ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Maltrato Animal

humbertina1 de Mayo de 2012

9.283 Palabras (38 Páginas)1.021 Visitas

Página 1 de 38

Capitulo 2

LOS NIÑOS SALVAJES Y LA FASE

DEL ESPEJO

Hemos visto que cantidad de prejuicios ideológicos hay que romper para plantearse bien la pregunta: ¿Qué es un niño? Uno de los más frecuentes es el que se refiere al naturalismo, este prejuicio naturalista del que ya habíamos hablado, ha sido sinembargo puesto en cuestión por investigaciones antropológicas y psicológicas deuna manera fundamental. Me voy a detener en este punto para ilustrar la tesis siguiente: el hombre es un producto de la sociedad; no se nace hombre, eso es algo que a uno le ocurre. Entre todos los seres, como había visto Wallon, probablemente no hay ninguno más desprovisto de un aparato instintivo de respuestas adecuadas a las situaciones del medio que el hombre: coge las llamas, se ahoga en el agua, etc. Su conducta es esencialmente adquirida, aprendida. Podríamos decir que es aprendida por un proceso tan complejo que el hombre mismo es ese proceso de aprendizaje. Y cómo se llega a eso es lo que vamos a estudiar. La antropología descubrió la inmensa variabilidad humana. Voy a referirme a Los Niños Salvajes de Lucien Malson. En el capitulo I de su libro dice así: “Espreciso tomar conciencia de esta diversidad a la vez en el orden sincrónico oestático y en el orden diacrónico o dinámico (este último se refiere a la evolución1Lucien Malson, “Les Enfants Sauvages”. Cap. 1, Pág. 27.de las sociedades o a la evolución del niño y del adolescente en un pueblo dado).”En el orden sincrónico, considerando las sociedades que coexisten hoy sin tener en cuenta su desarrollo, en una perspectiva no histórica, sino simplemente las sociedades tal como existen hoy, abundan las observaciones que refutan la tesis de una similitud específica y todas muestran como la educación modela la personalidad, la inteligencia, y el carácter. El hombre recibe del medio, ante todo, la definición de lo bueno y de lo malo, de lo confortable y de lo inconfortable .Dice por ejemplo este autor: “Los indígenas de Oceanía prefieren el pescado en descomposición y otros indios los huevos podridos”. Este fenómeno en la alimentación se puede observar en otras sociedades que este autor no trae a cuento. Los Nambicuaras, estudiados por Levy Strauss, son insectívoros; consideran un verdadero manjar los grillos y las arañas, en cambio las gallinas no las prueban y son consideradas como adorno. Si un Nambicuara viera a la gente de nuestra sociedad reunida en un prado comiéndose un pollo y al mismo tiempo dejando escapar los grillos y las arañas que le brincan a su alrededor, se moriría de risa, así como nosotros lo haríamos al ver al Nambicuara. Pero una cosa no es más natural que la otra, ambas son formaciones sociales. Esta es una apertura espiritual que nos ha abierto la etnología: tenemos que consolidar de la manera más firme posible la variabilidad extraordinaria de la humanidad. Lo agradable y lo desagradable son también datos sociales, no creamos que son gustos personales, o que para el hombre es mejor tal cosa que otra; si al uno le gustan más los grillos que la gallinas y al otro las gallinas que los grillos eso es un producto social; ninguna de las dos cosas es natural, el hombre es artificial. Para dormir, un pigmeo busca una raíz de madera, el japonés una cajita que coloca debajo de su cabeza. El hombre recibe así de su contorno cultural la manera de ver y de pensar el mundo. En el Japón es de muy buen gusto juzgar a los hombres un poco más Viejos de lo que parecen; cuando se les interroga sobre eso siempre cometen errores por exceso sobre la edad. Se ha encontrado también que la percepción de los colores, movimientos y sonidos se encuentra orientada y estructurada por los modos de existencia; lo mismo puede decirse de la memoria y del conjunto de funciones cognoscitivas. El hombre recibe de su entorno cultural también las actitudes afectivas típicas. Esto es un punto supremamente importante, pongámosle mucho cuidado .Hay otro concepto que debe ser empleado de una manera muy cuidadosa puesto que casi siempre es falso: es el concepto de instinto referido a las conductas humanas. Todos los afectos humanos son aprendidos dentro de una determinada organización social .Algunos hablan por ignorancia del instinto materno, es decir, que la madre tiene una tendencia instintiva a amar al niño. Eso no es cierto. Existen sociedades enteras en donde ocurre algo completamente distinto, la costumbre es regalar el bebé que nace al vecino o al huésped, quien tiene un niño lo primero que le preocupa es saber a quien se lo va a regalar. Así, hay varias sociedades en donde lo “natural” es regalarlo; esa no es una relación instintiva sino una relación social. Hay que pensar este orden de vida cuando estudiamos al hombre. Las formas simbólicas y lingüísticas en las que se estructura la conducta humana, no viene simplemente, como suele creerse a yuxtaponerse a otras formas instintivas