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Sistema Educativo

301220101 de Abril de 2013

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INTRODUCCIÓN

Las realidades del mundo actual se han ido volviendo cada vez más complejas. A largo de la segunda parte del siglo XX y, especialmente, en las últimas décadas, las interrelaciones y las interconexiones de los constituyentes biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales y ecológicos, tanto a nivel de las naciones como a nivel mundial, se han incrementado de tal manera, que la investigación científica clásica y tradicional –con su enfoque lógico-positivista– se ha vuelto corta, limitada e insuficiente para abordar estas nuevas realidades.

Han revelado su insuficiencia, sobre todo, los enfoques unidisciplinarios o monodisciplinarios, es decir, aquellos que, con una visión reduccionista, con-vierten todo lo nuevo, diferente y complejo, en algo más simple y corriente, quitándole su novedad y diferencia y convirtiendo el futuro en pasado. De esta manera, se cierra el camino a un progreso originario y creativo, y se estabiliza a la generación joven en un estancamiento mental.

En las últimas décadas, en efecto, un limitado número de académicos ha enfrentado este problema, en las universidades más progresistas del planeta, iniciando, primero, unos estudios multidisciplinarios, luego, estudios interdisciplinarios y, finalmente, estudios transdisciplinarios o metadisciplinarios; es decir, estudios que ponen el énfasis, respectivamente, en la confluencia de saberes, en su interacción e integración recíprocas, o en su transformación y superación.

La necesidad indispensable de entrelazar las diferentes disciplinas se manifiesta en el surgimiento, hacia la mitad del siglo veinte, con los enfoques multidisciplinario, interdisciplinario y transdisciplinario que es lo que a continuación abordaremos.

DESARROLLO

Analizando el proceso de investigación que va más allá de lo meramente centrado en las disciplinas particulares, se pueden distinguir varios niveles, los cuales van de lo monodisciplinar a lo multi-disciplinar, a lo inter-disciplinar y a lo transdisciplinar.

En la investigación monodisciplinaria se enfatiza en la comprehensión o profundidad a expensas de la extensión, quedándose dentro del ámbito de una sola disciplina. Puede llevarse a cabo por uno o varios investigadores que comparten plenamente un determinado paradigma científico: epistemología, métodos, técnicas y procedimientos. Es la más usual y corriente.

Este enfoque lleva a aislar demasiado los elementos o las partes y su comportamiento, descuidando los nexos y relaciones que tienen con el todo y con otros “todos”.En la hiperespecialización es donde más se puede revelar su exceso.

En la ciencia occidental, este enfoque y sus clásicos métodos han sido tildados frecuentemente de reduccionistas, que ignoran la complejidad de las realidades en sus contextos, que el todo se reduce a la suma de sus partes componentes (fraccionables, desarmables, rearmables y delimitables al estilo de un lego,.etc

Por todo ello, este enfoque se considera como el más incapaz de enfrentar los grandes desafíos que demanda la complejidad de las realidades del mundo actual.

Según el criterio de algunos estudiosos del tema (Miguel García, 2002), en temas de desarrollo, la investigación multidisciplinaria nació en la década de los años ochenta (80), impulsada por instituciones de desarrollo apoyadas por la cooperación internacional. Lo multidisciplinario ha sido conceptualizado como un enfoque de investigación científica que toma en cuenta varias disciplinas; es decir, se tiene un problema macro común, pero unos objetivos diferenciados para cada una de las disciplinas que intervienen. Además de, unas conclusiones también desde cada una de las disciplinas.

En la investigación multidisciplinaria trabajan diferentes investigadores colaborando en un proyecto común. Los participantes pertenecen a diversas disciplinas y cada uno es básicamente independiente en su trabajo, sintiendo poca o ninguna necesidad de conocer el trabajo de los demás. Ordinariamente, existe un director que ha planificado el proyecto, que ha buscado el equipo y le ha asignado la tarea a cada miembro, que supervisa la marcha, pero sin demasiada injerencia en la lógica de lo que hace cada uno, y que trata de Unir el producto final, pero respetando las piezas de cada investigador en su naturaleza y forma disciplinaria. De esta manera, la integración puede consistir en preceder los resultados con una introducción, yuxtaponerlos u ordenarlos de acuerdo a criterios y seguirlos con una serie de conclusiones casi en forma de apéndice. Generalmente, hay también integración de términos y, quizá, de conceptos, pero las verdaderas “explicaciones” se mantienen dentro del ámbito de cada disciplina y la autoría de cada parte es característicamente independiente. Las críticas que se le hacen a este enfoque (desde la perspectiva transdisciplinaria) son básicamente las mismas que al anterior, pero en un tono más suave, ya que sus resultados buscan una cierta integración del saber.

