Origen De La Microeconomia
businessadm15 de Enero de 2013
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ORIGEN DE LA MICROECONOMIA
INTRODUCCIÓN Como su nombre lo indica, la microeconomía se propone estudiar el comportamiento económico de las unidas básicas ---micro, indivisible- de la sociedad. Uno de sus postulados esenciales es que tal comportamiento se caracteriza por la racionalidad individual; cada una de las unidades básicas es movida sólo por el deseo de maximizar su placer o su beneficio, habida cuenta de sus recursos disponibles. Para lograr tal objetivo, los individuos -es decir, las unidades básicas de la economía- procurarán efectuar intercambios tanto para el consumo como para la producción. Los intercambios indican la existencia de relaciones interindividuales; el microeconomista debe otorgar una atención muy particular a tales relaciones y, muy especialmente al marco en el cual estas se desarrollan, marco que puede tomar formas muy distintas; ahora, tales relaciones se traducen en modelos. Es así como cada modelo microeconómico corresponde a una forma de organización social precisa, considerada por algunos como una representación simplificada, depurada de sociedades existentes, en tanto que otros ven mas bien en los modelos el esbozo de sociedades ideales, que pueden incluso servir de norma para la implementación de políticas económicas.
Microeconomía y matemáticas. La hipótesis de racionalidad conduce de un lado, a la búsqueda del máximo de ciertas funciones que traducen los objetivos de los individuos; por otro lado los modelos microeconómicos toman la forma de conjunto de relaciones matemáticas, tanto más complejas en la medida que el número de individuos y de bienes es mayor. Sin embargo, no es la “solución” de los modelos lo que nos va a interesar sino su explicación; dicho de otra manera, se buscará ante todo precisar el significado económico, evitando el recurso a los símbolos matemáticos, en tanto éstos sólo transcriben en un lenguaje particular conceptos que tienen contenido “económico” accesible de manera intuitiva. Se procederá de la misma manera con los resultados de los modelos, a los cuales se le puede dar un significado preciso, aunque se obtengan por deducción pura. De esta manera se espera llegar a dos tipos de interesados:
El público de los “no iniciados”, esto es, quienes no estudian ciencias económicas o de gestión, pero que pretenden conocer mas sobre las teorías económicas entre las cuales la microeconomía ocupa hoy un lugar preponderante-; El público de estudiantes en ciencias económicas y de gestión, que a causa de la presentación matemática, con frecuencia no le ve contenido a la microeconomía, a tal punto de sólo ver en ésta un conjunto de métodos de cálculo sin ninguna significación.
Microeconomía y macroeconomía Desde hace algunos decenios, -mas o menos desde la década del cincuenta- se acostumbra, al menos al seno de la corriente económica dominante, establecer una distinción entre microeconomía y macroeconomía; la primera toma como punto de partida los comportamientos individuales, mientras que la segunda adopta de entrada el punto de vista global razonando sobre agregados como el ingreso nacional, el producto interno, la masa monetaria etc. Es evidente que tal ruptura, debido tanto a circunstancias históricas como divergencias de orden teórico, no es muy satisfactoria; se ha hecho sentir la necesidad de establecer un “puente” entre ellas. No obstante esta pretensión se ha tornado un imposible, en tanto los puntos de partida son opuestos (en un caso se va de la parte al todo en el otro del todo a la parte); ahora, actualmente, se ha dado la prioridad al enfoque microeconómico, en lo que se ha dado en llamar los fundamentos microeconómicos de la macroeconomía. Incluso si hubiese reservas sobre lo adecuado de este procedimiento, no se puede negar que contribuye mucho a hacer de la microeconomía el “núcleo duro” de la teoría económica dominante denominada “neoclásica”. De ahí la necesidad de conocer bien los partidarios y los logros de esta teoría, sobre los cuales esta obra se propone entregar una visión sintética.
Orígenes de la microeconomía. Aunque la palabra “microeconomía” sea de origen relativamente reciente, el proceso que designa tiene una larga historia de más de un siglo, ya que se ve primero aparecer y más tarde imponer las tesis marginalistas, que son la base de la actual microeconomía. El estudio de la génesis de ciertas nociones esenciales permite con frecuencia conocer mejor su significación, de tal manera que se empezará este capítulo por recordar el procedimiento teórico de los marginalistas, como “padres fundadores” de la microeconomía. A continuación se verá como tomó forma definitiva en los años treinta y cuarenta de este siglo, bajo la influencia de circunstancias históricas, pero también por el desarrollo de un cierto número de resultados matemáticos importantes.
