Los Medios Didacticos
paocarroyave21 de Agosto de 2012
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LOS MEDIOS DIDÁCTICOS. FUNDAMENTOS CONCEPTUALES.
Con este texto pretendemos clarificar qué son los medios o materiales de enseñanza y su relevancia en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Comenzaremos contextualizando históricamente el papel que los medios y tecnologías de la información y comunicación han jugado en nuestra civilización occidental. Posteriormente presentaremos una definición de los mismos destacando sus propiedades más específicas e identificando las distintas tipologías de los mismos. En un siguiente apartado describiremos los factores que afectan al aprendizaje con medios y materiales, para finalizar este tema dando cuenta de algunos principios para su utilización en los contextos educativos.
1. Evolución histórica de los medios didácticos.
La historia de la tecnología en general, y de los medios de información y comunicación en particular, está íntimamente ligada a la historia del ser humano como sujeto civilizado e inteligente. Sin ellas todavía nos encontraríamos en un estadio prehistórico, similar al de los primeros homínidos de hace varios miles de años. Muchos autores afirman incluso que el homo sapiens es un homo tecnologicus en el sentido de que sin artefactos e instrumentos éste no hubiera alcanzado el grado de dominio que actualmente posee sobre la naturaleza.
Los medios y tecnologías de la información y comunicación, es decir, aquellas que permiten la expresión de nuestras ideas y sentimientos así como el intercambio de información independientemente del tiempo y del espacio han sido, y continúan siendo, el motor o catalizador de los cambios culturales y sociales. Sin los mismos no hubieran ocurrido fenómenos tan relevantes como la expansión del protestantismo en el siglo XVII, la difusión a lo largo del siglo XIX por Europa y América de las ideas ilustradas de los revolucionarios franceses, o la globalización de las comunicaciones en el XX por citar algunos de los hechos más conocidos.
A través de las tecnologías de la información y comunicación el ser humano ha transmitido de generación en generación sus pensamientos, valores y conocimientos, las ha podido extender más allá de su territorio o espacio físico, ha unido a quienes estaban lejanos, ..., en definitiva, a través de los medios los seres humanos hemos ido construyendo el entramado sociocultural de nuestro pasado y de la civilización actual.
Cada tiempo histórico, cada civilización tiene una (o varias) tecnologías idiosincrásicas, hegemónicas para su funcionamiento en el sentido de que se establece una relación simbiótica entre sociedad y tecnología, no una interacción determinista. Ciertos inventos han tenido un fuerte impacto social y cultural no por la mera existencia del artefacto, sino porque se dieron las condiciones sociales, económicas y culturales que permitieron la generalización del mismo (un ejemplo claro de ello, fueron los inventos de la imprenta o la pólvora que fueron creación de la civilización china, pero que en aquel contexto apenas tuvieron difusión.
Un siglo después de su invención estos artefactos encontraron en la Europa renacentista el entorno adecuado para su impacto y difusión). Pero a la vez, el avance, progreso y evolución de una determinada sociedad en sus múltiples planos –económicos, políticos, sociales, religiosos, intelectuales... - está afectada por la(s) tecnología(s) predominantes en ciertos periodos históricos.
A continuación se describirá brevemente, en una perspectiva cronológica, algunos de los hitos tecnológicos más relevantes con relación a su impacto sobre la civilización en general, pero especialmente sobre la cultura y la educación (visión general de la evolución de las formas y soportes de codificación y almacenamiento de la información, así cómo éstas afectan a la construcción social de la realidad y el conocimiento).
Las primeras huellas: iconos en las piedras.
El primer gran hito vinculado con la necesidad de expresión del pensamiento del ser humano fueron los grabados realizados sobre las paredes de cuevas, en grandes piedras o en huesos de animales por las primeras poblaciones de homo sapiens hace más de 20.000 años. Las pinturas de animales de Lascaux en Francia, los bisontes de las cuevas de Altamira en España, los grabados saharianos de Tassili en el norte de África, ... son algunos de los vestigios más destacados en este intento de dejar huella o reflejo del pensamiento humano en un soporte físico distinto al de su mente.
