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Tema- Formación ética y ciudadana.


Enviado por   •  23 de Agosto de 2016  •  Resúmenes  •  2.573 Palabras (11 Páginas)  •  472 Visitas

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Formación

Ética y

Ciudadana


Creemos que la mejor forma para realizar un análisis de la situación actual del aula no es otra que retrotraemos necesariamente a la aparición y el desarrollo del dispositivo escolar.

La función social que el dispositivo escolar ha tenido en el trascurso de la historia, nos permite analizar qué tipo de alumnos y que universidades sostenemos a través de nuestra practica como docentes. La escuela no existió siempre, sino por el contrario fue a partir del siglo XVI que comienzan a generarse y ensamblarse una serie de dispositivos que darán paso a la maquinaria de gobierno de la infancia.  

A partir del siglo XVI, con la iglesia del renacimiento, que los hombres del clero comienzan a pergeñar diversos planes cuyo objetivo consiste y exacerbación del poder la Iglesia, ya que su influencia política empezaba a encontrar limites en el poder absoluto de la Monarquía  y la aparición de los Estados administrativos Modernos. Se hace necesario entonces capturar al individuo desde sus primeros años de vida con el fin de inculcarle la fe cristiana para luego convertido en adulto sea capaz de reproducirla y sobre todo de no cuestionarla.

La infancia empieza a perfilarse como un sector privilegiado, que debe ser tutelado y disciplinado.

A finales del siglo XVII se produce un cambio con relación a la enseñanza, La Escuela hace su aparición como medio de educación. Se manda al niño al colegio y se lo somete desde pequeño a un proceso que Philippe Aries denomina Escolarización.

La Iglesia se ocupara de educar y capacitar a los religiosos que se dediquen a la formación de los jóvenes. Para la formación de la infancia y moldeamiento de su conducta, convierte al maestro en transmisor de un modelo de virtud.

El maestro quedara puesto en el lugar de la Autoridad moral, siendo el único poseedor de conocimiento. A mediados de 1800 el estado comienza a intervenir en la formación de los maestros, y es allí donde hace su aparición La Escuela Normal. El Estado tiene ahora puestos sus intereses en la educación de los niños de las clases populares, interés compartido por la burguesía donde el objetivo principal es la formación del maestro al servicio de una sociedad en vías de industrialización.

A mediados del siglo XIX, y principios del siglo XX la educación de las clases populares forma parte de las acciones de los gobiernos, cuyo fin es tutelar y moralizar al obrero para convertirlo en un trabajador honrado, pero sobre todo para neutralizar e impedir las luchas sociales.

Por último, aparece en escena el pupitre, destinado a mantener la distancia física y simbólica entre los alumnos de la clase.

Este recorrido histórico con la finalidad de poder visualizar mejor distintos procesos que hacen a la cotidianeidad del aula hoy. Nuestra mirada (una posible), acerca del aula a partir de nuestra experiencia como docentes en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Los que redactamos el presente escrito trabajamos como equipo pedagógico en la Materia Salud Publica/ Salud Mental II desde hace 3 años.

Lugar del docente. La circulación del poder en el aula.

Como hemos visto anteriormente, el aula y su espacio físico están directamente relacionados a un dispositivo que utiliza el encierro como forma de control. En el aula se les ha presentado a los alumnos históricamente como un lugar ajeno a ellos, de hecho este espacio puede ser pensado como propiedad privada del docente.

En nuestro trabajo diario se nos presenta como significativo, ver la resistencia que se genera por parte de los alumnos que se les ofrece la posibilidad de apropiarse del aula y de lo que en ella podrá acontecer. Un proceso de escolarización que ha comenzado casi entre los tres o cuatro años de vida.

El espacio cerrado del aula, produce en los alumnos la imposibilidad de moverse, esta inmovilidad pareciera jugarse también en el pensamiento y en la posibilidad de producir conocimiento.

En cualquier debate que se sostenga con los alumnos acerca de su posibilidad de reclamar, de discutir, de conocer y hacer valer sus derechos, ellos manifiestan casi a coro su relación asimétrica con el docente y el poder que esta detenta. Daría la impresión que en esta encrucijada operan dos situaciones claramente diferenciadas y y el poder ejercido en forma verticalista.

Qué sucede con el individuo, persona, niño que a lo largo de su vida escolar llega a la Universidad luego de atravesar durante veinte años las distintas “maquinarias escolares”. Es por eso que nos interese complejizar y problematizar el término poco ingenuo que es “alumno”.

Este vocablo proviene del latín y significa, apelando al diccionario: “Alere, alimentar. Persona, respecto del que la educa desde su niñez.”

Maestro: del latín magister-magnus: grande: El que enseña una ciencia, arte u oficio.

Enseñar: del latín insignare-señalar: Instruir, doctrinar, amaestrar con reglas o preceptos: Dar advertencia, ejemplo o escarmiento que sirve de experiencia. Acostumbrarse, habituarse a una cosa.

Estudiar: del latín studere; aplicarse, esforzarse: Ejercitar el entendimiento para alcanzar o comprender una cosa.

Tenemos, por un lado, alguien magnánimo, grande, que señala un camino, que alimenta a un hambriento (y que, al parecer, nunca comió y no conoce los sabores de nada), que expondrá una cosa hasta que el otro se habitúe y mostrara un camino, que dará luz y saber.

Lo más interesante se plantea cuando las personas en cuestión (los supuestos hambrientos), se enteran de la etimología de la palabra que los viene nombrando y significando desde hace 20 años. En las cursadas intentamos no solo desde los distintos dispositivos subvertir esta relación docente-alumno que venimos exponiendo sino que explicitamos estos puntos: por eso, al enterrarse en el tercer año de la Facultad la acepción del significante “alumno”.

Al finalizar la última cursada, nos referimos a los estudiantes como “lumnos”. Este nuevo significante (proviene de nuestra anterior acepción), da cuenta de la seguridad que tenemos como docentes de que todas las personas traen una luz, un bagaje de “alimentos”, probados, adquiridos desde un recorrido propio y que, sobre todo, son posibles de ser compartidos.

Cada situación de enseñanza-aprendizaje (ya sea formal o informal) sino que pensar que uno posee experiencias previas, que ya ha probado muchos alimentos  tiene que tender, creemos, a posicionarnos como actores sociales de una realidad concreta, material, social e histórica que, de otra forma, vemos pasar, pasiva y silenciosamente.

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