos a entender por cultura el sentido antropológico de ser los rasgos materiales y espirituales, distintivos de una comunidad humana, en un tiempo y en un lugar determinados; de esta manera podemos hablar de la cultura de los costeños, de los mejicanos, de los romanos, de los nahuas, etcétera. Y por satisfacción espiritual, todo aquello que por medio de los conocimientos, de uso adecuado de los sentimientos, de la religión, del disfrute del arte, produce en el ser humano satisfacción y goce, paz interior y con los demás.

En el ciclo escolar 1999-2000 comenzó a impartirse la Asignatura de Formación Cívica y Ética, que ustedes conocen. Será de mucho provecho para ustedes y para los adolescentes de sus escuelas, que ustedes se interiorizaran de los objetivos, fines y enfoques de esa asignatura. Nosotros aquí, sólo mencionaremos, además de la recomendación anterior, que ayuda favorablemente a que los adolescentes en la escuela secundaria realicen un proyecto de vida y tengan claro lo que es una calidad de vida, para lo cual facilita el ejercicio de los valores, mediante actividades que les ayuden a desarrollar habilidades para una vida provechosa personal y social.

Por otra parte, permite el conocimiento de los valores e indica, mediante actitudes y compromisos, la forma de adquirirlos y practicarlos para una presente y futura vida en sociedad.

Ahora bien. Llegamos a punto importante: los Valores que trata la Asignatura de Formación Cívica y Ética. Sin más rodeos, los que convienen al enunciado, los objetivos y fines de la asignatura, específicamente de ésos y no de otros, y que están contenidos en la Constitución General de la República Mejicana y en la Ley General de Educación.

Esto no significa que otros Valores, cualesquiera sean su denominación, significación o campo de aplicación, se nieguen o se pretenda que no existan. Lo único que se afirma es que no son materia de esta asignatura.

Otra aclaración pertinente es que esta asignatura contiene principios generales sobre las definiciones, identificación y categorización de los hechos humanos; o sea, de la Ética como ciencia de la Filosofía, por lo tanto, no de la Moral. Decimos de una manera sencilla que mientras la Ética es de principios generales, la Moral es de principios particulares. Lo ejemplificaremos así, y considerando la realidad de sus escuelas: la moral de los Católicos no es la misma que la de los Presbiterianos o Anglicanos; afirmamos también que la moral del Cristianismo no es la misma que la de los Budistas o la de los Musulmanes. 0bservamos que muchos usos y costumbres sociales que son indiferentes en la Tierra Caliente, son muy mal vistos y hasta calificados de inmorales, en las ciudades de centro; los vestidos y bebidas y el lenguaje de los costeños llegan a ser incluso motivo de escándalo entre los Calentanos y los Serranos. Parece que así, sin ahondar demasiado, se entiende la diferencia entre la ética y la Moral, y como advertíamos antes, sin caer en dogmatismos ni relativismos que nos confundan.

La presencia en la escuela secundaria del personal de apoyo a la educación

Hemos visto ya la composición física de la Escuela y la presencia de ustedes en ella. Ahora vamos a observar su presencia en las relaciones con los adolescentes. En primer lugar, no son sus alumnos, en el sentido que solemos entender la relación profesor-alumno. En segundo lugar, los límites de autoridad son para ustedes muy reducidos y de alguna manera específicos. Y en tercero, dentro de la organización escolar ustedes carecen de la categoría de educadores.

La presencia de ustedes es real dentro y fuera de la escuela y mantienen una estrecha comunicación con los muchachos. La experiencia nos enseña que en muchas ocasiones o circunstancias los muchachos los toman a ustedes como confidentes de todo lo bueno que les pasa y les emociona, les ofrecen su amistad (y la exigen a cambio), desahogan en ustedes frustraciones y enojos (los toman como “paño de lágrimas”) y no sólo por las vivencias en la escuela, también por las familiares, e incluso de los pleitillos y rencillas de amigos o posibles enamorados.

