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Mujeres De Excelencia


Enviado por   •  24 de Mayo de 2014  •  2.607 Palabras (11 Páginas)  •  305 Visitas

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TEMA DE EVENTO

MUJERES AGENTES DE PAZ 2014

“Mujeres de Excelencia, aportando para la paz”

Introducción

H

oy tenemos una extraordinaria oportunidad de cambiar nuestra vida, de hacerla aún mejor, ya que escucharemos una propuesta inigualable respecto del papel más importante que nos fue dado: el de ser portadoras de paz para nuestra familia y sociedad.

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Ustedes estarán de acuerdo conmigo en que el sueño de toda mujer es lograr vivir en paz consigo misma y en unidad con su familia, logrando así la tan anhelada felicidad. Lamentablemente muchas mujeres se frustran al comparar su realidad con este ideal y terminan derrotadas, aceptando casi siempre con gran amargura la vida que “les tocó”, sin darse cuenta del poder especial que Dios les ha dado para transformar su vida, ser felices y aprender a llevar bendición a su casa, a su ambiente, a su hogar, y desde allí, al mundo entero. En otras palabras, Dios la creó para trascender y si la mujer no descubre cómo hacerlo, sencillamente nunca podrá llegar a ser feliz.

Ahora bien, es la casa, el hogar, ese primer escenario donde la mujer logra desarrollar una labor trascendental que puede llegar a afectar al mundo entero. Pero todo comienza en el significado que la mujer dé a su casa, a su hogar.

Para algunas mujeres, por ejemplo, su casa representa un sueño, el anhelo más grande de su vida, la razón de esforzarse, trabajar duro y hacer muchos sacrificios. Es su fin en la vida, la inversión más grande e importante, que les genera estabilidad y seguridad.

Para otras mujeres, la casa se convierte en el centro de su vida, en su ídolo, la manifestación de su vanidad (muebles de última moda, la decoración que deje boquiabiertas a amigas, familiares y conocidos), etc.

Para otras, no representa mucho, es el lugar donde se llega a comer y dormir y en donde literalmente ¡no queremos hacer más! Estas casas generalmente son descuidadas y simples, pues a sus dueñas no les importa cómo se vea, lo importante es que tenga a dónde llegar.

Para que nuestra casa llegue a ser una edificación de excelencia, necesitamos vivir un proceso de mejoramiento.

En este año de la Excelencia, como se ha denominado aquí en la familia del CENTI, como nunca, recordamos la frase de nuestro fundador y padre en la fe el Dr. Néstor Chamorro: “debemos ir de lo bueno a lo mejor y de lo mejor a lo excelente”. Pues este mismo proceso es el que nos delinea la Palabra de Dios para nuestras casas.

Hoy quiero invitarles a escuchar una propuesta que desde los tiempos bíblicos logró cambiar la forma de pensar, de sentir y de actuar de las mujeres y de toda una sociedad, transmitiéndose de región a región y de generación tras generación hasta lograr transformar el mundo entero: “La mujer sabia edifica su casa” (Prov. 14:1). Esta propuesta dada por Dios mismo, el Creador y diseñador de la mujer, tiene tres aspectos fundamentales:

Una mujer que alcance la sabiduría puede edificar su casa, es decir: Levantar, nutrir, establecer, solidificar, unir, fortalecer su hogar, no importa las condiciones en que éste se encuentre.

Toda mujer puede marcar la diferencia y ser bendición a su familia desde sus distintos roles en el hogar: esposa, madre, hija, hermana, nuera, suegra, etc.

Una mujer sabia edifica no cualquier casa, no una buena simplemente, ni siquiera una mejor, sino una excelente. Veamos lo que esto significa:

1. Una buena casa (hogar): un lugar de habitación

Una buena casa, es un lugar adecuado de habitación, de descanso, de reposo y de recreación. Implica un lugar físico adecuado y digno para quienes lo habitan (limpio, ordenado, bien dispuesto, bien cuidado, agradable y de buen gusto, lo cual no necesariamente significan lujos y suntuosidades). También implica un ambiente que supla las necesidades físicas de sus miembros (buen vestido –ropa adecuada, necesaria, en buen estado y de buen gusto. Alimentación - comida sana, balanceada, preparada con amor).

Muchas mujeres se ocupan tanto en su trabajo que descuidan su casa, le delegan su cuidado a terceros, pues lo miran como pesada carga de la que quisieran prescindir. Han perdido el gozo y han caído en la simpleza, así que ya no importa cómo se ve la casa o en qué condiciones se encuentra su familia. A veces, aunque se preocupan por el aspecto físico de sus casas, no lo hacen así con el ambiente cálido y sustentador que debe tener, así que sus casas son como bonitas estructuras, como hoteles a donde se llega a comer y dormir.

2. Una casa mejor: un lugar de paz (Salmo 127)

Aunque logremos lo anterior y nuestra casa sea un buen lugar para habitar, el reto sigue creciendo, pues la influencia del hogar debe trascender de lo físico a lo emocional y espiritual. Una mejor casa, es aquella que se convierte en un refugio de paz para quienes la habitan. No podemos conformarnos con vivir bajo el mismo techo, uniéndonos para cohabitar en una en una relación de mutuo interés, y llamar a eso familia.

Como mujeres tenemos la responsabilidad de establecer estructuras sólidas donde cada uno de los miembros de nuestra familia se puedan nutrir emocional y espiritualmente, y esta es una tarea que no se la podemos delegar a otros, ni a la familia extendida (abuelos, tíos...), ni a la niñera, ni a al líder de turno, ni al colegio. Si bien es cierto hay personas que pueden ayudar, de ninguna manera podemos permitir que otros nos sustituyan en esta tarea.

Pero, ¿cómo podemos cumplir este gran reto?

-En primer lugar, reconocer que la familia tiene un origen espiritual y sólo con la Presencia de Dios en medio de ella podemos traer el orden, la paz, la estabilidad, la prosperidad integral y el verdadero amor que cada miembro necesita (Salmo.127:1)

-En segundo lugar, que las mujeres somos claves para acercar la familia a Dios, para enseñarles a volver la mirada a Dios y pedir su dirección. Dios nos ha hecho “Protagonistas”, no espectadoras de lo que sucede en y con nuestras familias. (Tenemos ejemplo en extraordinarias mujeres de la Biblia que nos trazan un camino seguro y nos muestran cómo pusieron el fundamento espiritual en sus familias, logrando influenciar a naciones enteras: Eunice y Loida en la formación del gran hombre de fe llamado Timoteo,

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