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Política para las infancias, adultización de la niñez


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2020  •  Documentos de Investigación  •  1.533 Palabras (7 Páginas)  •  104 Visitas

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 Adultizacion de las infancias

 La temática que seleccioné es “La adultización de las infancias”, ya que, es un tema que se puede observar en la cotidianeidad, (todas y todos tenemos próximo a un/a pequeño/a, sea vecina/o, sobrina/o, prima/o, hermana/o, etc.) y si son cercanas/nos a nosotras/os, vamos a notar rápidamente varias cuestiones, entre ellas, sus vestimentas, sus participaciones, sus preocupaciones, sus comportamientos, “en los juegos”, “en la tecnología”, entre tantas otras. Una ejemplificación sería con la ropa, cada vez, vemos menos indumentaria cómoda para jugar, sino que es común ver ropas ajustadas, cortas, inadecuadas, que no propician el juego, la exploración, sino la incomodidad, apuntando más a verse “facheros y facheras”.

 La adultización de la infancia es un término que fue creado por un psicólogo llamado Neil Postman en 1994. Él decía que la niñez empezó a existir a partir de la invención de la imprenta y está desapareciendo bajo el embate de la televisión, y particularmente, agregaría que actualmente lo hace ampliamente la tecnología en general.

 Para comprender mejor este tema, voy a definir qué es la infancia. Ésta tiene un origen en la palabra latina “infantia”. En la actualidad, se define como la etapa de la existencia de un ser humano que se inicia en el nacimiento y se extiende hasta la pubertad. El concepto también, se emplea para nombrar a la totalidad de los niños que se encuentran dentro de dicho grupo etario. Su significación cambia, si nos remitirnos a la historia, a esa sociedad tradicional de 1900 que no tenía diferenciación entre lxs niñxs y los adultos (es más, lxs llamaban adultos pequeños), en donde la única impresión que se puede notar en la Edad Media, era de una ausencia de espacios, vestimenta, actividades, objetos, instituciones para lxs niñxs, que expresaba una indiferenciación entre el mundo del niñx y el del adulto. Esto lo podemos ver en la literatura clásica “infantil” en sus versiones originales, como Hansel y Gretel, La Bella durmiente, Cenicienta, etc. Eran extremadamente violentos, con moralejas, y hasta con grandes tintes de impresionar, de causar miedo para que las señoritas no se muevan de sus casas, como en el cuento de Caperucita Roja.

 El tipo de participación construida en relación a la niñez y las/los adultos, o desde la propia imagen que tiene la infancia de sí misma tiene un contexto, que prevalece aun en el siglo XXI, con una parte de la sociedad cree que “x” cosa son de niña y de que “y” cosa son de niño, (hasta comportamientos) como si fuera que tiene que haber realidades condicionadas, subordinadas, naturales y propias para cada sexo. Esto no es azaroso, sino que es posible identificar que históricamente hay roles asignados para el hombre y para la mujer (por suerte, poco a poco, eso va cambiando). La fuerza, la acción, la resolución y lo público establecido para los hombres, y lo dialogado, pasivo, propositivo, privado designado para la mujer. Esto evidencia con claridad las posiciones establecidas, determinadas por el sexo, tanto para las imágenes que la infancia tiene de sí misma, como sobre la percepción que se tiene de la niñez. Para mí, estos aspectos del contexto, en parte, son una especie de génesis de esta problemática. Como fueron y son, vistos los distintos sexos y como va a influir en la niñez, porque es lo que, esa infancia va a mirar en su entorno, y claramente, aun en ellos y ellas mismas, por ejemplo, en las diferencias sin sentido, en el trato, en regalos, en las opciones de estudio, etc.

 Por otro lado, está el proceso de construcción de la participación de la infancia, como se organiza, y cuando se logra hacer verdadera, real y concreta, su accionar en entornos cercanos y/o familiares, tanto respecto a sus intereses como a su protagonismo. Para desarrollar estas acciones y ejercer su protagonismo, la infancia debe ser, sentirse, tener y tomar parte del lugar, y del proceso del que forma parte, y a la vez, al cual da forma.

En la escuela, la niñez logra tanto, como niños, niñas y niñes y, como sujetos (con derechos), y estando en la escuela, son parte de ella, también de un grupo de referencia, y así, sienten que son parte de este espacio, se identifican como perteneciente a un grupo con el cual comparte diversas cosas, como gustos, intereses, problemáticas, deseos y malestares. Pero, en el momento que realmente quieren ejercer ese “ser parte” y sentirse parte, se vuelve confuso e indefinido, no se concretan verdaderamente, las formas de cómo la infancia logra materializar su participación en el momento de tener parte y tomar parte. Esto se puede ver cuando hay docentes que, en sus planificaciones, actividades, secuencias, no hay conocimiento del grupo sino una imposición de lo armado y es realmente lastimoso, y en cierto punto pienso que, juega con esos derechos que tiene la niñez.

 Actualmente, en la construcción de la participación de la infancia, está realizada y pensada, por adultos y por la niñez (que se encuentra adultizada, escolarizada, transformada). Con lo cual la infancia no logra realizar este “ser y sentirse parte”. La niñez no logra materializar activamente, ese ser parte y sentirse parte, en tener y tomar parte, ya que en ese momento es donde interviene la visión e intervención adulta, desde el propio mundo adulto, mediante el cuerpo de la infancia.

 En el proceso de socialización de niños y niñas se constituye, instituye y contribuye a que la participación infantil se adultere. Sin embargo, por un lado, es importante ver qué manera y qué contenidos acontece esta adulteración. Esos contenidos propiciarán una emancipación de la infancia, y una transformación de las prácticas participativa de los niños y niñas.

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