La respuesta de ustedes es siempre trascendente. Permítanme repetirlo: la presencia y la respuesta de ustedes es siempre trascendente. No quiero referirme a los casos extremos de adopción familiar o de abusos sexuales, que por sí mismos son evidentes, aunque raros precisamente por extremos, no; sino a esa presencia diaria de ustedes caminado por los pasillos o los patios, sentados en sus consultorios o en sus mesas bibliotecarias, haciendo el aseo o cambiando un vidrio roto. Mirándolos a los ojos mientras deciden si les piden hablar con el director o traer a los papás.

Lo quieran o no, lo pretendan o no, son objetos de observación de los muchachos. Ellos los tienen identificados, catalogados y definidos, con esa precisión y pasión que caracteriza a los adolescentes. Les recomiendo mucho que averigüen los apodos o sobrenombres que les han puesto para que conozcan la imagen que tienen ante ellos. Examínenlo así, no para que se molesten y menos para tratar de vengar una afrenta. Esto sería desastroso, nos serviría de ejemplo negativo para lo que estamos tratando.

Pues esta convivencia, este acercamiento más o menos distanciado, pero siempre presente es lo que hace de ustedes unos educadores. Según traten a los muchachos, los atiendan en sus necesidades o los rechacen cuando se les acerquen; los traten con amabilidad, con indiferencia o con insultos; se presenten limpios y puntales a su trabajo o no, fumen en cualquier lugar, o sean delante de ellos desobedientes ante la autoridad educativa y, lo mejor o peor, que tengan atenciones con sus compañeros, o diferencias a veces violentas. Son generalidades, pero voy a poner como ejemplo dos casos extremos: uno, el del Prefecto que está en la puerta vigilando que los muchachos se presenten con uniforme y limpios, mientras él está con la greña de la cama, desfajado y con un aliento insoportable. Otro, el del aquel intendente-jardinero que cuando terminaba su bien hecho trabajo de escobas y trapeadores se la pasaba cuidando los setos y prados, papachando las flores y no descuidaba el agua al regar; jamás regañó o gritó a un alumno porque ensuciara cuando él terminaba de limpiar, o porque arrojara papeles u otros desperdicios en los prados. No, él iba y levantaba sin decir nada aquellos desperdicios y los llevaba a la basura. El resultado fue que don Ignacio, como le decían el director y los profesores, o Nachito, según los muchachos y los padres de familia, enseñó a cientos de alumnos a lo largo de los años los valores del orden, de la limpieza, de la discreción, de la bondad.

Directivos, profesores o personal de apoyo que piense que la labor educativa se acaba en las puertas o en el muro o la cerca perimetral de la escuela, tiene una visión muy corta y pobre de su personalidad como educador. No sólo las calles aledañas, los predios o las parcelas vecinas son una ampliación de la escuela, por las relaciones complejas de que hablábamos, sino también las tienditas, las papelerías, los vendedores ambulantes. Lo menciono específicamente aquí porque si ustedes atienden, verán que los muchachos ante problemas de peleas en la calle, la presencia de personas sospechosas, o las ventas indebidas de cualquier cosa en las cercanías de las escuelas, recurren con mayor frecuencia a los prefectos, a los trabajadores sociales o a los orientadores. Si lo recuerdan, verán que los problemas verdaderamente grandes de comportamiento, de relaciones amorosas, de familia, e incluso de adicciones, los primeros en enterarse son ustedes, los de “apoyo” a la educación. La razón es simple y entendible: en la percepción de los muchachos, los directores y subdirectores, por lo general los profesores, seguramente recurrirán a castigos, a regaños y a la amenaza no pocas veces cumplida de “mandar llamar a los papás”.

