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Prologo Calila Y Dimna


Enviado por   •  5 de Octubre de 2012  •  1.541 Palabras (7 Páginas)  •  386 Visitas

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Calila y Dimna

Fábulas: antigua versión castellana

Anónimo

Prólogo

La manifestación oral de la eterna tradición popular ha cristalizado,

de tiempo en tiempo, en esas colecciones más o menos eruditas, que se

traducen a todas las lenguas y que manejan todos los pueblos. Así

nacieron las famosas recopilaciones de cuentos, que los budistas

ensartaban al predicar la nueva moral religiosa para hacer más

plástica y educativa su misión. Así se llegó al «Panchatantra», al

«Mahabarata», a otros compendios del tesoro folklórico de la India; y

CALILA Y DIMNA no es sino el más extenso de todos estos libros

recopilatorios, ya que los aprovecha total o parcialmente.

La complicada genealogía del CALILA ha venido precisándose con

lentitud y paciencia a través de un siglo entero de críticas

investigaciones, inauguradas en 1816 por Sacy, editor del texto árabe.

Baste saber, como resumen de tantos desvelos, que a quien parece

debérsele la reunión de las distintas fuentes sánscritas antes aludidas,

es a Berzebuey, filósofo y médico del siglo VI de nuestra era, que las

tradujo al pehlvi, dialecto persa reconocido como lengua oficial del

imperio.

El libro se difundió extraordinariamente merced a las muchas

traducciones que de él se hicieron en lenguas orientales y europeas.

Para nosotros tiene una especial importancia la versión árabe que

Abdalla ben Almocafa realizó a mediados del siglo VIII, pues de ella

deriva la antigua versión castellana que publicamos.

En la nota final de nuestro texto se afirma también esta procedencia,

aunque añadiendo que se hizo por intermedio del latín. Podríamos

darle crédito, aunque sea difícil admitir esta supuesta versión

intermedia, si aquella nota no fuese en todas sus partes inexacta, lo que

nos lleva a declararla apócrifa, pues también atribuye la traducción a

Alfonso X. No es este el único caso de atribuciones semejantes. La

enorme fama alcanzada por el sabio monarca, impulsor de la poesía, de

la legislación, de la historia, de las ciencias, moldeador del idioma, al

que dio una flexibilidad capaz de expresar con épicos acentos los

instantes más inspirados de nuestras gestas, capaz de traducir a Ovidio

con elegancia y emoción, capaz de dar nuevo calor a las páginas

bíblicas, esa fama bien merecida atrajo hacia él la atribución de obras

anónimas, ya por el solo antojo del copista firmante del códice, ya por

el más inteligente deseo de dar autoridad a las obras salidas de manos

ignoradas. Pero Alfonso X no aprovecha esa traducción en su «General

Estoria» o historia universal, redactada hacia 1270, donde da a

conocer otro texto distinto del capítulo I del CALILA, y de existir

aquella sin ningún género de duda la hubiera aprovechado, sin tener

que recurrir a otra nueva. Quizá por esta misma razón halla que

rectificar también la fecha de 1251 que da la nota final que discutimos,

y adelantarla en unos treinta años más.

Claro es que en la complicada transmisión de la obra fue ésta

modificándose con adiciones, amplificaciones y retoques. Aparte de la

transformación de detalles, alterando y suprimiendo todo aquello que

podía chocar a hombres de otras latitudes para ir acomodando el libro

a las distintas civilizaciones, los traductores, aunque no todos ni con

mucha frecuencia, superpusieron algo propio. Y así el libro, que

comenzó por estar constituído por doce capítulos, llega en la versión

castellana a tener diez y ocho.

El título proviene de los nombres dados a los protagonistas -dos

lobos cervales- de una larga historia de infidelidad y ambición,

comprendida en nuestros capítulos III y IV. Las demás narraciones no

se relacionan con esta primera, y sólo sustentan la unidad de ser, como

ella, rimeros de fábulas y consejos. Este título, al parecer, tiene tan

larga vida como el libro mismo.

La ficticia unidad hállase asegurada por las palabras que Berzebuey

y los sucesivos interpoladores han puesto en boca de un rey que

inquiere y da a su interlocutor, el filósofo, como pie forzado, el tema del

apólogo siguiente, que éste desarrolla desprendiendo los consejos

propios para el rey. Del nombre siriaco de este filósofo, Bidwag, nació

el de Bidbai, Pilpai o Bidpai, al que se le supuso escritor indio.

Ya dentro de aquella fábula principal, los personajes mismos relatan

nuevos cuentos; poco a poco se pierde el hilo de la primitiva historia,

hasta

...

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