Narrativa De Las Prácticas Pedagógicas

El ejercicio propuesto me invita a narrar una experiencia significativa en mi práctica pedagógica teniendo como referentes los intereses planteamientos de Aracelis de Tezano en su artículo “Oficio de enseñar – Saber Pedagógico: La relación fundante”. Considero oportuno hacer un breve recuento del texto; la autora expone que la reflexión sistemática que el maestro hace sobre su experiencia en su práctica es saber pedagógico, pero aclara que esta reflexión debe ser crítica, escrita y compartida con los pares intelectuales para que trascienda. Además sostiene que el saber pedagógico le da sentido al oficio de enseñar.

En el documento hay diferentes elementos estrechamente relacionados con la educación en Colombia, por ejemplo la crítica que hace la autora frente a la ausencia de construcción de saber pedagógico. Es innegable que muy pocos docentes tienen el saludable hábito de escribir sus experiencias aunque reflexionen sobre ellas. Tambien cuando analiza la absurda evaluación que se está imponiendo en diferentes países latinoamericanos, y es la evaluación por competencias; De Tezano argumenta que las capacidades y no las competencias son mesurables, por tal razón es contradictorio evaluarlas con pruebas escritas, y peor aun cuantitativamente, caso palpable en nuestro país.

Un tópico que aborda la autora que tambien guarda relación con la realidad educativa colombiana es al referirse a los contextos de nuestros estudiantes, y a que todos los chicos tienen potencialidades pero depende de sus realidades, sus condiciones socioeconómicas que éstas se desarrollen. En nuestro país la mayoría de los chicos son jóvenes en riesgo social, teniendo en cuenta que es éste un estado convulsionado por innumerables flagelos como el conflicto armado, diferentes modalidades de violencia, desempleo, injustica y desigualdad social, falta de oportunidades, ausencia de un pensamiento crítico en la sociedad, entre muchos otros elementos que convergen para que nuestros niños y niñas sean candidatos por excelencia a ser víctimas, victimarios; a ser desertores de la escuela, a no trascender y a no tener un mejor devenir, entre otros panoramas posibles.

En el año 2007 tuve una experiencia realmente enriquecedora, y a pesar de ser en aquella época muy inexperta en cuanto a mi profesión pude hacer buen uso de contenidos aprendidos en la universidad y en los centros de práctica pedagógica.

Ocurrió en un pueblito pesquero alejado de la ciudad, en el cual sus habitantes no tenían muchas opciones para subsistir dignamente. El nivel donde trabajaría era transición, con niños entre los cuatro y seis años de edad. Este contexto rural era realmente nuevo para mí, pero pude fácilmente adaptar mi cultura a la de aquella pequeña población y a la de los niños. Eran niños desmotivados en todos los aspectos posibles, iban sucios a la escuela, llegaban tarde, no disfrutaban de juegos y rondas infantiles y la mayoría asistía por adquirir un certificado de asistencia para poder cobrar una insignificante ayuda económica

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