METODOLOGIA INVESTIGACION
Gustavo19511 de Mayo de 2014
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UNIDAD I
¿Cómo iniciar una investigación? el proyecto: punto de partida
1.1.- Introducción:
Este capítulo se centra en las acciones con las que se inicia una investigación: elegir el tema, formular el problema y las preguntas de investigación, definir los objetivos (general y específicos), las hipótesis que nos guiarán en todo el proceso, así como justificar la investigación, atendiendo a diferentes criterios.
Su contenido, orientado al aprender a hacer, ofrece algunas definiciones y pautas metodológicas; y muestra algunos ejemplos que podrán ser de utilidad a investigadores noveles que se inician en este ámbito de trabajo.
1.2 Elección del tema.
Como señalan Sabariego y Bisquerra (2004), el interés en un tema es el punto de partida de toda investigación científica. Este viene determinado por la experiencia personal, por lecturas realizadas, por materiales audiovisuales, internet o cualquier otra Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC), por una charla o conferencia, una observación o, de manera general, una idea u ocurrencia.
Figura 1.1: Fuentes de ideas de investigación.
De acuerdo con Sierra Bravo (2003), la elección del tema determina el área científica y la cuestión concreta a la que se va a referir la investigación. No obstante, esto no significa que sea tarea fácil, pues hay que dar respuesta a qué investigar y a qué buscar.
Sin duda, la primera etapa que debe cubrir el investigador es saber seleccionar el tema que desea investigar. Para ello tiene que valerse de su relación con el tutor o director que le ayudará en el proceso, en su conocimiento sobre la temática y la experiencia que haya acumulado en relación con ella. De manera general, no es recomendable acometer un tema que se desconozca o para el que no se esté suficientemente preparado, puesto que es posible que se encuentren obstáculos en el camino emprendido, incluso, sorpresas que impidan continuar la investigación. Sea como fuere, es muy importante someter al juicio del director de la investigación el tema elegido o que se piensa elegir.
Como un paso intermedio, el investigador puede llevar a cabo el análisis de las características que presenta el tema sobre el que quiere trabajar, para lo cual se puede plantear algunas cuestiones:
a) ¿Es un tema atractivo? ¿Por qué razones? Esto contribuirá a una motivación añadida o por el contrario incrementará la fatiga y el pesimismo ante algo que no le convence en exceso. Deberán combinarse la motivación personal, el atractivo que pueda tener, y las posibilidades de ser estudiado (Buela-Casal, 2005).
b) ¿Es un tema novedoso? Puede que no sea nuevo, pero novedoso sí. Es decir, con capacidad para absorber cambios, actualizaciones o mejoras debidas al paso del tiempo, a otras cuestiones emanadas de su propia naturaleza, incluso el contexto en el que se piense desarrollar.
c) ¿Puede servir el tema para elaborar teorías? El estudio que se piensa desarrollar puede servir para crear bases teóricas que den lugar a nuevos estudios.
d) ¿Es fácilmente accesible o presenta de partida inconvenientes que dificultan el acceso al mismo? Entran aquí cuestiones como bibliografía imprescindible y aplicación de instrumentos de recogida de datos. En ocasiones la temática es tan específica que ya de partida se reconocen dificultades para poder acceder a la misma.
Algunos ejemplos de temas susceptibles de investigar (vinculados a la investigación social, en este caso) son los siguientes:
- Inmigración.
- Educación intercultural.
- Orientación e intervención psicopedagógica.
- Acción tutorial.
- Agresividad y conflictos en el aula.
- Integración de las TIC.
- Las TIC en el proceso de aprendizaje del niño de Educación Infantil.
- Organización de centros educativos.
- La convivencia en la escuela.
En un primer estadio el tema resulta excesivamente amplio y vago, por lo que se impone realizar una mayor concreción del mismo.
1.3.- Formulación del problema.
La elección del tema constituye un primer acercamiento a la definición del objeto de estudio, pero necesariamente deberá afinarse y concretarse en un problema de investigación. Para ello generalmente se precisa de una revisión bibliográfica y/o consulta a expertos en el área temática que se esté valorando.
La formulación del problema es un momento relevante en el proceso, dado que condicionará las definiciones posteriores para continuar el proceso. Y es que cualquier investigación viene precedida de la existencia de un problema, una situación que requiere de una respuesta o solución, o bien un vacío de conocimiento al que se pretende responder mediante ella, ya sea teórico y/o metodológico y/o práctico (en función de si se trata de una investigación básica o aplicada). Ninguna investigación científica puede acometerse si no se plantea un problema.
