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RELATO DE XALAPA


Enviado por   •  4 de Junio de 2017  •  Documentos de Investigación  •  1.418 Palabras (6 Páginas)  •  277 Visitas

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FOTOGRAFIA Y RELATO POR DERECHOS RESERVADOS:
• Luz Angélica Gutiérrez de Gil
Xalapa que no volverá RELATO:Recuerdos del Xalapa que no volverá
Ayer en la tarde fui al centro de Xalapa con el único deseo de recorrer sus calles y saborear cada paso que me hicieron recordar y revivir tantas presencias.Sin embargo, al llegar al Pasaje Tanos me di cuenta de que Foto Frutis había cerrado sus puertas y esto me provocó nostalgia por los tiempos idos y me hizo traer a la memoria emociones pasadas que deseo participar con quienes lean estas páginas.Qué momentos aquellos de mi infancia y juventud, tan llenos de alegría vividos al lado de mis padrinos: Humberto y Rosa y sus cuatro hijos para quienes tengo siempre un lugar en mi corazón.
Recordar por ejemplo los días 5 de enero en la Foto Frutis cuando cada uno de nosotros los hijos, sobrinos y ahijados le entrábamos a la venta del día reyes y la Foto se convertía en una romería y no nos dábamos abasto para atender a la gente. Terminábamos de madrugada exhaustos aunque felices por haber podido ayudar a mis padrinos.
En la Foto, observando a mi madrina que poseía un corazón lleno de bondad, ayudando a quien lo necesitaba, aprendí que nunca debemos menospreciar a nadie, que cada persona que entraba a preguntar o a comprar merecía el mejor trato.En ese lugar me tocó presenciar grandes eventos como las Olimpiadas de 1968 a través de un televisor a color (mi padrino fue el primero en vender televisiones a color en Xalapa) y desde su mostrador observamos cuando ganó la medalla de oro el Tibio Muñoz. Desde la cornisa del establecimiento que daba a la calle, pude observar en el mes de septiembre de aquel año, el paso de los soldados por Enríquez, escuchar atemorizada el sonido de su botas y presenciar la persecución a mis maestros y compañeros de la Facultad de Economía de la Universidad Veracruzana. Más tarde, en los setenta acompañé a mi tío Carlos Rendón a la inauguración de su tienda de Cra Radio en el nuevo edificio Argentina. También presencié cómo se iniciaba el cambio de Xalapa con la construcción del primer Super Mercado de Xalapa de don Antonio Chedraui (un poco antes existió un pequeño supermercado de la familia Selem también en la calle de Lucio), fue todo un acontecimiento y representó un viraje y modernización del comercio de la ciudad. O ver en Lucio al primer striper xalapeño corriendo en señal de protesta.
Este cierre de época se inició hace más de cinco años cuando también se decidió cerrar el restaurant Enricos propiedad de mi esposo y cuyo local en Enríquez, por casi cien años, rento su familia, primero como sombrerería, con don Luis García, su abuelo, después como almacén de ropa para caballeros, con don Octavio y los últimos treinta años como restaurant.
Recuerdos de momentos felices que pasamos desde que se inauguró el restaurant. Don Octavio siempre un caballero y doña Piedad, la representación de la belleza de la mujer sin edad. A ellos les gustaba sentarse en la primera mesa que daba a la calle y disfrutar como todos nosotros en Enricos, de platillos tan sabrosos como las primeras pizzas y hamburguesas que se hicieron en Xalapa, la sabrosísima paella de los domingos elaborada siempre con un gran sazón por el chef El Negro Uscanga; o los incomparables pulpos en su tinta, nunca he vuelto a probar unos tan sabrosos como esos. Todo ello siempre aderezado con la plática de mi esposo y sus amigos. Ahí nos reuníamos, por ejemplo, para ver los Mundiales de Fútbol del 90 al 98 o para celebrar cumpleaños y días festivos y el famoso Menyul que reunía el 24 de diciembre a todos sus amigos.Vienen a mi memoria evocaciones de don Octavio y don Rubén Pabello que siempre que podían se reunían para platicar y saludar a todos los xalapeños que por ahí pasaban. Don Octavio y don Rubén hacían una mancuerna perfecta y platicar con ellos era una delicia, escuchar algunas de las anécdotas de los Tripacidios era casi alucinante (que espero en algún momento Rubén y Octavio se