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Niños Orquidea Y Niños Diente De Leon


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2012  •  2.311 Palabras (10 Páginas)  •  1.321 Visitas

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Los niños del ‘diente de león’.

He aquí el nombre que los noruegos le dan a ciertos niños que se desarrollan bien a pesar de tener dificultades muy grandes. Podemos encontrar a estos niños en nuestras vidas o en las historias que oímos. ¿Quién no leyó el diario de Anna Frank? ¿Cómo es posible que una adolescente crezca en tales circunstancias de clandestinidad, de amenazas y de guerra? Más que resistir, continuaba haciendo proyectos de futuro, planificando su vida. Quería hacerse periodista después de la guerra. Planeaba sus estudios y tenía una bonita amistad.

En la Biblia conocemos la historia de José, traicionado por sus hermanos y convertido en virrey de Egipto. Perdonó a sus hermanos y encaró la vida de forma sorprendente. En la película de Billy Elliot, huérfano de madre cuyo padre está en paro, él se abre camino en la vida gracias al baile.

¿Cómo es posible? Muchas leyendas y cuentos explican tales historias de vida, pero también en

Nuestro entorno encontramos historias que nos sorprenden gratamente, como la de una abuela que tuvo una infancia difícil pero está pletórica y con alegría por vivir. Llamamos a esta capacidad de crecer a través de grandes dificultades la resiliencia.

A menudo se trata de personas que no son célebres. ¿Qué podemos aprender de ellas? La experiencia de la vida de personas que están alrededor nuestro. Eso sí, lo que aprendamos a través de la ciencia o directamente de la vida debemos asimilarlo con prudencia. Las bases de la resiliencia se dejan curiosamente explicar muy bien con la ayuda de un héroe de muchos niños, Winnie the Pooh. Su historia es imaginaria, para niños, pero sin embargo sería válida para los propios adultos.

Dejémonos guiar por Winnie por un instante, muy seriamente.

Parece que Winnie es un osezno solitario, sin familia conocida. Así como todo osezno debe tener padres, no sabemos si se ocuparon de él. Podría haber sido educado en una institución. Sabemos también que no es muy brillante.

Winnie se plantea regularmente su falta de inteligencia, pero sin considerarse un desgraciado o caer en la depresión. Su gran amigo Christopher Robin lo quiere mucho, pero a veces trata a Winnie con negligencia. No es muy agradable. ¿Qué futuro hay para un pequeño osezno en estas condiciones?

Winnie siempre nos sorprende porque parece que le gusta su vida. Acepta los límites de su inteligencia. Le encanta inventar pequeñas canciones. En cada situación se plantea la pregunta: ¿qué puedo hacer? Y si piensa que necesita ayuda va a buscarla entre sus amigos. Es muy atento con otros animales del bosque donde vive y, en caso de equivocarse, a menudo es él quien encontrará una solución. Los expertos pueden preguntarse quién le ayuda a salir de tales situaciones. Está bien rodeado, pese a la ausencia de su familia. Su amigo Christopher cree en él y le ayuda. Le da tareas, ni demasiado fáciles ni demasiado difíciles, desafíos ni demasiado duros ni demasiado ligeros. A veces Winnie y él deben descubrirlo juntos. Winnie está rodeado de animales que le quieren, cada uno a su manera. A Winnie le gusta participar en proyectos comunes, tiene sus pequeños placeres en la vida, como la miel y la leche condensada. Todo esto se puede concebir prácticamente como un mini tratado de resiliencia. Estas trayectorias de vida que nos sorprenden positivamente son un hecho, no forman parte de un sueño. Nos inspiran otra visión sobre la vida. Sí, el padre violento ha sido maltratado muy a menudo cuando era niño, pero aquí miramos del presente hacia el pasado. No, el niño maltratado no debe hacerse un adulto violento, aquí miramos del presente hacia el futuro. Es muy diferente. Por utilizar una comparación, cada persona que ha ganado la lotería había comprado un billete, pero no cada persona que haya comprado un billete ganará la lotería.

Hay muchos niños en dificultades - y también adultos - que nos dicen en cambio que una vida mejor es posible. La cuestión es: ¿qué podemos construir juntos, con el niño, y con su familia? Un niño, como todos nosotros, se crea en encuentros positivos que están en un marco formal y profesional, también en la red de amigos, de vecinos o de la familia. Y como Winnie, hay un niño en todos nosotros, necesitamos por lo menos a una persona alrededor nuestro que quiera nuestro bien, que verdaderamente crea en nosotros, que nos acepte siempre, aunque hagamos tonterías y no esté de acuerdo con nuestro comportamiento.

En este mismo sentido una intervención profesional no es suficiente por sí misma. Debe estar bien habilitada, humanamente. Si no un niño lo sentirá, sobre todo un niño herido. Como Winnie, cada niño - y cada equipo - necesitará cosas positivas que le aten a la vida: proyectos, pequeños placeres creados, de la belleza, de indicaciones y normas, responsabilidades según sus posibilidades, el contacto con la naturaleza, las historias, su propia historia… Esto es lo que da una sensación de que tu vida tiene sentido. Este principio de sentido en la vida diaria no se debe descuidar. Está bien que este sentimiento esté rodeado de humor y amor, aunque con demasiada atención estos dos conceptos pueden destruir el fin buscado.

Otros elementos que contribuyen a la resiliencia se incorporan sobre esta aceptación fundamental y sobre este descubrimiento de sentido: el aprendizaje de competencias, la estima de uno mismo, la alegría de vivir y el humor.

Todo esto no es verdaderamente revolucionario. Todos lo necesitamos, hasta en la vida ‘normal’.

Pero ahora también sabemos que lo necesitamos especialmente en las situaciones difíciles. Esto supone que cambiemos nuestra visión sobre los niños, los adultos, la vida, que busquemos con inteligencia, con pasión, con paciencia, los puntos positivos que permiten construir algo por encima de los problemas.

A su vez supone que nos neguemos a reducir a un niño a sus problemas. Este punto positivo puede ser pequeño e insignificante a nuestros ojos, pero para el niño puede significar mucho, como la miel para Winnie. En lugar de ver la vida como un taller donde hay que reparar averías y defectos, deberemos aprender a situarnos en la vida como un niño con elementos de una caja de construcción. Por lo tanto, poco a poco la resiliencia nos invita a articular la esperanza y el realismo, de acuerdo con la hermosa fórmula del profesor alemán Friedrich Loesel.

El realismo y la esperanza son la vida. Si falta el realismo, vivimos en peligrosas ilusiones; si falta la esperanza, podemos caer en la trampa del cinismo que ahoga a la vida. El ‘diente de león’ crece en lugares sorprendentes e inesperados. Es como un

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