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Ética y Derechos Humanos: principios educacionales para una sociedad democrática


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2012  •  5.651 Palabras (23 Páginas)  •  669 Visitas

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Ética y Derechos Humanos:

principios educacionales para una sociedad democrática

Alvori Ahlert*

Resumen: El presente artículo discute la urgencia de la ética como fundamento para la búsqueda de una sociedad democrática y sus conectividades con la reflexión sobre los derechos humanos. Se discute la importancia de los derechos humanos para la construcción de una sociedad efectivamente democrática y participativa y los sentidos de la democracia en la actualidad en que los derechos humanos de tercera y cuarta generaciones se constituyen como premisas fundamentales para el ejercicio de la ciudadanía democrática.

Palabras clave: Derechos humanos, ética, ciudadanía, educación.

Ethics and human rights: educational principles

for a democratic society

Abstract: The present article argues the urgency of ethics as bedding for the search of a democratic society, and its relations with the perspective on human rights. The importance of human rights for the construction of a democratic and effectively participative society, and the meaning of democracy at present time in which human rights of third and fourth generations are constituted as basic premises for the exercise of democratic citizenship is also discussed.

Key words: Human rights, ethics, citizenship, education.

Recibido el 27.02.07 Aprobado el 26.03.07

* * *

Introducción

Problematizar y reflexionar sobre los derechos humanos y la ética es una tarea ardua. La cuestión primera es, por donde partir, considerando que se trata de dos temas tan amplios y tan sin concreción, sin plasticidad en la realidad en que vivimos, tanto en el plano global como local. Todavía una mirada más apresurada nos permite percibir que tanto los derechos humanos como la ética poseen su historicidad, su lugar, su tiempo y su espacio donde sus sentidos y significados fueron y son construidos y reconstruidos por la acción y relación humana. Por eso, su lugar para nuestro análisis y reflexión y nuestra propia realidad, en la cual su universalidad aún es una ausencia casi universal. “Los derechos humanos, por definición, tienden a ser universales. Aún cuando, su característica más universal es su violación universal.” (Lienemann, 1982, p. 80)

No ocurre algo diferente con la ética, que, en el período de la Modernidad, fue librada de las relaciones humanas, de las cuestiones de la convivencia humana por la ciencia positivista, por la racionalidad técnica y científica, utilitarista, promotora del poder, del poder del dinero, y de la producción.

Todos tenemos nuestra construcción humana, nuestra historia personal y social a partir de las diferentes culturas a las que pertenecemos. Aún así, encima de éstas existen macrofenómenos, resultantes del campo científico económico y político, desarrollados a lo largo de las últimas décadas, que reclaman una profundización en las orientaciones y en las normativas éticas universales. Rehén del mundo sistémico, del poder y del dinero, el desarrollo económico y tecnológico ha beneficiado sólo a un pequeño número de personas sobre la faz de la tierra, en detrimento de las condiciones mínimas de vida para la mayoría de los seres humanos y para el medio ambiente. Si por un lado, las catástrofes naturales pueden ser evitadas o mitigadas, mediante un planeamiento que tenga la vida como núcleo central, por otro lado, las tragedias, resultantes de la ganancia, de la incompetencia social y de corrupciones estructurales y personales, continúan segando vidas e impidiendo dignidad y abundancia para la mayoría de la población mundial.

Es significativa la visión de esa realidad planetaria ilustrada por Forrester, en su livro O Horror Econômico, en el cual afirma que,

...son millones de personas, digo bien, personas, colocadas entre paréntesis, por tiempo indefinido, tal vez sin otro límite a no ser la muerte, tienen derecho apenas a la miseria o a su amenaza más o menos próxima, la pérdida muchas veces de un techo, la pérdida de toda la consideración social y asimismo de toda la autoconsideración. Al drama de las identidades precarias o anuladas. Al más vergonzoso de los sentimientos: la vergüenza. (Forrester, 1997, p. 10)

Este es el resultado de las políticas neoliberales llevadas a cabo por las potencias económicas del planeta, que crearon mecanismos internacionales de pillaje: Banco Mundial, Organización de Cooperación y de Desarrollo Económico –OCDE-, Fondo Monetario Internacional -FMI–, entre otros, sobre los pueblos tercermundistas o paises en desarrollo.

Las características de esta nueva fase del capitalismo están centradas en la globalización de la economia, en el fin de las fronteras económicas, en el desmantelamiento del Estado y en la destrucción de los derechos sociales, tales como salud, educación, vivienda, transporte, comunicación, estabilidad de empleo, desvaloración y destrucción de las economías microrregionales (Ahlert, 2003, p. 122-123).

El filósofo Ernildo Stein se refiere a esta realidad como un cuadro de horrores de nuestro mundo globalizado. Se trata, según este filósofo, de macrofenómenos macabros de orden material y que nos chocan diariamente a través de los medios o in loco: la muerte de millones de seres humanos por el hambre, principalmente em el tercer mundo; la violencia de las guerras regionales, étnicas, tribales y económicas con centenas de millares de muertos; las dolencias endémicas, epidémicas y estacionales entre los pueblos más pobres; la violencia urbana produciendo terror y miedo en todos; las catástrofes climáticas, de la civilización, en el tránsito; la explotación por el trabajo esclavo, de adultos y crianzas; la prostitución de menores, usados como objetos en el turismo; la desesperación de los excluidos del proceso social; la persecusión y la extinción de las minorías de todos los tipos; la exclusión de la salud y la privación de la palabra de las mayorías pobres y explotadas; la agresión de los media y de la propaganda, violentando la frágil estructura del deseo; la desconsideración de los ancianos, de los jubilados, de los enfermos, de los desempleados y de las mujeres llenas de hijos; la mortalidad infantil; el desperdicio, el almacenamiento de alimentos con fines especulativos; la destrucción de los recursos naturales del planeta;

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