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Salud Mental Análisis 1


Enviado por   •  15 de Marzo de 2014  •  955 Palabras (4 Páginas)  •  271 Visitas

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ANALISIS 1

Los expertos aseguran que la era en la que vivimos se llama “posmodernidad” También dicen que el estilo de vida posmoderno es peligroso para la salud mental. Se apoyan en el aumento aparente de trastornos mentales, en el crecimiento del consumo de psicofármacos y psicoterapias, y en el triunfo imparable de todo lo que empiece por “psico”. Ahora bien, no es fácil entender por qué en estos tiempos tan “pos-híper-ultra-modernos”, en los que sabemos tanto, tenemos tanto y compartimos tanto, tenemos tan mal la mente.

Pero, ¿de verdad padecemos tantos trastornos? ¿Acaso estamos atrapados en una especie de “malvivir” generalizado? ¿O quizá es que ahora no aguantamos tanto como antes? Hay algunos que dicen que muchos de esos problemas, sufrimientos, incapacidades o necesidades de los que nos quejamos, no son realmente enfermedades sino simples incomodidades o molestias, los flecos sucios de una posmoralidad rosicler y mediática, y que lo que sucede es que nuestra capacidad de tolerancia, resignación y acomodo es mínima; que caemos en la angustia, la depresión o las drogas a nada que las cosas se pongan cuesta arriba.

Lo cierto es que vivimos tiempos veloces e inestables, informativos e informatizados, lúdicos y humorísticos, cambiantes y efímeros. Estamos sometidos a la égida de la publicidad, el imperio de la moda, la tiranía del placer y la agonía del deber. La belleza se antepone a la salud y el dinero a la ostentación, la sexualidad es preferible al amor y la relación virtual a la amistad confidente. La mercadotecnia genera deseos y necesidades irreales que llevan a un consumismo desaforado que sólo nos satisface fugazmente, para generar nuevas ansias insatisfechas.

El ocio, el placer, el individualismo y los compromisos éticos dominan sobre el esfuerzo, el deber y las imposiciones morales. Los neo-fanatismos sustituyen a las religiones, las supersticiones a las creencias. Las grandes verdades han sucumbido, las ideologías y liderazgos absolutos se han relativizado, vivimos sumergidos en disonancias y contradicciones. Hemos dejado atrás el rigor revolucionario para caer en el postmoralismo consumista, basado en la ética light, el culto narcisista a la personalidad y el goce ilimitado, Pero cada vez estamos más desarmados ante la vieja angustia original, somos más vulnerables, necesitamos más ayudas sociales o químicas. Y según declaman los más alarmistas, los viejos apoyos humanos, los valores y marcos de referencia y aseguramiento, la familia, la tribu, el grupo, la ciudad, la nación, la religión, el partido, la ideología están en crisis, unos a punto de extinguirse, otros definitivamente arruinados. Esperábamos que la ciencia, la técnica y el estado social, nos facilitaran los medios, recursos, remedios y cuidados, suficientes para aliviarnos, sanarnos y satisfacernos a todos.

Pero por desgracia la vida real sigue siendo tan cruda, tenebrosa y angustiosa como siempre, por mucho que cerremos los ojos al telediario nuestro de cada día, en el que se patentiza la profecía de León Trotsky, “El que desee una vida tranquila, no debería haber nacido en el siglo XX.”

Durante él cometimos

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