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Museo Guggenheim en Bilbao

amay21Ensayo17 de Septiembre de 2013

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Museo Guggenheim en Bilbao

Arte y Economía, un matrimonio de conveniencia: el Museo Guggenheim en Bilbao

Aunque el fin de un museo es constitutiva y esencialmente cultural, prolifera el número de museos a los que se adjudica un cometido económico, es decir, la re-activación/diversificación urbanístico-económica de ciudades. El Guggenheim de Bilbao constituye un ejemplo paradigmático de este tipo de museos y, al mismo tiempo, eficaz en términos de atracción de visitantes y turistas. Pero la efectividad de este tipo de museos como motores de desarrollo no es automática, sino que depende de condiciones geográficas, sociales, económicas, empresariales y culturales: Las que se analizan en este artículo, basándose en el caso del Museo Guggenheim de Bilbao.

Palabras clave: regeneración urbana, cultura, museos, reactivación económica.

¿Puede un museo reactivar la maltrecha economía de una ciudad? ¿Debería hacerlo? ¿No estaría desvirtuando su cometido principal, el del arte? ¿Por qué algunos museos convierten una ciudad en destino turístico, y otros no? ¿Existe, para ello, alguna fórmula mágica? El Museo Guggenheim de Bilbao constituye un ejemplo próximo de museo creado para reactivar la economía de una ciudad. Paradigma de este tipo de estrategias, analizamos en este artículo las condiciones que deben reunir este tipo de iniciativas para convertirse en eficaces motores del desarrollo local.

Hay que puntualizar que, en todo caso, en el caso Guggenheim la motivación fundamental para su puesta en marcha estaba en el interés de la fundación Guggenheim New York por crear una nueva sede del museo en Europa. A esa conveniencia se unió la necesidad de superar el declive en que se hallaba sumida Bilbao y el convencimiento, por parte de los promotores vizcaínos de la importancia del arte contemporáneo en las sociedades modernas para la generación de bienes y servicios.

Los museos no se hallan exentos del fenómeno de la globalización, siendo su modelo paradigmático, aunque no libre de tensiones, el Guggenheim de Nueva York. El Louvre, el Pompidou, el Hermitage y el Guggenheim de Nueva York están enfrascados en operaciones planetarias, tratando de multiplicar sus sedes. Latinoamérica, Asia y los Emiratos Árabes esperan sus réplicas. Prima la arquitectura de grandes dimensiones y los proyectos caros. Ahora Abu Dhabi, en el Golfo Pérsico, proyecta construir un gigantesco distrito cultural con Frank Gehry, Jean Nouvel, Zaha Hadid o Tadao Ando como arquitectos de renombre internacional. Francia prestará a su futura sede del Louvre en Abu Dhabi obras procedentes de varios museos.

Pero el mencionado emirato árabe no es el único. La ciudad de Vilnius (Lituania) busca un Museo Guggenheim-Hermitage para impulsar el turismo cultural. Y en 2012, la ciudad francesa de Lens se abrirá el llamado Louvre-Lens, diseñado por el arquitecto japonés Sanaa, y que estará regularmente alimentado por obras del depósito central del museo de París. Financiado con Fondos Europeos, se pretende levantar una zona del Norte de Francia deprimida sobre todo por la situación del carbón, el textil y el sector del acero, tres sectores que difícilmente sobreviven a la mundialización. Con la apertura de la sucursal del Louvre, la ciudad de Lens aspira a convertirse en foco de una notable atracción turística, y poder así reactivar su maltrecha economía.

Bilbao pasará a la historia como el laboratorio de un museo como reactivador económico y museo globalizado. Por primera vez en la Historia un museo –el Guggenheim de Nueva York- abre una sucursal (realmente una franquicia) en un país extranjero. Comienza la internacionalización de los museos. Por segunda vez en la Historia -la primera fue el Tate-Liverpool- se concibe un museo para el crecimiento económico, cuando hasta la década de los ochenta los museos se concebían como instrumentos de difusión cultural.

Estas estrategias son financieramente costosas, de un alto riesgo operativo y reducido ratio de éxito. Algunos fracasos dignos de mención son el National Centre for Popular Music en Sheffield (UK), el Nagoya/Boston Museum of Fine Arts (Japón), el Contemporary Art Museum KIASMA de Helsinki, la expansión del Milwaukee Art Museum (USA), o el West Kowloon Cultural Project en Hong Kong y el Pompidou-Shanghai (China), por mencionar algunos.

