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MANUEL J. CASTILLA Un Gozante, Un Nombrador, Un Nostálgico


Enviado por   •  6 de Febrero de 2013  •  2.889 Palabras (12 Páginas)  •  278 Visitas

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MANUEL J. CASTILLA

Un gozante, un nombrador, un nostálgico (de Prof. Mirta E. Seco y Nora Salazar)

El universo poético de Castilla muestra claramente dos vertientes: la celebración de la naturaleza y el compromiso social.

La naturaleza, en su poesía, se manifiesta en plenitud y es motivo de alabanza constante mientras que lo social se encierra en el silencio, en la inexpresividad que sólo sale afuera en el lenguaje de los gestos, de las manos, de los ojos o del canto.

Su decir es sencillamente profundo. La nominación de las cosas es parte de su singular estilo:

Esta tierra es hermosa.

Crece sobre mis ojos como una abierta claridad asombrada.

La nombro con las cosas que voy amando y que me duelen:

montañas pensativas, lunas que se alzan sobre el chaco

como una boca de pan recién prendido,

yuchanes de leyenda

en donde duermen indios y ríos esplendentes,

gauchos envueltos en una gruesa cáscara de silencio

y bejucos volcando su azulina inocencia.

(De Bajo las lentas nubes - 1963)

En esta tierra nace. En Cerrillos el 14 de Agosto de 1918. Tierra a la que amó y celebró desde el espacio libre del gozante.

Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.

El que bajo las nubes se queda silencioso.

Pienso: si alguno me tocara las manos

se iría enloquecido de eternidad

húmedo de astros lilas, relucientes.

Estoy solo de espaldas transformándome

En este mismo instante un saurio me envejece y soy leña

y miro por los ojos de las alas de las mariposas

un ocaso vinoso y transparente.

En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.

De mí nacen los gérmenes de todas las semilla y los riego llorando con rocío.

Sé que en este momento, dentro mío,

Nace el viento como un enardecido río de uñas y de agua.

Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.

A veces un lapacho me corona con flores blancas

y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo de la tierra.

Miro los cachos del banano,

veo arañar sus dulces dedos de oro

y en las sandías

los genitales verdes del verano llenan mi corazón de poblaciones.

Siento que estoy tapado por luciérnagas

y que en mi pelo crece la niñez del relámpago.

Lo que pisa mi piel igual que arena lo traga para siempre.

La sombra de los pájaros es como un agua negra que acaricia mi nuca,

una hormiga me deja su ají breve en la boca

y me voy a los tumbos en la noche

por el agujereado camino de los sapos.

¿Quién me arrima la paz de la tortuga?

¿Quién desempoza el tiempo de su cáscara?

Soy el que por la piedra lechosa del quirquincho

bebe en miel las abejas

como el rocío maduro de la música.

¿A dónde irán mis ojos llenos de hojas?

¿ Por dónde en ellos vagará el cielo yéndose?

Me mira Dios y sé que aquí, yaciendo,

Lo estoy haciendo despaciosamente

De cara al infinito

Siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.

Si se me antoja, digo, si esperase un momento,

puedo dejar que encima de mis ingles

amamante la luna sus colmillos pequeños.

Miren mis ojos cuando estoy pensando a ver si es que les miento.

Zorros, la cola como cortaderas,

gualacates rocosos,

corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,

garzas meditabundas,

yararás despielándose,

acatancas rodando la bosta de su mundo,

todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste nada y mi alegría.

Después, si ya estoy muerto,

Échenme arena y agua. Así regreso.

(De Cantos del gozante- 1972)

La tierra está presente siempre. En el manifiesto de La Carpa, grupo literario del cual es iniciador, ellos dicen de la tierra: “Creemos que la Poesía es flor de la tierra, en ella se nutre y se presenta como una armoniosa resonancia de las vibraciones telúricas. Creemos que el poeta es la expresión más cabal del hombre, del hombre hijo de la tierra, aunque se yerga como el árbol en aspiración de altura. Conscientes de las solicitudes del paisaje y de las urgencias del drama humano no renunciamos ni al Arte ni a la Vida...”

La tierra es el motivo central de su poesía; de allí es que se reconocen toponímicos que denuncian sus pasos pensantes por la dilatada geografía del noroeste y de los pueblos andinos americanos.

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