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RESUMEN DE AZNAR Y CATAÑON - ¿SON O SE HACEN?


Enviado por   •  30 de Julio de 2020  •  Resúmenes  •  6.508 Palabras (27 Páginas)  •  1.146 Visitas

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A.AZNAR – D. GONZALEZ CASTAÑON - ¿SON O SE HACEN?

Todas las personas, discapacitadas o no, transitan por cinco fases en la constitución de su subjetividad, las cuales se interpenetran e implican mutuamente. Si las pensamos como una secuencia perderemos de vista, que, en parte, se superponen y en parte, permanecen vigentes toda la vida. Quizás convenga pensarlas como vectores que parten de un mismo punto y abarcan un campo existencial. Esas fases son:

  1. HUMANIZACION: en esta fase, la familia recibe a un ser que no se vale por sí mismo, a quien conoce e inscribe como un miembro de la sociedad con nombre, apellido, género propios. Esta inscripción social (sus ceremonias más frecuentes son las inscripción en el Registro Civil y la ceremonia iniciática en lo religioso), la habilita como persona sexuada, miembro de una familia y ciudadano.

En las personas con discapacidad intelectual esta fase puede ser alterada sustancialmente cuando se los apoda cariñosamente como animales (‘’el mono‘’). O cuando no se les tramita el documento de identidad y no se los reconoce como hijos ni se asume su sostén vital. O cuando los parientes los evitan. Una alteración grosera de esta fase se ve cuando reciben tratos inhumanos (y se los oculta, subalimenta o ata).

  1. ALIENACIÓN: etimológicamente estar alienado es estar enajenado, fusionado a otro o a un conjunto de otros en una simbiosis. En las primeras etapas de la vida, esta fase se produce entre la madre y el bebé, pero normalmente, no de manera exclusiva. Es naturalmente imperioso que los miembros de la familia se relven entre sí para sostener la dependencia madre – bebé. Que ese soporte de los otros quede entre bambalinas, no elimina su existencia. Cuando el sostén de la fase de alienación no se realiza a partir de una multiplicidad de personas que acogen a una singularidad (bebé – madre), la subjetividad de ninguno de ellos se desarrolla, y tanto la mamá como su bebé se alienan.

El bebé debe ser satisfecho en su subsistencia y estructurar las necesidades psíquicas sociales, anticipando su progresiva autonomía. Una persona sola no puede cumplir esta tarea todo el tiempo. La anticipación de la autonomía del bebé en el futuro es uno de los aspectos de proyección subjetivamente: los otros lo tratan como si ya hablara, y juegan a suponer que el bebé ya es una persona autónoma. Él hace ruiditos, llora o ríe, y los adultos del entorno invierten energía en ‘’traducir‘’ esas naderías como de los comunicativos. Si este juego no se jugara, el lenguaje no se desarrollaría. La alienación es una construcción social, no una entelequia lógica, se entabla entre humanos y tiene una clara faceta creativa.

En algunas personas con discapacidad intelectual el estado de alienación se prolonga porque su contexto social la supone incapaces de ser autónomos; otras veces, Quienes deberían sostener la fusión transitoria la mantienen por tiempo indefinido. La prolongación del estado de alienación, Incluso si fuera conflictiva, evita padres e hijos alienados padecer el sufrimiento, la angustia y la frustración inherentes a vivir como sujetos. Muchas personas con discapacidad intelectual no hablan y viven plenamente desde sí misma. Se adhieren masivamente al pensamiento de otro, de quién sólo imitan palabras y actitudes. Siempre tenemos esta posibilidad en mente mientras nos entrevistamos con personas con discapacidad. Preguntamos "Y vos, ¿qué sentías, ¿qué pensás?, ¿qué te pareció?". No damos por sentado casi nada, porque la experiencia nos ha demostrado que incluso frente a los hechos más banales, por qué puede provenir de otro: "porque mi mamá me dijo, porque papá siempre dice, porque mi hermano tiene miedo, porque mi novia quiso". Sólo evidenciando lo podemos intervenir, proponiendo: "¿Y vos, ¿qué hubieras dicho?; vos, ¿qué decís?; vos, ¿qué sentías?; vos, ¿qué querías?", introduciendo una terceridad entre dos personas unidas simbólicamente. A lograr alojar este fragmento dentro de la simbiosis, la misma se autolimita por apertura, lo cual es una opción menos violenta que imponer una separación desde afuera.

