LABOR DOCENTE

Nuestra práctica docente es primordial para la formación de seres humanos capaces de construir la nueva sociedad a la que aspiramos y que lograremos encaminar mediante un trabajo reflexivo crítico para pasar a uno más complejo, para lograrlo es necesario modificar nuestra práctica en la enseñanza, aceptar la realidad a la que nos enfrentamos día a día y no evadir los problemas, sino tratar de buscar alternativas de solución.

Con antologías como “El maestro y su práctica docente” se contribuye a que como profesionales de la educación reflexionemos acerca de nuestra labor y así poder detectar los problemas dentro de nuestra práctica.

De acuerdo a la lectura “El saber de los maestros” de los autores Carr y Kemmis (1988), donde explican que nuestros saberes deben entrar a un examen crítico y comprender que no son verdades absolutas, porque los actos educativos son actos sociales. Entonces estos actos son siempre cambiantes y sujetos a realidades y espacios concretos. Por ello sería equívoco considerar que nuestros saberes son verdades absolutas y sería aún más erróneo no tomar en cuenta los saberes de otros compañeros docentes y no docentes.

Al comprender esta situación entonces debemos de aceptar que la teoría y la práctica son el eje que compone al análisis crítico y por eso se tiene que fomentar el hábito de relacionarlos siempre y considerarlos como una problemática abierta a la discusión para llegar a acuerdos que en nada se acercaran por supuesto a la verdad, pero que de alguna manera nos dará alguna sugerencia de cómo llegar a desarrollarnos como docentes analíticos, críticos y reflexivos.

Logrando comprender lo antes mencionado ahora entraríamos a la incógnita de que tan profesional se es, si ni siquiera identificamos una autenticidad de saberes. La respuesta es sencilla: se es profesional cuando tomamos a la praxis como un estilo de vida; o dicho en otras palabras y respaldándome en lo que afirma el profesor Schön (1992) en la lectura “El problema al revés” un profesional llevará una serie de conocimientos sistemáticos aprendidos de una universidad, pero también será necesario que a la par se aprenda mediante la práctica de hacer o ejecutar aquello en lo que buscan convertirse en expertos.

Schön (1992) hace énfasis en que se logra ser competitivo cuando alcanzamos a reconocer nuestro oficio como un “arte profesional”, asimismo considera que el conocimiento profesional y el saber, ocupa un lugar secundario porque en la mayoría de las ocasiones se necesita aprender haciendo.

Entonces creo que los saberes científico – pedagógico van acompañados de la mano, pienso que no pueden ir el uno sin el otro, ya que el saber nos sirve como soporte para desarrollar en nosotros los conocimientos que vamos a aplicar en nuestros educandos, sin embargo la experiencia nos ayudara cada vez más, porque por medio de ella vamos adquiriendo estrategias para así ir desarrollando nuestras habilidades para mejorar como docentes y saber aplicar nuestros conocimientos de acuerdo al contexto donde nos encontremos y a nuestros alumnos.

Por eso es importante que siempre contemplemos a los conocimientos científico – pedagógicos como parte fundamental de la sabiduría docente, en la cual es necesario problematizar

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