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ANTECEDENTES Y DESARROLLO HISTÓRICO DE LA ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL EN ESPAÑA

VARAGON33Trabajo10 de Enero de 2016

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ANTECEDENTES Y DESARROLLO HISTÓRICO DE LA    ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL EN ESPAÑA

El análisis histórico de cualquier realidad de la actividad humana exige delimitar el objeto de estudio. J. Trilla entiende la animación sociocultural ‘como el conjunto de acciones realizadas por individuos, grupos o instituciones sobre una comunidad, en el marco de un territorio, con el fin de fomentar la participación de sus miembros en el desarrollo social  y cultural’. Quintana Cabanas entiende por desarrollo comunitario ‘todas las formas de trabajo comunitario, como la animación del barrio y ayudar a las personas a tomar una actitud crítica hacia la sociedad’.

Las funciones de la animación sociocultural son las de integración social, económica, cultural y crítica, y la de regular los intercambios sociales y culturales. Su incorporación en España a las prácticas educativas y sociales es reciente y deudora de las tradiciones culturales centroeuropea y latinoamericana, si bien, han existido actuaciones similares con otra denominación. Se distinguen tres etapas: antes de 1939, la del franquismo y los últimos veinte años.

Son dos las maneras de concebir la cultura y la educación fuera de la escuela. La de los sectores conservadores y burgueses, representa los intereses de los sectores hegemónicos. Por otra, la tradición popular, de las capas sociales identificadas con el movimiento obrero.

EXPERIENCIAS DE CULTURA POPULAR ANTES DE 1939

Algunos planteamientos de la cultura popular en España en el primer tercio del siglo XX proceden del siglo anterior, si bien adoptan nuevas fórmulas. El lema de muchos casinos de instrucción, recreo y moralidad es un ejemplo. Igual sucede con el reformismo burgués en materia social y cultural o la contribución del obrerismo -anarquista y socialista- y del catolicismo social.

El avance del movimiento obrero a principios del siglo XX, la crisis del régimen de la Restauración, la llegada y caída de la Segunda República, y la quiebra que supone la guerra civil, obligan a repensar lo acontecido en materia social y cultural.

La burguesía más conservadora y la aristocracia se recluyen en sus círculos de sociabilidad y cultura con pautas de la Ilustración. El XVIII fue un siglo de cambios como las relaciones sociales y la transmisión de la cultura por vías ajenas a la universidad. De ahí el éxito de academias, tertulias, bailes de sociedad o de los Amigos del País o las Juntas y Consulados de Comercio.

En el siglo XIX florecen los ateneos, de talante liberal, conservador o republicano. Destaca el Ateneo de Madrid por su contribución al debate político y filosófico. En cada ciudad había varios ateneos, círculos, sociedades, que responden a adjetivaciones políticas propias de la coyuntura, pero el acceso a ellos es restringido.

El siglo XX se abre de igual forma. Así, en cafés, casinos.., se reúnen las distintas tendencias, y se organizan conferencias, actividades lúdicas y mantienen una biblioteca. La burguesía conservadora tiene los mejores locales (ej: el Ateneo de Palencia). Tales ateneos, círculos y sociedades fueron lugar de un modelo de animación a la cultura y la sociabilidad: la de  las capas superiores.

Existe otra burguesía más liberal (tienen un concepto laico de la sociedad, y simpatizan con el ideario de la Institución Libre de Enseñanza), que propone soluciones culturales en pro de la armonía. Sus propuestas son:

La extensión universitaria, es la primera propuesta de la burguesía intelectual para resolver la cuestión social. Los institucionistas importan el modelo inglés de extensión cultural (Ginés de los Ríos). La universidad,  sus profesores y alumnos, debe colaborar en la mejora de la condición cultural y social de los trabajadores y buscar la armonía entre personas y clases sociales (fondo filosófico krausista: a la armonía por la razón y la educación).

La primera universidad que en España instala la extensión universitaria es la de Oviedo (1896). Algunos profesores invitan a las aulas a los trabajadores y reciben cursos de derecho, economía política.. Después, se expande la iniciativa a otras universidades (Sevilla). En las Asambleas Universitarias de Valencia y Barcelona surge un nuevo impulso.