de tipo animal y natural, sino que viene a abolir las formas instintivas. Por eso en la especie humana se presentan fenómenos como los que estamos considerando. Por ejemplo, el fenómeno de la relación madre hijo que varía por completo de una sociedad a otra. Hay sociedades en las cuales el apego de las madres a los hijos es enorme. Entre los indios de Norte América y el Canadá hay tribus en las cuales se da de mamar al niño hasta los doce años. Algunos antropólogos han encontrado con cierta frecuencia entre esos indios que cuando la madre muere, a la abuela le viene la leche. En cambio, como vimos, en otras sociedades se regala el niño tan pronto nace. No se puede fijar una conducta humana para con los hijos como dada por la naturaleza; los sentimientos afectivos de la madre hacia el hijo no son naturales, son sociales. Entre los Maorí por ejemplo, se acostumbra mucho llorar, sin embargo, ocurre un fenómeno curioso, se llora cuando regresa el viajero y no cuando se marcha. Lo mismo ocurre con otras relaciones que nos parecen instintivas y que proyectamos a los animales como si los fenómenos animales y humanos fueran lo mismos. Hay por ejemplo uno que vale la pena mencionar: los celos. Se puede llegar a pensar que es un dato de la naturaleza, pero no hay tal. Hay sociedades en donde los celos son terribles – en algunas regiones de España y Arabia – pero en otras se desconocen por completo; por ejemplo, entre los Esquimales hay un fenómeno que los antropólogos han llamado “Hospitalidad Conyugal”, consiste en que el huésped invitado a la casa es también invitado a dormir con la esposa. En esas sociedades si alguien habla de celos ni su idioma ni sus costumbres tienen nada que les permita comprender a qué se están refiriendo. Tampoco podemos considerar los sentimientos como heredados. Ese es otro concepto que hay que estudiar con mucho cuidado: el concepto de lo hereditario en lo psíquico. Ninguna investigación moderna permite la suposición de tal herencia. Algunos psicólogos norteamericanos han estudiado doscientos veinte casos de gemelos un vitelinos; el resultado de la investigación fue en resumen así: sí han sido criados en ambientes diferentes tienen toda clase de diferencias físicas, caracterológicas o intelectuales; sí han sido criados en ambientes iguales tienen Tantas semejanzas como hermanos no univitelinos. Existen procesos de identificación Mutua pero no se puede describir como hereditario prácticamente nada de su conducta ni de su comportamiento psicosocial. Por supuesto que estos casos han sido estudiados porque allí el esquema cromosómico de la herencia es idéntico, era una forma casi de laboratorio de estudiar en qué medida rasgos psíquicos pueden ser hereditarios. Pero los resultados de las investigaciones, cuando han logrado diferenciar ambientes, son todos negativos. Una investigación muy curiosa muestra que el nivel intelectual entre los esposos, cosa que por su puesto no tiene en nuestra cultura una herencia común, es más similar que entre gemelos que tiene un esquema cromosómico común, es decir, que toda investigación antropológica, sociológica, psicológica tiende a indicar una y otra vez que en el comportamiento, adquisiciones, sentimientos e incluso la percepción humana son configurados por el medio. Lo que un pueblo concibe como un dolor psíquico muy grave, otros no lo conciben así. Es muy útil estudiar en diversos pueblos la reacción ante la muerte. Hay algunos que la consideran una buena cosa y existe un fenómeno muy curioso Entre los indios de Norte América de una muerte más o menos voluntaria, pero que no se puede considerar, como entre nosotros, un suicidio. Cuando se Sienten muy viejos y cansados organizan con un cuero su cama en medio del bosque, se acuestan a morir y mueren; el resto de la sociedad celebra por ellos su muerte. Otras sociedades consideran la muerte como un fenómeno extraordinariamente trágico. Tampoco hay por lo tanto una conducta instintiva o heredada sobre la muerte. Las relaciones con el cuerpo varían también de una forma extraordinaria, por ejemplo los Maorí son capaces de hacer gimnasia visceral cosa que ninguna otra sociedad puede hacer: mover a voluntad las vísceras. Hay sociedades donde se consideran muy dolorosos ciertos fenómenos, por ejemplo el parto, en otras no. Es decir que nosotros no nos encontramos ante la idea de la naturaleza humana, la humanidad es un producto de la sociedad. Voy a comentar el fenómeno de los niños salvajes porque es muy aleccionador y ha sido estudiado por muchos investigadores, me refiero principalmente al libro del Malson. Se conocen cincuenta y tres casos de niños encontrados en un estado de abandono, es decir, separados de todo contacto con la humanidad; la mayor parte han sido casos de niños adoptados por animales: por lobos, son muy conocidos en la India, y en Europa por osos; hay un caso de una niña adoptada por un leopardo. Fenómeno

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (53 Kb)
Leer 37 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com