Perfil Del Cientifico En La Investigacion

Métodos y Técnicas de Investigación

Maestra Eugenia de los Ángeles Repreza

Perfil del científico en la investigación

Contenido 5. Perfil del científico en la investigación

Una cierta imagen caricaturesca y popular del investigar científico suele mostrarlo como una persona aislada, que rehúye comunicarse. Se le ve como un personaje que se mueve en “su mundo”, mundo constituido por fenómenos y relaciones que sólo él y unas cuantas personas más conocen, entienden y manejan. De todo ello suele concluirse que, seguramente, el investigador no tiene tiempo ni interés de comunicarse con el resto de la gente; necesita ese tiempo para sus estudios y descubrimientos, y además, nada ganaría con tratar de hacer comprender sus asuntos a quienes ni siquiera captan los términos con que los expone.

Es cierto que esta imagen estereotipada suele vincularse más con el investigador experimental de áreas científicas tales como Física, Química, Biología, y sus múltiples aplicaciones a los campos de la ingeniería, la producción industrial, la astronomía, etc. Con todo, muchos ámbitos de investigación en las llamadas ciencias sociales (Sociología, Psicología, Antropología, Economía, etc.) han ido cosechando también algo de esta atmósfera de misterio y que la gente atribuye a los investigadores. En esto parecen influir bastante los estereotipos del cine, la televisión, las revistas de consumo popular y las tiras cómicas de diarios y semanarios.

El investigador de asuntos de educación podría escaparse de esta atmósfera caricaturesca. Al fin y al cabo, los problemas que maneja no suelen ser de exclusivo interés para especialistas; con mucha frecuencia lo son también para padres de familia, y se los debate en páginas de diarios y seminarios. Sin embargo, el hecho de que la investigación sobre problemas de educación sea mayoritariamente un campo aplicado de las ciencias sociales y de que tenga que adoptar sus respectivas metodologías, conspira en alimentar también alguna atmósfera similar.

Diametralmente en contra de lo que señala esta imagen estereotipada del investigador, debemos partir afirmando que pocas personas tienen tanto interés como el investigador científico en comunicarse con los demás.

Es cierto que la necesidad de estudio y concentración obliga al investigador a aislarse frecuentemente y en forma prolongada. Es cierto también que, más a menudo, surgen vocaciones de investigador entre personalidades que saben y gustan aislarse, concentrarse en lo suyo. Pero, paradojalmente para la imagen caricaturesca que comentamos, por muy introvertido que sea un investigador, por más especializados que sean los asuntos que maneja, es la propia función del investigador la que le obliga a mantener comunicación con los demás. En efecto ningún investigador dedica su tiempo a la búsqueda de soluciones, para finalmente guardárselas como secreto personal. El hallazgo investigativo es algo que se busca y se produce para ser comunicado. Esta básica necesidad es la que desencadena todo el complejo de información adicional que el investigador requiere proporcionarnos.

En efecto, el científico no se satisface únicamente con informarnos lo que encontró en una investigación. Necesita decirnos también cómo lo encontró (empleando qué procedimientos; venciendo qué dificultades; a partir de qué supuestos y predicciones;

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Perfil del científico en la investigación

impulsado por qué clase de dudas). No se contenta con transmitirnos sus logros. Con igual interés nos informa sus no logros: sus antiguas dudas no resueltas, sus nuevas dudas, el por qué de unas y otras.

Características de un investigador:

Una buena dosis de olfato, naturalmente, pero también una óptima capacidad de compenetración psicológica que lo lleve a razonar del modo más asertivo para poder llegar a la solución del problema u objeto de estudio del que se partió.

Desde el enfoque científico el investigador requiere de una serie de técnicas y habilidades que muchas veces pone en ejercicio aún sin darse cuenta, pero que sin ellas el trabajo de la producción científica no sería posible. De aquí la importancia del texto de Sánchez Puentes, que nos explica cuáles son estos lineamientos que consciente o inconscientemente llevaremos a cabo durante el desarrollo de nuestro trabajo de investigación.

El investigador científico según algunos autores se caracteriza por ser analítico, lógico, creativo, y se siente en el deber de ser proactivo por excelencia, por lo que deben esperarse muchas cosas de él.

Sánchez (1995) menciona que “el oficio de investigador conforma un amplio paquete de operaciones básicas (…) que no son tomadas o identificadas de una manera arbitraria, sino que responden a tomas de posición de carácter epistemológico” y nos define las que a su criterio son las más importantes, para darnos por asentado que cualquier decisión o actividad que queramos desarrollar como investigadores está arropada en nuestros saberes prácticos, aptitudes, habilidades, etc., que posteriormente se convertirán en nuestros hábitos de investigador. Entre estos lineamientos generales en el oficio de investigador encontramos los siguientes:

a) Operaciones de la apertura: la observación y la lectura.

b) Operaciones de la expresión: expresar y expresarse.

c) Operaciones de la creatividad y el rigor.

d) Operaciones de la socialización del quehacer científico.

e) Operaciones de la construcción.

f) Operaciones de la estrategia.

Es importante puntualizar y reflexionar sobre cada uno de estos puntos puesto que ellos nos llevarán de la mano a la adecuada formación en el campo de la investigación y posteriormente al campo de la difusión de los resultados obtenidos.

Es de vital importancia la puntualización que el autor hace en la diferencia entre “expresar y expresarse” cuando nos dice que en el significar no es posible separar el decir y el hacer y tenemos que pasar a hacer lo que se dice. En otras palabras el trabajo del investigador

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