Tipos De Grupo
erikapaoladuque26 de Mayo de 2013
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República Bolivariana de Venezuela
Universidad Bolivariana de Venezuela
Misión Sucre- Primera Aldea
Integrantes:
Erika Fernandez
C.I.- 11.680.376
Erika Ojeda
C.I.- 14.577.488
Tibisay Zamora
C.I.- 13.497.326
Isabel Armao
C.I.- 11.451.770
Maracay, 01 de Enero de 2011
INTRODUCCIÓN
Un universo infinito, un bello planeta, un inmenso mar, una pequeña isla, un sencillo conjunto de árboles, un solo ciudadano: ningún problema de convivencia. Una pequeña escuela, unos pocos libros, unos cuantos lápices, un grupo de niños y niñas, una sola pelota, dos posibilidades, luchar por ella o jugar juntos. Este sencillo dilema moral nos obliga a reflexionar continuamente sobre nuestro MUNDO SOCIAL. La escuela, cargada de funciones, obligaciones y dimensiones, cuenta con una de gran importancia, el ocuparse de aspectos relacionados con la socialización.
El ser humano ofrece desde el momento de su nacimiento su yo social y va creciendo y conformándose en base a las relaciones que establece con los otros en diferentes situaciones, escenarios y contextos. La escuela es un magnifico espacio para crecer como ser social, para desarrollar habilidades comunicativas, para aprender a expresarse siendo entendido por los demás, para compartir y para aprender a vivir y a convivir.
Imaginar un mundo de aislamiento, sin relaciones, sin grupo, es hoy por hoy imposible. Del otro lado un mundo rico, plural, de grupo, de intercambio, de acción conjunta, de grandes deseos por contar, de compartir en definitiva, aprender a vivir juntos, aprender a convivir con los demás.
El niño desde el momento de su nacimiento busca la seguridad en la compañía de quien se la ofrece y esto no cambia. El mundo de los miedos surge a través de la experiencia. Por tanto uno de nuestros puntos clave es ofrecer a los niños y niñas entornos agradables, limpios de miedos, llenos de momentos felices, repletos de experiencias sociales, cargados de afectividad y sobre todo envueltos en un clima que favorezca cualquier aprendizaje.
APRENDER A VIVIR Y A CONVIVIR
El nuevo milenio nos ha sorprendido con un escenario donde ya no existe la lejanía ni la distancia. Pertenecemos a una gran comunidad, a un gran espacio común donde el aprender a convivir se vuelve el camino para alcanzar la paz y el bienestar de los pueblos. Aprender a convivir es saber vivir, y a convivir, se aprende.
Los seres humanos, más que cualquier otro ser viviente, necesitamos de los demás para nuestra propia subsistencia. No sólo para la satisfacción de las necesidades básicas, sino para nuestro crecimiento y desarrollo humano integral. Vivir es convivir. Por lo tanto, la capacidad de convivir es, sin duda, uno de los aprendizajes más importantes para el desarrollo humano. Todo esto significa que convivir, vivir con otros, es un acto vital, así como lo es alimentarnos; es un hecho natural entre los seres humanos, así como lo es para las demás especies que habitan el planeta.
Sin embargo, a pesar de que convivir es un hecho natural y vital, los seres humanos también tenemos una tendencia a privilegiar nuestras ideas, poder, aportes, nuestros propios grupos… sobre los demás. Esta tendencia se exacerba con la competitividad e individualismo promovidos en el sistema de vida dominante en el mundo actual, donde lo que realmente importa es el triunfo, la satisfacción y el bienestar individual, aun en detrimento de los otros; por ello, el hecho de vivir juntos en sí mismo no es suficiente para convivir en el más amplio sentido de la palabra.
La necesidad de aprender a convivir tiene cada día más ponderación en diversos ámbitos, especialmente en el educativo. Así se demuestra en el informe elaborado para la UNESCO por la Comisión Internacional de Educación para el siglo XXI, presidida por Jacques Delors, titulado “La educación encierra un tesoro”. La comisión es explícita en señalar que en educación debemos atender con primacía esta dimensión de convivencia que tenemos los seres humanos. Por ello define el CONVIVIR como aprendizaje básico, así como debe serlo el aprender a ser, pensar y hacer; ya no es suficiente que los centros educativos formen en conocimientos y en habilidades para el desarrollo del pensamiento; ahora es cada vez más necesario que la escuela del siglo XXI asuma el aprendizaje para la convivencia como uno de los pilares de su función.
Ésta es una tarea educativa, pero que no sólo le corresponde a la escuela, pues la familia, los medios de comunicación, la iglesia y la sociedad en general tienen una alta responsabilidad en ello. Asumimos la convivencia, entonces, no sólo como el hecho de coexistir o de vivir con otros; sino, también, como la construcción del ambiente y las condiciones que hacen posible el crecimiento y realización de todos, sobre la base del intercambio y establecimiento de relaciones sociales productoras de vida permanente entre los seres humanos y el medio.
Asimismo Convivir significa compartir vivencias juntos; convivir es conversar, “dar vueltas juntos” (cum-versare) en diálogo amistoso. Si “conversamos” en la escuela, estamos construyendo la convivencia escolar; si lo hacemos en la sociedad, en la ciudad, estamos construyendo la ciudadanía, la convivencia democrática. ¿El resultado? Sociedades más justas, más cohesionadas, más interculturales y, por supuesto, más pacíficas.
Aprender a convivir es una finalidad básica de la educación. Se trata, por consiguiente, de sumar esfuerzos para dar respuestas, conscientes de que la educación para la convivencia democrática y la ciudadanía, para la igualdad entre hombres y mujeres, la educación intercultural, en definitiva, la educación para una Cultura de Paz, son desafíos que la escuela no puede obviar si quiere, realmente, dar respuestas positivas y constructivas a los problemas escolares y sociales del siglo XXI. J. Delors lo expresaba muy bien en su libro “La educación encierra un tesoro” cuando insistía en aprender a ser y aprender a vivir juntos.
Es cierto que la escuela, en cuanto comunidad educativa, no tiene todas las respuestas, pero si tiene muchas respuestas y también las necesita del entorno. Estamos hablando de una colaboración estable e interinstitucional, de unas respuestas compartidas con el resto de los agentes sociales, especialmente de aquellos que están más directamente concernidos y afectados por la calidad del proceso educativo y violencia escolar, es decir, salud, justicia, e interior, sin olvidar a los ayuntamientos, partidos políticos, sindicatos y demás organizaciones de la sociedad civil.
Y, desde luego, en primer lugar las asociaciones de padres de familia. Para dar las respuestas que corresponden a los educadores y educadoras se están elaborando proyectos de planes integrales de mejora de la convivencia escolar, con distinto rango legislativo, aprovechando las experiencias, las realizaciones y sugerencias de muchas personas educadoras, apoyándose también en valiosos trabajos de investigación realizados en el conjunto del Estado.
A partir de ellos, es necesario y urgente elaborar un buen diagnóstico sobre los principales problemas que están afectando negativamente a la convivencia escolar, para conocer sus múltiples causas, evolución en los últimos años, los expedientes disciplinarios abiertos, su distribución territorial y por edades, por género, y las líneas de tendencia…
Todo ello permitirá hacer una evaluación real, actualizada y rigurosa, de la situación de nuestro sistema educativo sobre este particular y proponer, en consecuencia,
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