El concepto de problema adquiere matices diversos según las definiciones que se recojan y la formación de los autores que las hagan. Al ser un término de uso popular, su acepción en el marco de la metodología de la investigación merece una distinción.
La Real Academia Española de la Lengua ofrece en su Web un listado de definiciones, entre las que destaca el "Planteamiento de una situación cuya respuesta desconocida debe obtenerse a través de métodos científicos".
Esta respuesta que el investigador no conoce va a suponer para él un reto, puesto que su anterior punto de partida es el tema elegido. Por tanto, deberá concretarlo y reducirlo ahora a algo investigable (McMillan y Schumacher, 2005), lo que conllevará diversas revisiones en tandas sucesivas hasta descender a lo realmente singular y particular. Para conseguirlo puede resultar muy útil identificar la población, las variables y la lógica que confiere consistencia al problema en sí mismo. Este proceso, aunque pueda parecer fácil, encierra mucha dificultad, especialmente para los investigadores poco experimentados, pues conlleva la capacidad de reducir todos los datos recogidos. De este hecho se desprende la necesidad de realizar un adiestramiento y un trabajo previo.
En tal sentido, puede ser útil conocer algunos tipos de problemas:
• Teóricos: su propósito es generar nuevos conocimientos (investigación básica).
• Prácticos: los objetivos van destinados a la transformación de una situación concreta (investigación aplicada).
• Teórico-prácticos: para obtener información desconocida en la solución de problemas de la práctica (investigación aplicada).
A partir de aquí es necesario ya elegir correctamente el problema, para lo cual el investigador va a depender de su experiencia en el tema (algo que ciertamente adquirirá conforme avance el estudio, pero en este momento inicial, puede ayudarse de la revisión de la literatura, o bien la consulta a expertos), la importancia y relevancia científica que tenga éste en sí (que no se convierta en algo trivial e insignificante) o la actualidad del mismo.
Lo siguiente será explicar el problema hasta llegar, finalmente, a su formulación definitiva. Para esto pueden servir de guía los criterios siguientes (Kerlinger, 1975):
• Debe implicar de alguna manera que el fenómeno planteado se pueda observar.
• Manejar dos variables como mínimo, lo cual facilita la definición del área problemática con mayor precisión.
• Definir con claridad el problema: hacerlo de forma que no deje lugar a dudas, que cualquier persona entienda bien lo que se plantea.
• Delimitar los aspectos que abarca.
Un problema que esté bien definido y planteado, además de evitar quebraderos de cabeza al investigador, ya supone un avance considerable hacia su solución. De acuerdo con Cardona (2002, p. 70), ayudará al investigador hacer referencia en la definición del problema a: qué se estudia (objetivos), con quién (sujetos) y cómo se estudia el problema (variables). Esto lleva a contextualizar la situación problemática, es decir, no entrar directamente en la definición sino encuadrar el fenómeno que ha de investigar en una situación, un contexto o un panorama general que facilite la identificación y la comprensión del problema. Además, servirá de ayuda al investigador para no perderse en el intrincado proceso que está poniendo en marcha. Valdrá para ello todo tipo de información relevante sobre la naturaleza del problema, historia, estructura, síntomas, etc. Situar, en definitiva, su origen en cuanto a los intereses profesionales o científicos del investigador, sus conocimientos sobre el tema y la utilidad que dará a los resultados de la investigación.
Aunque hay autores que no plantean el problema en forma de pregunta de manera exclusiva (Cardona, 2002; McMillan y Schumacher, 2005), lo más habitual es hacerlo en forma de interrogante (Bisquerra, 2004; Buendía, Colás y Hernández, 1997; Latorre, Rincón y Arnal, 2003; León y Montero, 2002). En la tabla 1.2 se recoge un ejemplo de una secuencia de formulación de un problema en forma de pregunta, donde se aprecia que existen aspectos de la realidad a investigar que no deben sobreentenderse.
MAL FORMULADO:
¿Existen diferencias entre los alumnos que aprenden a leer mediante el método silábico y los que lo hacen por el método global?
MEJOR:
¿Existen diferencias entre alumnos del primer nivel de Ed. Primaria que aprenden a leer mediante el método silábico y los que lo hacen por el método global?
BIEN:
¿Existen
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