Este movimiento tuvo poca resonancia entre los obreros. A veces, la extensión se proyecta más allá de las aulas y conecta con asociaciones y ateneos de talante liberal (Madrid).

La universidad popular es un tipo de institución próxima a la extensión universitaria. Surge de las masas trabajadoras procurando su regeneración cultural y social, y una colaboración interclasista a través de la cultura.

Se desarrollan con éxito en el primer tercio de siglo. Durante la guerra su orientación es más radical, pues se concibe que España y sus recursos culturales sean una gran universidad popular. A medida que las políticas culturales socialista y republicana asumen sus actividades, las universidades populares entran en crisis.

El mapa de las universidades populares, desde las primeras en Oviedo y Valencia a principios del siglo XX, no está del todo configurado. Con la democracia, varias universidades populares se instalan en los ayuntamientos. Las actividades consisten en organizar ciclos de conferencias y debates, cursillos monográficos, clases de alfabetización y cultura general. Fue más llamativo el renombre de sus promotores (Blasco Ibáñez) que el éxito real de ellas.

Las misiones pedagógicas fueron una de las iniciativas más fértiles de la burguesía liberal en el campo de la cultura popular antes de la guerra civil. Su programa de actuación fue un referente a finales del franquismo y en la transición, y en numerosos proyectos, en el ámbito de la animación sociocultural de nuestros días.

Dichas misiones se inician tras la proclamación de la Segunda República. Nacen por decreto de 20 de mayo de 1931 con el objeto de difundir la cultura y la educación ciudadana en aldeas y villas. Las promueve el Ministerio de Instrucción Pública, conocedor de las lagunas culturales de las zonas rurales con escaso desarrollo socioeconómico. Además precisan del apoyo de la universidad y del Museo Pedagógico Nacional.

Se inician con la colaboración de instancias políticas y educativas centrales, y de los profesores y alumnos universitarios, en el verano. Para llevar la cultura al pueblo se hacen desplazamientos en los que se incluyen tareas de alfabetización y lectura, teatro, museo ambulante, conciertos, bibliotecas populares, recitales poéticos, y aquellos medios técnicos que eleven el nivel cultural del campesinado. El éxito de las misiones requiere el apoyo de los agentes de la comunidad, en especial los maestros, y dejan como donación o en depósito libros, reproducciones de cuadros y otros materiales. Tratan de desprenderse de formas urbanas y aprender de las expresiones culturales de la comunidad.

Cuando la contrarreforma del ‘bienio negro republicano’ da por concluido las misiones pedagógicas en 1934, los profesores y estudiantes han trazado varias rutas de misión cultural: sierras de la Cabrera, Sanabria.. (García Lorca y su teatro de la Barraca).

Lo más relevante son las formas de hacer y los métodos utilizados. Estos juglares ambulantes, procedentes de sectores culturales y económicos distantes, practican una metodología de la participación. Su presencia se basa en el respeto a lo autóctono, al folclore, y cuentan con todos los miembros de la comunidad. El teatro popular, la recopilación y difusión de canciones y tradiciones populares son un ejemplo.

Dichas misiones representan un gran esfuerzo en pro de la cultura popular, aun viniendo de planteamientos universitarios, pero lo más importante fue su metodología de cómo animar culturalmente al pueblo, incluyendo mejoras socioeconómicas.

El movimiento obrero, bien desde el sector anarquista, o desde el socialismo, ha mostrado interés hacia la cultura popular. Su proyecto social resulta inexplicable fuera de las categorías culturales que trata de implantar.

La aportación del anarquismo español a la educación y cultura popular en el siglo XX es resultado de su madurez asociativa, de las condiciones sociales del obrero español y de la herencia recibida de la I internacional.

Dentro del concepto de hombre, de sociedad y del proyecto de revolución social del anarquismo, la educación es prioritaria. Para lograr la sociedad solidaria final se requieren cambios en el sistema de propiedad, en los valores y organizaciones sociales y políticas, y todo se basa en la libertad del individuo, en un sujeto capaz y educado, más que en el Estado. He ahí la importancia de la educación y la presencia de lo sociocultural en los programas de la CNT desde 1910. El hombre nuevo y el orden social comunitario –la emancipación social- pasan por la educación, por una cultura que transforme al individuo y a éste en colectivo.

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