Sociedades Del Conocimiento
andey218 de Febrero de 2013
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Hacia las sociedades del conocimiento
INFORME MUNDIAL DE LA UNESCO
Hacia las sociedades
del conocimiento
Ediciones UNESCO
Las designaciones utilizadas en esta publicación y la presentación del material que en ella figura
no suponen ninguna toma de posición por parte de la UNESCO acerca de la condición jurídica
de los países, territorios, ciudades o zonas ni respecto al trazado de sus fronteras o límites.
Publicado en 2005 por la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura
7 Place de Fontenoy; 75732 París 07 SP
http//www.unesco.org/publications
Maqueta: Roberto C. Rossi
Impreso por Jouve, Mayenne France
ISBN 92-3-304000-3
©UNESCO 2005
Todos los derechos reservados
Hacia las sociedades del conocimiento — ISBN 92-3-304000-3 — © UNESCO 2005 17
Cabe preguntarse si tiene sentido construir sociedades
del conocimiento, cuando la historia y la antropología
nos enseñan que desde la más remota antigüedad
todas las sociedades han sido probablemente sociedades
del conocimiento, cada una a su manera.
Hoy como ayer, el dominio del conocimiento
puede ir acompañado de un cúmulo importante de
desigualdades, exclusiones y luchas sociales. Durante
mucho tiempo el conocimiento fue acaparado por
círculos de sabios o iniciados. El principio rector de
esas sociedades del conocimiento reservado era el
secreto. Desde el Siglo de las Luces, los progresos de
la exigencia democrática –basada en un principio de
apertura y en la lenta aparición de un ámbito público
del conocimiento– permitieron la difusión de las ideas
de universalidad, libertad e igualdad. Esta evolución
histórica fue unida a la propagación de conocimientos
por intermedio del libro, y luego de la imprenta, y
también a la difusión de una educación para todos en
la escuela y la universidad. Este ideal de conseguir un
ámbito público del conocimiento, que es un elemento
fundamental de la UNESCO y su Constitución, no se
puede considerar como un logro definitivo.
Actualmente, la difusión de las nuevas tecnologías
y la aparición de la red pública Internet parecen
abrir nuevas perspectivas a la ampliación del espacio
público del conocimiento. A este respecto, podemos
preguntarnos si poseemos ya los medios que permitan
un acceso igual y universal al conocimiento, así como
un auténtico aprovechamiento compartido de éste.
Esta debe ser la piedra de toque de sociedades del
conocimiento auténticas, que sean fuentes de un
desarrollo humano y sostenible.
¿Qué clase de sociedades
del conocimiento?
Una sociedad del conocimiento es
una sociedad que se nutre de sus
diversidades y capacidades
Cada sociedad cuenta con sus propios puntos fuertes
en materia de conocimiento. Por consiguiente, es
necesario actuar para que los conocimientos de que
son ya depositarias las distintas sociedades se articulen
con las nuevas formas de elaboración, adquisición
y difusión del saber valorizadas por el modelo de la
economía del conocimiento.
La noción de sociedad de la información se basa
en los progresos tecnológicos. En cambio, el concepto
de sociedades del conocimiento comprende dimensiones
sociales, éticas y políticas mucho más vastas. El
hecho de que nos refiramos a sociedades, en plural,
no se debe al azar, sino a la intención de rechazar la
unicidad de un modelo “listo para su uso” que no
tenga suficientemente en cuenta la diversidad cultural
y lingüística, único elemento que nos permite a todos
reconocernos en los cambios que se están produciendo
actualmente. Hay siempre diferentes formas de conocimiento
y cultura que intervienen en la edificación de
las sociedades, comprendidas aquellas muy influidas
por el progreso científico y técnico moderno. No se
puede admitir que la revolución de las tecnologías de
la información y la comunicación nos conduzca –en
virtud de un determinismo tecnológico estrecho y fatalista–
a prever una forma única de sociedad posible.
