Nuevas terminologias y labor docente
Maria LaraEnsayo26 de Octubre de 2022
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Nuevas terminologías y labor docente
“La escuela, como espacio social, participa tanto de manera deliberada o como involuntaria de esas concepciones que consideran las diferencias como deficiencias. Promoviendo situaciones de selección, clasificación y, por ende nominación que no logran advertir de qué manera dejan su huella en los procesos de construcción de la identidad.” (Sipes, 2014)
La nueva organización escolar en la pandemia actual nos deja un sinfín de palabras nuevas que cobran también un nuevo valor a la hora de tomar decisiones. Es así que, por ejemplo, “burbujas”, “distancia”, “protocolo”, “sanitizar”, “bimodalidad” o “videollamada” se volvieron la base de la estructuración del aula. Dando un salto de perspectiva, este artículo trata de enfocar la mirada en la actividad propia del docente y cómo impacta en el día a día de los alumnos y su labor. De esta forma, entrevistamos a una docente a cargo de 5to grado de la Escuela Gobernador Manuel Solá (Cerrillos) y a la maestra de 3ero de la escuela Gesta Sanmartiniana (Rosario de Lerma). Ambas instituciones se encuentran en la zona céntrica de cada ciudad en donde asisten estudiantes no sólo de la urbe sino también de barrios alejados o fincas. Podemos inferir a través del relato de las docentes que la realidad de sus estudiantes es totalmente heterogénea.
Mediante las resoluciones del Comité Operativo de Emergencia, el Ministerio de Educación formula los documentos orientadores o circulares para la reestructuración de la actividad escolar en su totalidad. Es así que, por ejemplo, “los actos escolares “deben realizarse en el interior de cada sala/curso/, evitando el cruce entre agrupamientos” (Ministerio de Educación, 2021). Todas estas decisiones impactan directamente en el quehacer cotidiano. Las formas de organizar las aulas y los horarios de las diferentes burbujas, las áreas especiales, contemplar los casos de los hermanos que asisten al mismo establecimiento, el horario del desayuno, los elementos de sanitización, el horario de salida y un sinfín de detalles minuciosos son una labor más a la práctica pedagógica docente. Sin ir más lejos, el año pasado se re-elaboraron tres veces la forma de calificación final de los alumnos: rúbricas y criterios diferentes, contemplación de la asistencia en la virtualidad, del envío de tareas por los medios dispuestos. Como es sabido, la tarea de los maestros y maestras no comienza ni termina en el aula, sino transciende a la vida privada de cada trabajador y su familia. Utiliza sus dispositivos, electricidad, datos y todo aquello que sea necesario para poder completar la labor educativa. La desazón que dejan todas estas dificultades, de acuerdo al testimonio de las maestras entrevistadas, se compensa con el abrazo protocolarmente prohibido de sus estudiantes, de sus “gracias seño” y al ver la satisfacción de sus rostros al poder comprender lo que están estudiando.
La realidad de las familias ha dejado abierta una brecha más entre niños y niñas: los que sí pudieron acceder regularmente a las clases virtuales y aquellos que no pudieron hacerlo. El desafío de este período lectivo es poder unificarlos. La desfragmentación y la desestructuración en la educación es evidente no sólo en cuanto a contenidos sino también en cuanto a lazos afectivos entre docentes y alumnos. Trabajar con burbujas, más que una cumplimentación de protocolos terminó siendo una estrategia pedagógica para poder llegar aún más profundo en el acompañamiento de la trayectoria escolar de cada estudiante. La idea de un grupo reducido es lo que, desde diferentes sectores docentes, se ha pedido en varias oportunidades. Si bien bajo esta modalidad, se repite la clase dos y hasta tres veces, las docentes han dejado en claro que es la forma ideal de trabajo áulico, que las posibilita a avanzar a pasos firmes con cada grupo
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