Los iconos grabados en las piedras (en forma de espirales, laberintos, figuras humanas o de animales) fueron las primeras manifestaciones no orales de comunicación. Este fenómeno nos indica que el homo sapiens necesitaba trascenderse, dejar constancia y permanencia de sus ideas y emociones. Se desconocen los motivos y significados de dichos iconos, aunque es probable que tuvieran connotaciones mágicas y/o religiosas. Lo destacable de este hecho es que por vez primera nuestra especie biológica alcanza un alto grado evolutivo de desarrollo intelectual que le permite corporeizar u objetivar su pensamiento en un soporte físico más allá de su cerebro. Esta materialización de las ideas en piedras u otros objetos son la primera manifestación perdurable del pensamiento humano.
La escritura manuscrita. El pensamiento transformado en símbolos.
La madurez expresiva y cultural de la civilización humana no se alcanza hasta la invención de la escritura. La creación de un conjunto de símbolos que combinados bajo ciertas reglas produjeran significado fue, quizás, el hito cultural de mayor relevancia histórica.
Los primeros indicios de la escritura se remontan a 2.000-3.000 años antes de Cristo. El origen de la escritura se debe a la civilización mesopotánica desarrollada en la cuenca de los ríos Tigris y Eufrates. Una de las primeras evidencias que conocemos de un grabado escrito es el código de Hammurabi del segundo milenio anterior a nuestra era.
Sin embargo, los mayores vestigios de la utilización de los signos escritos bajo reglas de combinación y de intencionalidad comunicativa en la Antigüedad se encuentran en la cultura egipcia. Éstos no alcanzaron el nivel de desarrollo del lenguaje escrito en el sentido moderno del término, sino que utilizaron códigos expresivos jeroglíficos que mediante iconos organizados bajo cierta sintáxis denotan significado. De forma similar las culturas precolombinas (Mayas, Aztecas, Incas) desarrollaron un tipo de escritura basada en los códigos jeroglíficos.
La creación de la escritura alfabética llega con los fenicios quienes establecieron un número limitado de signos gráficos que, debidamente combinados, permiten nombrar todo lo existente. Sin embargo, el uso pleno de la escritura al servicio de la cultura y el conocimiento lo realizará la civilización greco-latina. El amplio conocimiento que poseemos en la actualidad de la cultura griega y romana ocurre porque éstos dejaron huella de su pensamiento en obras escritas. Los distintos filósofos y creadores (Homero, Platón, Aristóteles, Ovidio, ...) fueron ante todo escritores, es decir, eruditos que utilizaron el texto escrito como tecnología para comunicar sus ideas. Su pensamiento ha llegado a nuestros días porque registraron sus ideas en documentos escritos.
El dominio de la tecnología de la escritura, es decir, de la capacidad de codificar el pensamiento en un sistema de símbolos textuales, fue durante muchos siglos una habilidad reservada a una minoría de la población. El aprendizaje de la lectura (decodificación) y de la escritura (codificación) es un proceso difícil, largo y complejo. Por ello estaba reservado a pequeños grupos fundamentalmente de naturaleza religiosa. Ese conocimiento pertenecía a la esfera de los misterios de la vida, a los saberes ocultos, a la verdad revelada.
Los documentos escritos (en sus distintos soportes físicos: papiros, barro, papel, únicamente a los iniciados que eran, en su mayor parte, sacerdotes, magos o monjes.
En Occidente, a lo largo de la Edad Media, los libros y documentos escritos estuvieron encerrados en los monasterios cristianos. Escribir un libro era una ardua tarea de artesanía manual. La reproducción de un original se hacía manualmente, por lo que existían muy pocas copias de la misma obra. Los monjes eran los artesanos de la escritura. Se conocían como copistas y esas obras que han perdurado a través del paso del tiempo las denominamos incunables (Una magnífica y entretenida forma de aproximarnos a la atmósfera de misterio de las bibliotecas monacales del medievo y a las tareas de los copistas es leer la novela de Umberto Eco titulada "El nombre de la rosa").
La cultura y el conocimiento en la Edad Media estaban, en consecuencia, únicamente al alcance del clero superior. Éstos tenían acceso a un número reducido de obras ya que la tecnología de la escritura no permitía tiradas de un número importante de ejemplares. Cuando un erudito tenía interés en consultar cierto libro tenía que desplazarse físicamente a la Biblioteca del monasterio correspondiente. Muy pocos lo hacían ya que representaba un enorme gasto de tiempo, energía y dinero.
La circulación de las ideas y de los libros era muy poco fluida y ocurría únicamente en los sectores eclesiásticos cultos. Los siervos, labradores, criados, guerreros, el clero bajo no sabían leer ni escribir ni sentían la necesidad de hacerlo. Era pura cultura oral. Los libros se leían en voz alta,
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