LOS “PADRES FUNDADORES” DE LA MICROECONOMÍA: LOS MARGINALISTAS. A. Utilidad marginal decreciente y demanda. A mediados del siglo XIX se vio aparecer en varios países de Europa una corriente de ideas que, haciendo a un lado consideraciones de tipo histórico e institucional, pero también formas de organización de la producción, se proponía explicar el valor de los bienes a partir de la sicología individual. Dicho de otra manera, la concepción “objetiva” del valor - construida sobre los costos de producción, particularmente en trabajo - se abandonó en beneficio de un enfoque “subjetivo” basado en el comportamiento del consumidor, determinado por sus “gustos” y sus recursos. a) El principio de la utilidad marginal decreciente. Para quienes son los fundadores de esta nueva corriente, el inglés Stanley Jevons (1835-1882), el austríaco Karl Menger (1840-1921) y el francés León Walras (1834-1921), existiría, mas allá de la diversidad de los gustos individuales, una ley psicológica, según la cual la satisfacción lograda mediante el consumo de un bien aumenta con el incremento del consumo, pero tal aumento de satisfacción se produce a un ritmo cada vez más débil, de tal manera que se presenta una saturación progresiva, pero jamás total. Tal “ley psicológica”, que para algunos como Jevons se explica por razones meramente sicológicas, ha sido denominada ley de la utilidad marginal decreciente; en este caso la palabra “utilidad” designa la satisfacción o el placer conseguido, en tanto que el adjetivo “marginal” subraya el hecho de que la utilidad de la última unidad consumida disminuye en tanto el consumo aumenta. Así, para dar un ejemplo simple, si el consumo de una manzana otorga una utilidad de 10, la de dos manzanas una utilidad de 15 y la de tres manzanas 18, entonces la utilidad marginal de la segunda manzana es igual a 15-10, es decir 5, en tanto que la de la tercera manzana es de 18-15, o sea 3. Ahora, como 3 es menor que 5, la ley de la utilidad marginal decreciente se ha verificado, al menos en este ejemplo. Resaltemos que esta ley no se expresa por una fórmula clara, contrariamente a lo que pasa en física, por ejemplo; de tal manera no se precisa a que tasa decrece la utilidad marginal en tanto aumenta el consumo ya que ésta varía de un individuo a otro; se contenta con dar el sentido de tal variación, la cual se supone igual para todo el mundo. Ahora, el hecho de enunciar hipótesis cualitativas -sentido de la variación, forma de la curva- mas que cuantitativas expresadas en cifras-, es típico en microeconomía, donde la diversidad y la complejidad vuelven problemática toda medida cuantitativa.
b) La elección del consumidor. Los marginalistas -así se denominará a los partidarios de la ley de la utilidad marginal decreciente- van a emplear tal “ley” para explicar el valor de los bienes, apoyándose en la idea según la cual los individuos procuran obtener la mayor satisfacción posible, es decir tienen un comportamiento hedonista, y son racionales, o sea, actúan buscando tal objetivo. De tal manera, el problema del consumidor, que se supone racional y hedonista, es seleccionar la canasta de bienes que maximiza su utilidad, habida cuenta de su disposición de recursos limitados, está sometido a una restricción presupuestal. Tal selección depende pues de la forma de su función de utilidad -de sus gustos- y también del precio de los bienes. Mas exactamente, la selección se hace de tal manera que la relación entre la utilidad marginal y el precio de cada bien sea igual para todos los bienes de la canasta escogida.
En efecto, si no fuera así, el consumidor podría aumentar su utilidad modificando la composición de la canasta. Si, por ejemplo, la relación entre la utilidad marginal y el precio fuera mayor para el bien A que para el B, es lógico que el consumidor tuviera interés en vender B y comprar A con el resultado de la operación; la canasta considerada no correspondería a una utilidad máxima. Tal razonamiento es válido cualquiera que sean los bienes A y B considerados. La condición de “optimalidad” que acaba de establecerse -igualdad de las razones entre utilidades marginales y precios- se puede enunciar de la siguiente manera: la canasta que maximiza la utilidad bajo la condición de una restricción presupuestal es tal que la utilidad marginal de cada bien sea proporcional al precio del mismo, siendo igual el coeficiente de proporcionalidad para todos. Este coeficiente depende del ingreso ya que si éste aumenta, la restricción presupuestal es menos “ajustada” de manera que el consumo de los bienes aumenta y las utilidades marginales disminuyen; ahora, como se supone precios fijos, la relación entre utilidades marginales y precios, es decir, nuestro coeficiente de proporcionalidad, disminuye. Los microeconomistas denominan a esta relación utilidad marginal del ingreso.
Una
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