SUMA DE TRATOS Y CONTRATOS
pablojimenoTrabajo15 de Noviembre de 2015
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PABLO JIMENO FERNÁNDEZ
SUMA DE TRATOS Y CONTRATOS
TOMÁS DE MERCADO
Marco sociocultural
Nos encontramos en la España del S.XVI, las Américas estaban prácticamente recién descubiertas.
La aparición de América supuso para España una revolución social, cultural, económica y mercantil, ya que empezaron a llegar todo tipo de materias (plata, oro, cacao, patatas…) en un momento en el que se subsistía mediante una economía agrícola.
Se disparó de producción y la parte occidental europea se convirtió en el centro neurálgico. Cabe destacar en Sevilla La Casa de Contratación de las Indias.
Todo esto revolucionó y aumentó los precios, lo cual tuvo como consecuencia un aumento de población debido al cambio en los factores económicos sin olvidar que, aunque las expectativas eran grandes, eran la nobleza y el clero quienes poseían la mayor parte de las tierras y quienes disfrutaban de la exención de pagar impuestos ya que serían los conocidos como pecheros quienes sí lo harían, entre ellos burgueses, comerciantes, campesinos, independientemente de su nivel de riquezas. A pesar del gran futuro que podía suponer la explotación de todo lo que se vaticinaba, la política económica deficiente del momento y la falta de desarrollo agrícola por ausencia de técnica, abonos, regadíos y arados, supuso un crecimiento minúsculo que sólo se atañería al aumento de la población y a una necesidad productiva mayor (sin olvidar que incluso la necesidad de producción textil fue satisfecha por telas de otros países más baratos y de mejor calidad”
El comercio es pues, una necesidad vital para promover la producción, el consumo y la exportación; necesita de una legitimidad que dé vía libre a su crecimiento y utilización, y es precisamente cuando esa búsqueda de la separación de términos como la propia legitimidad o justicia, coincide con la aparición del libro de nuestro protagonista, ya que se buscaba la opinión de aquellos que fomentaban el comercio, y de ahí su éxito inmediato.
Escuela de Salamanca
Esta escuela desde sus inicios hizo acopio de teoremas y análisis antiguos y fue una gran precursora de numerosas tesis y ecuaciones económico/financieras del mundo moderno.
El autor hará uso de ciertas características propias de la importancia que tendría su escuela en el momento, ya que la manifestación sobre la importancia de la moral en el comercio como la defensa a ultranza de una propiedad privada consecuencia de nuestros propios pecados, serán los principios fundamentales que promulgarán, en un entorno donde ya no se ve con tan buenos ojos todo aquello que se opone al derecho de utilizar el comercio para enriquecerse.
A lo largo del trabajo observaremos cómo aunque aceptan cierto grado de “inmoralidad” debido a la propia naturaleza del ser humano, es su apego a la defensa de la prohibición de préstamos con intereses la causa de un final sin gloria para los pensamientos de esta escuela del siglo XVI.
Autor
Desarrolla su destacado trabajo como miembro de la Escuela de Salamanca de economistas, con un propósito claro de lograr prácticas comerciales acordes con la doctrina cristiana. No podemos obviar pues, que no sólo estudió teología sino que se ordenó como sacerdote en México, y que tras leer concienzudamente su obra, es evidente que sus años observando la actividad comercial allí influyó en sus escritos.
Hoy en día resulta muy atractivo leer algo así y pensar que estaría bien algo de moral en aquellos que a través de las malas artes y el ansia de riquezas se favorecen de medios como el engaño.
LA LEY NATURAL Y LA PROPIEDAD PRIVADA
El hecho de destacar estos conceptos se debe a la gran importancia que para el desarrollo de la obra de Mercado tienen los mismos, ya que es a partir de aquí donde la moralidad tan acusada por el autor tiene sus raíces.
Con la ley natural aparece lo divino, lo principal, aquello que se nos ha brindado como único y sin posibilidad de evitar, es decir, nuestro instinto natural para hacer las cosas de un cierto modo. Dios nos lo ha otorgado y nos ha dotado también de razón para que seamos libres para hacer las cosas sólo si queremos hacerlas.
A partir de esta convicción el comportamiento humano lleva al buen comportamiento, y con éste a dos principios:
-Justicia para no hacer el mal
-Misericordia: o lo que es lo mismo, hacer el bien.
A través de este pensamiento proclama en sus textos la inevitable naturaleza que debe promover a convivir en comunidad, la aparición de las necesidades, y el trato justo entre los individuos para alcanzar un trato equitativo moralmente adecuado con el que comerciar y contratar con respecto a nuestros semejantes. Si retrocedemos varias líneas podemos apreciar como en un abrir y cerrar de ojos hemos pasado de la creación del ser humano al trato mercantil, con lo que a partir de ahora tanto la moralidad que según Tomás de Mercado llevamos intrínseca, como nuestra necesidad de abastecernos e intercambiar con otros, irán de la mano y se influirán mutuamente.
