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Origen De La Propiedad Privada En Venezuela


Enviado por   •  1 de Octubre de 2014  •  2.781 Palabras (12 Páginas)  •  292 Visitas

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A 500 años de la masacre, aún hoy resuenan las palabras y conceptos de Juan Ginés de Sepúlveda; hoy que se asesinan Yukpas y se pretende borrar su cultura con neocolonialismo en nombre de la propiedad.

Con la llegada de los primeros colonos llegaron las divisiones, las fronteras y el capitalismo, allí nació la propiedad privada en Nuestra América.

Esa Iglesia Católica amante de las divisiones; ya para 1493; estaba repartiendo el nuevo mundo entre las potencias e imperios europeos de aquel entonces. En ese año, apenas a menos de un año del “descubrimiento” del fatídico 12 de octubre de 1492, el Papa Alejandro VI, emitió las Bulas Alejandrinas; una serie de documentos según los cuales, como si el mundo fuese de su propiedad, se favorecía a los reyes de España y se les otorgaba el “derecho” sobre todo lo descubierto por Colón, sin reserva ninguna de los “derechos” de Portugal.

En ese año se inventan y nos imponen sus ficticias fronteras; con las Bulas Inter Carretera I o de Donación y la Bula Inter Carretera II o de Repartición. Estas Bulas; más bien una Burla a la razón y el sentido común, tenían como principal disposición trazar una línea imaginaria de polo a polo, llamada primera línea Alejandrina; que pasaría a 100 leguas al oeste de las islas Azores y de Cabo verde; repartiendo el mundo a “descubrir” entre los imperios españoles y portugués con el objeto de evitar guerras entre ambos países. El nuevo mundo, como si fuese una gigante torta, se repartía así entre estos dos voraces imperios; y lo repartía el papa, para que estos malcriados niños gigantes no se peleasen entre sí.

Esta línea, fue el inicio de las absurdas fronteras, en una región donde estas no existían; fue el inicio de la propiedad privada en un mundo donde tal cosa era impensable. Pero siempre la competencia la mezquindad y la ambición por delante; a medida que transcurrían los siglos, los reyes españoles, para liberarse del diezmo, iban comprendiendo la importancia de desembarazarse del poder de Roma, para lo cual debían inventarse otra iglesia que fuese independiente; para ello se valieron de un sin número de triquiñuelas y artilugios, que culminaron en que ya para el siglo XVIII, los Borbones esgrimieron una doctrina según la cual su poder real provenía directamente de su falso Dios; el cual, en su infinita “bondad” y pródiga “sabiduría” le encomendaba a los reyes de España la importantísima misión de evangelizar a los habitantes de estas tierras, estos seres sin alma del nuevo mundo que tuvieron la suerte de encontrar la fe cristiana. Afirmaba Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573) en su “Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios”, en su texto “Demócratas Alter”, estos argumentos de colonialista explotador intentando justificarse, textos de imperialista buscando redención y justificativo moral comparando a España con Roma, hablando de una “Ley Natural” adelantándose al “Darwinismo Social” de los viejos fascistas y los actuales neoconservadores, neocolonialistas, neoliberales y neo imperialistas; ideas que sorprendentemente aún revolotean en las mentes de todos esos retrógrados carcamanes:

“Que cosa pudo suceder a estos bárbaros más conveniente ni más saludable que el quedar sometidos al imperio de aquéllos cuya prudencia, virtud y religión los han de convertir de bárbaros, tales que apenas merecían el nombre de seres humanos, en hombres civilizados en cuanto pueden serlo, de torpes y libidinosos, en probos y honrados de impíos y siervos de los demonios, en cristianos y adoradores del verdadero Dios? Por muchas causas, pues, y muy graves, están obligados estos bárbaros a recibir el imperio de los españoles conforme a la ley de naturaleza, y a ellos ha de serles todavía más provechoso que a los españoles porque la virtud, la humanidad y la verdadera religión son más preciosas que el oro y que la plata”

¿Virtud? ¿Humanidad? ¿Verdadera religión? Hemos de suponer que por eso se llevaron todo nuestro oro y plata, nos saquearon, nos aniquilaron, borraron nuestra cultura y nuestras costumbres, realizaron un genocidio humano y cultural y nos dejaron apenas su religión y su idioma como premio de consolación: ¡Oh, muchas gracias colonizadores por enseñarnos a hablar, a rezar y a explotarnos mutuamente!.

¿Virtud una masacre? ¿Humanidad un genocidio? ¿Verdadera religión la esclavitud? Decía el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) con relación “Del Oro y Plata” lo siguiente:

“De la riqueza de oro y plata que en el Perú se saca, es buen testigo España, pues de más de veinticinco años, sin los de atrás, le traen cada año doce, trece millones de plata y oro, sin otras cosas que no entran en esta cuenta; cada millón monta diez veces cien mil ducados. El oro se coge en todo el Perú; en unas provincias es en más abundancia que en otras, pero generalmente lo hay en todo el Reino. Hallase en la superficie de la tierra y en los arroyos y ríos, donde lo llevan las avenidas de las lluvias; de allí lo sacan, lavando la tierra o la arena, como lavan acá los plateros la escobilla de sus tiendas, que son las barreduras de ellas. Llaman los españoles lo que así sacan oro en polvo, porque sale como limalla; algunos granos se hallan gruesos; de dos, tres pesos, y más; yo vi granos de a más de veinte pesos; llámales pepitas; algunas son llanas, como pepitas de melón o calabaza; otras redondas, otras largas como huevos. Todo el oro del Perú es de diez y ocho a veinte quilates de ley, poco más, poco menos. Sólo el que se saca en las minas de Callauya o Callahuaya es finísimo, de a veinticuatro quilates, y aun pretende pasar de ellos, según me lo han dicho algunos plateros de España. Y con ser la tierra tan rica y abundante de oro y plata y piedras preciosas, como todo el mundo sabe, los naturales de ella son la gente más pobre y mísera que hay en el universo” Nos importaron su miseria, la pobreza y el hambre, nos importaron su sífilis, su peste bubónica (y la peste borbónica), las fronteras, la propiedad privada (la que nos priva a todos de todo); nos importaron la esclavitud, la codicia, la avaricia. Ellos virtuosos y civilizadores, nosotros bárbaros y subhumanos. Nosotros ya teníamos cultura, religiones, idioma; no necesitábamos ser descubiertos, nosotros ya sabíamos que estábamos aquí. Sin embargo la arrogancia europea, pretende descubrirnos a sangre y fuego, y con su soberbia ataviada de codicia intentan disfrazar su avaricia arguyendo que tal saqueo y genocidio fue por nuestro bien.

Pero es claro que a los conquistadores no los movían esas supuestas “benevolentes intenciones civilizatorias” que asegura Sepúlveda. Basta leer los relatos de Bernal Díaz del Castillo (1496-1584), para notar como se le iluminaban los ojos con afán de riquezas ante las

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