Sí vamos por sentado que quién habla lo hace con voz propia, quedamos entrampados en una pseudoindividuación. Muchas personas con discapacidad intelectual están de acuerdo con todo lo que se les propone y rara vez dicen "no". Este fenómeno se llama aquiescencia. Es bien conocido por los encuestadores y los investigadores de Mercado y maliciosamente ignorado por quienes alientan la masificación, el pensamiento único. Están pendientes del juicio de los otros, creen mejor ocultar opiniones y simular que están de acuerdo con quienes "siempre" saben y eligen por ellos.

Hay situaciones en las cuales el otro trata a la persona con discapacidad como si ésta fuera una mascota, y ordena: "muéstrale cómo escribís. Escribí la A. Decí tu dirección", una serie de secuencias estímulo - respuesta totalmente prefiguradas (como cuando se adiestra a un animal doméstico); simulación de una consistencia subjetiva por encima de un vacío, estructurada al modo de los títeres.

Cuando sus interlocutores perciben la incoherencia, se irritan y los obligan a optar por uno de los polos de la contradicción: la persona con discapacidad intelectual alienadas y angustia mucho y se paraliza. La intervención adecuada debería asemejarse a lo siguiente: "A fulano le dijiste A y a mengano Z. Me parece que no te diste tiempo de descubrir qué piensas vos". Estas contradicciones o incluso controversias pueden evidenciarse entre los familiares, porque son producto de la alienación y la simbiosis, no de la discapacidad intelectual. Algunos profesionales se ofuscan porque esperan que las familias se comporten normalmente. Se dan cuenta de que el trabajo de desalienar a la persona con discapacidad también quiebra la simbiosis y afecta a la familia, que tampoco sabe pensar sola. No necesitan hacer terapia familiar sólo necesitan otro que los acompañan en su desalienación.

Lo marco teórico proveniente de los países americanos y europeos ricos son tomados como modelos, pero estos marcos no suelen fundarse en el reconocimiento de la existencia de una entidad compleja que es el sujeto sino que piensa en términos de individuos. Esta simplificación les hace ganar penetración y utilidad aparente pero llevan a confundir la alienación con la dependencia y con el desamparo aprehendidos y autodeterminación con la autonomía. No son modelos erróneos, pero son unidimensionales.

  1. DESALIENACIÓN: La desalienación es un proceso de la persona junto con su entorno familiar y social, que habilita la vida fuera de la familia y el contacto con personas comunes. Aunque la vida se torna un poco impredecible, como contrapartida gana varios grados de libertad.

En las personas con discapacidad intelectual, la aparición de conflictos, angustias y rebeldías propias de esta etapa puede motivar la consulta con un especialista. El profesional deberá ejercer su juicio crítico para no tornar patológico este "desequilibrio" esperable.

La salida del estado de alienación se asemeja a la sensación de estar frente a un abismo que se abre justo enfrente de nosotros y que debemos atravesar como en las películas de acción, cruzando un frágil puente que podría desmoronarse. La tentación de volver hacia atrás enorme. Lo que hayan la otra orilla puede ser imaginado, deseado, anunciado, pero no alcanza con saber que está allí. En este cruce del precario puente colgante donde el trabajo se hace arduo. En esta fase sujeto desarrolla su conciencia de sí mismo como una continuidad psíquica en presencia y en ausencia de otros. Aparece la palabra propia, qué favorece el registro de la diferencia y la semejanza con los otros, aunque No necesariamente implique su procesamiento.

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