Introducción
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Hacia las sociedades del conocimiento
La importancia de la educación y del espíritu
crítico pone de relieve que, en la tarea de construir
auténticas sociedades del conocimiento, las nuevas
posibilidades ofrecidas por Internet o los instrumentos
multimedia no deben hacer que nos desinteresemos
por otros instrumentos auténticos del conocimiento
como la prensa, la radio, la televisión y, sobre todo,
la escuela. Antes que los ordenadores y el acceso a
Internet, la mayoría de las poblaciones del mundo
necesitan los libros, los manuales escolares y los maestros
de que carecen.
La cuestión de las lenguas y los conocimientos
es inseparable de la cuestión de los contenidos. Al decir
esto, no nos referimos solamente a los debates sobre
la preponderancia del inglés con respecto a las demás
lenguas de comunicación importantes, o a la suerte
que se depara a los idiomas en peligro de desaparición.
Nos estamos refiriendo también al lugar que
deben ocupar los conocimientos locales o autóctonos
en las sociedades del conocimiento cuyos modelos de
desarrollo valoran considerablemente las formas de
codificación características del conocimiento científico.
La nueva importancia que cobra la diversidad cultural
y lingüística destaca hasta qué punto la problemática
del acceso a los conocimientos es inseparable de las
condiciones en que éstos se producen. Promover la
diversidad equivale a promover la creatividad de las
sociedades del conocimiento emergentes. Esta perspectiva
no obedece exclusivamente a un imperativo
abstracto de carácter ético, sino que apunta principalmente
a suscitar en cada sociedad una toma de
conciencia de la riqueza de los conocimientos y capacidades
de que es depositaria a fin de que los valore
y aproveche mejor. Al hacerlo, no cabe duda de que
cada sociedad estará mejor armada para hacer frente
a las rápidas mutaciones que caracterizan al mundo
contemporáneo.
Una sociedad del conocimiento
debe garantizar el aprovechamiento
compartido del saber
Una sociedad del conocimiento ha de poder integrar
a cada uno de sus miembros y promover nuevas
formas de solidaridad con las generaciones presentes
y venideras. No deberían existir marginados en las
sociedades del conocimiento, ya que éste es un bien
público que ha de estar a disposición de todos.
Los jóvenes están llamados a desempeñar un
papel fundamental en este ámbito, ya que suelen
hallarse a la vanguardia de la utilización de las nuevas
tecnologías y contribuyen a insertar la práctica de
éstas en la vida diaria. Las personas de más edad
también están destinadas a desempeñar un papel
importante, porque cuentan con la experiencia necesaria
para compensar la relativa superficialidad de la
comunicación “en tiempo real” y recordarnos que el
conocimiento es esencialmente un camino hacia la
sabiduría. Toda sociedad posee la riqueza de un vasto
potencial cognitivo que conviene valorizar.
Además, dado que las sociedades del conocimiento
de la “era de la información” se distinguen de
las antiguas por su carácter integrador y participativo
legado por el Siglo de las Luces y la afirmación de los
derechos humanos, la importancia que estas nuevas
sociedades conceden a los derechos fundamentales
se traducirá por una focalización especial en:
– la libertad de opinión y expresión (artículo
19 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos) y la libertad de información, el pluralismo
de los media y la libertad académica;
– el derecho a la educación y sus corolarios: la
gratuidad de la enseñanza básica y la evolución
hacia la gratuidad de los demás niveles
de enseñanza (artículo 26 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos y artículo 13
del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales);
– el derecho a “tomar parte libremente en la
vida cultural de la comunidad, a gozar de las
artes y a participar en el progreso científico y
en los beneficios que de él resulten” (párrafo 1
del artículo 27 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos).
La difusión de las tecnologías de la
información y la comunicación abre
nuevas posibilidades al desarrollo
La coincidencia del auge de Internet, así como de la
telefonía móvil y las tecnologías digitales, con la tercera
revolución industrial –que en un primer momento
Hacia las sociedades del conocimiento — ISBN 92-3-304000-3
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