Si se tuviera que buscar el origen del concepto de interdisciplinariedad (según Miguélez), ya fuera de una manera implícita o explicita, tendríamos dos caminos. El primero sería hacer un recorrido histórico y buscar la esencia del dicho concepto, lo cual implicaría rastrear el surgimiento del pensamiento occidental, retornar a los clásicos de la antigua Grecia y hacer un largo recorrido hasta los pensadores contemporáneos como Morin, Foulcaut y Deleuze, entre otros, buscando puntos nodales que nos puedan ayudar a dilucidar su desarrollo y trayectoria.

En el segundo camino se pueden caracterizar dos momentos importantes que permiten trabajar sobre el concepto de interdisciplinariedad. Según Martín Landau, Harold Prosahnky y William Itellso (Torres, 1996), el primero va desde la Primera Guerra Mundial hasta la década de los 30. El segundo, lo sitúan luego de la Segunda Guerra Mundial, pues el mundo inició relaciones de cooperación en áreas económicas, políticas y científico-naturales. Las primeras cooperaciones fueron bilaterales, pero la creación de la UNESCO inició la cooperación internacional que aún perdura.

Según Núñez Jover (citando a Dogan) este concepto aparece por vez primera con el sociólogo Louis Wirtz. Antes la Academia Nacional de los Estados Unidos había utilizado el término “cruces de disciplinas” y el Instituto de Relaciones Humanas de la Universidad de Yale había propuesto la expresión “demolición de las fronteras disciplinarias”

A finales de los años sesenta, la UNESCO propone trabajar desde una perspectiva interdisciplinaria en la búsqueda de soluciones comunes a los problemas contemporáneos desde el punto de vista científico y tecnológico y para los años setenta en trabajos escritos por Piaget aparece el uso de la terminología “recombinación genética” de las nuevas ramas del saber. Coincidentemente Follari ubica el surgimiento del término en los años setenta, pero lo concibe como una reacción del capitalismo frente a sus propios problemas de legitimación que significó una respuesta del Estado a las críticas radicales que recibían, intentando demostrar que la interdisciplina cumple una función ideológica.

Por su parte la interdisciplinariedad, en palabras de S. N. Smirnov, “es actualmente uno de los problemas teóricos y prácticos más esenciales para el progreso de la ciencia. El concepto de unidad interna de las diversas ramas del saber y el de sus relaciones recíprocas ocupan un lugar cada vez mayor en el análisis filosófico, metodológico y sociológico, así como en el análisis científico concreto del progreso científico en el mundo actual..., la interdisciplinariedad en el campo de la ciencia consiste en una cierta razón de unidad de acciones y relaciones recíprocas, de interpenetraciones entre las llamadas disciplinas científicas”.

La indisciplinariedad es definida como el proceso de generación de conocimientos con vistas a la acción; categoría del conocimiento colocada en relación directa con la práctica (Núñez Jover). En este tipo de investigación también los participantes pertenecen a diferentes disciplinas, pero la integración comienza ya en el mismo proceso, en la formulación del plan de acción y en la especificación de la contribución de cada miembro: cada uno trata de tener en cuenta los procedimientos y trabajo de los otros en vista a una meta común que define la investigación, lo que significa que en esta discusión el punto de partida no puede situarse en las interrelaciones entre disciplinas, sino en las interrelaciones que se dan en un sistema complejo entre los procesos que determinan su funcionamiento y enfatiza el autor en que debemos evitar a toda costa la contraposición entre especialización e interdisciplinariedad; confundir “ciencias híbridas” e interdisciplina e identificar interdisciplinariedad y trabajo de equipo.

Por ello, la coordinación, la comunicación, el diálogo y el intercambio son esenciales, para traducir los términos propios, aclarar los lenguajes ambiguos,

Seguir, aunque sea parcialmente, procedimientos metodológicos similares, y, en general, tratar de compartir algunos de los presupuestos, puntos de vista y lenguajes de los otros. De una manera particular, además de la integración terminológica y conceptual, hay una auténtica integración de resultados (Meeth, 1978): los aportes y contribuciones de cada uno son revisados, redefinidos y reestructurados teniendo en cuenta a los otros hasta lograr un todo significativo, una integración sistémica,

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