decidan a escribir sobre ello). Oírlos platicar sobre los personajes que conocían era un placer y presenciar la llegada del maestro Cruz uno de los principales personajes de los Tripacidios era asombroso. O platicar con Juanote siempre sentado en su mecapal afuera de Enricos. Todavía parece que lo escucho decirnos para despedirse ”su vaya bien” o verlo los viernes deleitándose, como nosotros, de un concierto de la Orquesta Sinfónica en el Teatro del Estado.Xalapa se ha ido transformando a través del tiempo. Qué lejos está el Xalapa de cuando éramos chicos. Los domingos, después de la misa de doce en el Beaterio o en la Catedral, paseábamos en el parque Juárez para después pasar a comer una torta a La Blanca Nieves, o ir al Emir en el pasaje Enríquez y pedir un pay de cajeta. Afuera de la Singer deleitarse con un helado de mamey o comer unos tacos tostados de papa con salsa verde y queso, ¡eran una delicia! siempre y cuando se llegara antes de la siete a casa para ver por la televisión los Cuentos de Cachirulo. Además de que en Xalapa todo se cerraba a las ocho de la noche. Los domingos también era costumbre comer lo más temprano posible para poder ir a formarse en la fila del cine Xalapa y entrar a la función de las tres de la tarde. Los jueves ir al Terraza Jardín a escuchar a Los Joao o los viernes, ir al Estadio a presenciar el espectáculo de la Torre Cinética.
Las reuniones en la casa de mis padres para tocar la guitarra y cantar con mi papá, Miguel Ángel Gómez y Claudio Estrada, me enseñaron a disfrutar toda la música y conocer las canciones de Agustín Lara como El Monsieur o escucharles canciones de Miguel Ángel como Xalapa y Beso Balconero y poner atención a la magistral manera de tocar la guitarra de Claudio Estrada. Todos son recuerdos que dejaron huella en el corazón de una joven y que ahora son parte del imaginario de los tiempos de un Xalapa que no volverán.
Recuerdo perfectamente cuando en los años setenta se inauguró la casa hogar para niños Casa Sol que después se transformó en Casa del Niño Xalapeño que tanto apoyo ha dado a la niñez desamparada y que me brindó la oportunidad de conocer de cerca a Doña Alicia Ávila de Fernández, una mujer excepcional, bella por dentro y por fuera, siempre generosa y dueña de una cultura y de un conocimiento de la humanidad que te hace reflexionar y aprender de ella.
Xalapa siempre ha representado para mi una ciudad de vanguardia en su arquitectura, en sus aportaciones culturales. El Estadio Xalapeño es una construcción hermosa, el restaurant La Pérgola tiene casi cincuenta años y sigue siendo modernista, la Torre Cinética fue un avance en su época: combinaba luz y sonido a través de una computadora ¡era toda una innovación en los años setenta¡ La Biblioteca Central de la Universidad Veracruzana era un edificio de vanguardia galardonado por su diseño. Nuestra Orquesta Sinfónica, una de las mejores y la decana a nivel nacional. El Museo de Antropología, el segundo en importancia después del de la Ciudad de México. El movimiento cultural estridentista y los festivales de teatro de los años sesenta.Xalapa tuvo y tiene una beta inagotable en sus habitantes. Es una ciudad cosmopolita y en ella habita gente de gran prestigio en las artes, la cultura y la política. Nos ha dado la oportunidad a los jóvenes de cada generación de convivir con todos ellos. Yo aprecio tener la amistad de un grupo de amigos con las que crecimos juntos y que ahora todos son personas que aportan mucho, desde su campo de acción, a la sociedad.Los seres humanos sabemos adaptarnos a los cambios y los xalapeños siempre hemos sido testigos de los de nuestra ciudad. Aquel Xalapa de los años sesenta, una pequeña ciudad que no llegaba más allá de la avenida 20 de Noviembre y de los Campos Juárez o que tenía como limite, al norte, el cerro de Macuiltépetl, al de hoy, una hermosa ciudad moderna, con problemas, pero que sigue enamorando a quienes llegan a vivir en ella o a visitarla y les sorprende por su personalidad, su cultura, su chipi chipi y su neblina. Pero sobretodo su gente sensible, amigable, afable y transparente, que es el valor sine qua non del Xalapa de mis recuerdos.

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