El objetivo de este artículo es ahondar sobre los factores y condiciones que determinan el grado de éxito o fracaso de estos museos de arte globales, que se emplean como dinamizadores locales, verdaderos iconos para la globalización de las ciudades. Para realizar este análisis tomaremos como referencia el Museo Guggenheim Bilbao, que se puede considerar un ejemplo paradigmático de este tipo de museos. Por ello, tras presentar brevemente las estrategias globales de revitalización del Bilbao metropolitano y revisar los distintos trabajos que analizan el papel de los museos en la regeneración de las ciudades, nos centraremos en el análisis de los factores que han convertido al Museo Guggenheim en uno de los motores dinamizador de la actividad económica de la ciudad.

Estrategias de regeneración urbana del Bilbao Metropolitano

A mitad de los años ochenta comienza la preocupación de los organismos públicos para la revitalización económica y urbana de Bilbao, una ciudad fuertemente deteriorada por el declive industrial. En este proceso de recuperación se sigue la estela de la regeneración desarrollada en numerosas ciudades europeas y norteamericanas, como Pittsburg, Birmingham o Glasgow, que siguiendo la nueva corriente dominante reorientan la política urbana hacia el urbanismo equipamental/empresarial, lo que le lleva a adoptar una estrategia de revitalización alrededor de proyectos emblemáticos de gran escala. Con la adopción de las llamadas “nuevas políticas urbanas” aparece el discurso de las políticas urbanas empresariales como mecanismo de revitalización urbana, dando lugar a la “ciudad emprendedora” o “ciudad empresarial”. Esta corriente sostiene que la ciudad desempeña un papel central en la actuación de las economías regionales y nacionales. Por lo tanto, es necesario que la ciudad actúe eficientemente en un medio competitivo dominado por la globalización de la actividad económica y el crecimiento de los flujos de inversión internacional. Las administraciones asumen un papel emprendedor y comercializan la ciudad tratando de transmitir una nueva imagen y atraer nuevas actividades (Armas, 2007). En este contexto, las ciudades compiten para atraer inversiones, visitantes y ciudadanos, lo que obliga a las ciudades a fortalecer sus ventajas locales respecto a otras ciudades; estas ventajas incluyen las infraestructuras culturales, mejorar los estándares de vida, disponer de servicios o instalaciones urbanas y buenas comunicaciones (González, 2004a).

Para poner en marcha esta regeneración, Bilbao comenzó a diseñar y ejecutar diferentes proyectos de revitalización con el objetivo fundamental de cambiar la imagen de la ciudad. Un nuevo paisaje en el que primase el sector servicios sobre la manufactura tradicional (Gómez, 1998).

El consenso existente entre las distintas instituciones públicas sobre la necesidad de concertar esfuerzos y llevar a cabo acciones coordinadas hacia la revitalización de Bilbao, derivó en la elaboración de un Plan Estratégico a cargo del Gobierno Vasco, y la Diputación Foral de Bizkaia. Este Plan, a diferencia de los anteriores instrumentos de planificación urbana- Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y el Plan Territorial Parcial del Bilbao Metropolitano -directiva metropolitana- (que siguen existiendo y que dan cobertura legal a las acciones del Plan Estratégico en materia territorial y urbanística, si las hay)-, se caracteriza por poseer, como documento, un carácter global e integral, con pretensiones de una mayor visión de futuro (Rodriguez, 1998). Sus objetivos pasan por el desarrollo de recursos humanos cualificados, la creación de una ciudad de servicios avanzados, la mejora del transporte, la regeneración medioambiental, la mejora de la calidad del entorno urbano a través de la recuperación de espacios industriales abandonados y deteriorados, el desarrollo de la cultura con la construcción de nuevas infraestructuras, y la coordinación y mejora de la capacidad de gestión de las administraciones públicas y privadas (BM-30). Para llevar a cabo este Plan Estratégico de Revitalización de Bilbao, los dos organismos públicos crearon en 1991 una sociedad gestora, Bilbao Metrópoli-30, encargada de reunir a todos los actores públicos y privados involucrados en las tareas de regeneración.

Es en este contexto que, en 1992, fruto de la colaboración interinstitucional entre las administraciones nacionales, regionales y locales, se crea la sociedad ‘Bilbao Ría 2000’. Creada como un organismo privado, ‘Bilbao Ria 2000’ opera en la práctica como una agencia cuasi-pública. Será la encargada de recuperar algunas de las zonas degradadas y áreas industriales en desuso, mejorando el entorno urbano.

La estrategia de regeneración de Bilbao se ha desarrollado en varios ámbitos (González, 2006): a) se actuó en el entorno físico de la ciudad a través de la recuperación de espacios urbanos e industriales abandonados tras el declive de la industria y la reorganización de la actividad portuaria a lo largo del Área Metropolitana, que se convierten en el eje vertebrador de la regeneración urbana; b) se desarrollaron grandes proyectos urbanísticos, nuevas infraestructuras y edificios emblemáticos diseñados, principalmente, por arquitectos de renombre internacional: infraestructuras de transporte (construcción del Metro y del Aeropuerto,

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