Ya sea por un motivo o por otro, la aparición de la propiedad privada que tanta importancia tiene en todo el trabajo del teólogo y economista, debe estar motivada por un término único e irrevocable, y éste es el de “justicia”
Una justicia que es la desembocadura de todo ese bien que debemos guardar con el prójimo y que justifica una propiedad privada como algo necesario, que de algún modo unos han tenido la suerte de nacer con ella por herencia o título, y otros no tienen derecho a buscarla más allá del poco margen que según la ética que nos promulga el autor deberíamos tener.
Pues bien, lo justo debe imperar ante todo, y a veces somos incapaces de encontrarlo nosotros, es entonces cuando debido a nuestra miseria de ánimo, se nos impone la partición en propiedad privada al carecer de una motivación y necesidad común, para lo cual transcribo literalmente un trozo del texto original debido a la importancia y la impresión que hace cuatro siglos y medio y sobre todo ahora podría suponer al ser leído:
Ahora estamos tan sujetos a estas temporalidades, y tenemos tantas necesidades, que es menester que cada uno tenga su hacienda poca o mucha para que sepa de qué se ha de valer en ellas, y deja la ajena de qué se valga su dueño.
Mercado a partir de aquí centra la propiedad privada como algo necesario, pero opina que debe ser la autoridad pública quien regule la misma para que la avaricia de algunos no empeore la situación y se busque un beneficio común mayor.
Si hacemos recuento, hemos comenzado con una naturaleza innata para ser de un cierto modo y sólo cuando no hemos sido capaces de mirar por el bien común, se nos ha impuesto como “castigo” una justicia que no hemos sabido adoptar; tras ello las necesidades y la propiedad privada han desembocado en una regulación por parte de un poder mayor, y es a partir de este momento cuando comenzamos a relacionar dicha propiedad privada con el valor y con los precios, por lo que podemos adelantar que comenzamos a introducirnos en lo que a posteriori será la principal cuestión de lo expuesto, una forma de estudiar y tratar las actividad comercial desde un punto de vista que aunque subjetiva, promueve también la paz social y una alta preocupación por la legitimidad de las operaciones bancarias, la inflación, y el descubrimiento de América.
A lo largo de toda la obra aparece la figura del mercader, al cual se le confiere la labor moral de promover el comercio allá donde se necesite, apareciendo la propiedad privada como origen del comercio ya que si a unos les tocó más que a otros, es inevitable la necesidad de intercambiar por diferencia de cantidad o naturaleza. Sin embargo el mercader se nos presenta como buscador de riquezas, así que como dijimos antes los intereses públicos deben asegurar a través de leyes, alguna que otra traba a los negocios privados.
Es propia de mención expulsar a mercaderes extranjeros o el hecho de reservar ciertas entradas y ventas de mercancías que se presumen beneficiosas para la comunidad, pero a pesar de todo esto y un poco en contraposición, deja bien claro que todas estas decisiones deben hacerse con una consciencia moral apropiada, lo cual deja ver que para la época que estamos tratando podemos hablar de una esencia más liberal de la esperada en un principio.
La moral y la religión serán una sola palabra al encontrarnos con la moral religiosa en sucesivas ocasiones, y más evidente aún es la inclusión del sacerdote como confesor y parte importantísima en nuestras decisiones para que la población acuda a ellos en las mismas. Como vemos, aunque la actividad comercial y económica va adquiriendo posición a lo largo de la obra, la teología estudiada y ejercida por el escritor de la obra envuelve en todo momento las opiniones del economista.
VALOR DE LOS BIENES
El valor real de un bien puedo acarrear incluir o no ciertos parámetros que para algunos serán evidentes o necesarios y para otros inexistentes. El simple hecho de desear un bien porque nos guste, o porque tengamos una necesidad o una visión del mismo distinta al resto, hace que a nuestros ojos el valor de ese bien pueda llagar a aumentar considerablemente. Esto último podría ser el valor subjetivo de un bien, es decir, no le otorgamos el valor que objetiva e intrínsecamente se merece por su naturaleza, sino que la diferencia la marcará nuestra propia necesidad del mismo. Ésta teoría defendida por Aristóteles es matizada aún más por Tomás de Mercado al opinar que la escasez relativa de los bienes tiene una influencia primordial en el precio justo. Dicha escasez relativa junto con una utilidad justa, serán las que lleven al autor a coincidir con la teoría moderna de la oferta y la demanda en competencia perfecta.
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