Asunto mucho más delicado es una relación cercana y confidencial entre ustedes y los adolescentes a su cuidado. No sólo por razón profesional los médicos, los trabajadores sociales o los orientadores tienen la oportunidad de intimar con los muchachos que tienen cualquiera de los miles de problemas que en esta edad suelen tener, sino también los prefectos, bibliotecarios y demás. Para nadie es un secreto el acercamiento que los muchachos y muchachas tienen con ustedes por razones para ellos nada educativas, pero ciertamente de capital importancia, como suele ser la sustitución de las figuras paterna o materna, la necesidad de un confidente, la admiración por la presencia o por el ejercicio de un deporte. Por tantas causas que no acabaríamos de enlistar. Sin embargo la prudencia de ustedes y su discreción serán las que hagan de estas necesidades adolescentes, un motivo educativo de proyecciones provechosas, porque también pueden hacerlo, y desgraciadamente hay quienes lo han hecho, pera perjudicar a un confiado adolescente para toda su vida.

¿Son o no educadores los integrantes del Personal de Apoyo a la Educación? Quiero decirles que en muchas ocasiones, y de acuerdo a las circunstancias, el trato que reciban o las observaciones que hagan los muchachos en los médicos y trabajadores sociales, en los bibliotecarios, las secretarias, los prefectos y demás, tiene importantísimas consecuencias en su vida, independientemente de que lo lleguen a saber o no, unos u otros.

Vamos a observar este cuadro. El adolescente está formando parte de la Escuela por un lado y de la Familia y de su Comunidad por el otro. En el extremo opuesto se encuentra lo que genéricamente llamamos Formación en Valores. Ambos extremos están unidos por sus respectivas flechas curvas de doble sentido, para indicar que sale de uno y regresa al mismo. O sea, lo que forma la escuela o la familia o la comunidad en los muchachos, ahora mismo o en el futuro regresará a la escuela, familia o comunidad. Por el centro hay una flecha recta que dice “vivencias del educando” y que va al extremo de la Formación en Valores. En la parte inferior la acompaña otra flecha que dice "procedimientos pedagógicos" y en la superior, una dice "Directivos, Profesores y Personal de Apoyo", o sea, ustedes. Esta flecha central no tiene regreso, sino que lo aprendido, formado, construido, por ustedes con el auxilio de los métodos pedagógicos, en Valores, regresa por las vertientes que indican las flechas curvas a la sociedad, a la familia, a la escuela misma.

Ahí está su responsabilidad. La acepten o no ustedes, ahí está. Se les reconozca o no por la administración o la burocracia educativa, ahí está. Sea o no aceptada por los adolescentes o los padres de familia, ahí está.

Conclusiones

La primera conclusión es que, en efecto, ustedes , como Personal de Apoyo o Asistencia a la Educación, tienen un papel muy importante y trascendente como educadores en la Escuela Secundaria.

La segunda es que para ustedes como personas, hombres y mujeres, es muy conveniente que la imagen que tienen de sí mismos, y la que tengan de ustedes los alumnos, los directivos y el cuerpo docente, sea siempre positiva. Esta imagen positiva sólo será posible si ustedes aceptan el papel de educadores y actúan dentro y fuera de la escuela como tales.

Siendo honestos, la tercera conclusión será que si ahora, por las circunstancias que sean, no se posee esa imagen, habrá que trabajar para adquirirla. Éste puede ser un compromiso personal pues, evidentemente, si cada uno logra proyectar una imagen positiva como educador, pronto todo el personal será reconocido y aceptado así.

Ya sé que no estoy hablando de asuntos sencillos ni fáciles, sobre todo porque muchos, a quienes ustedes conocen muy bien, no tienen la menor intención de aceptar y cumplir los compromisos que se contraen con una decisión así; sin embargo, hay que comenzar por uno o dos, o por los doscientos cincuenta que están aquí. Si ustedes lo hacen, créanme, conocerán -a veces hasta las lágrimas- un Valor que no compra ningún dinero: el del Agradecimiento, que engendra satisfacción, alegría y hace más humanas a las personas.

Lo deseo sinceramente para todos ustedes. Y gracias por escucharme

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