APRENDIZAJE CORPORATIVODE LA SOCIOLOGIA
magabyzure14 de Octubre de 2014
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RESUMEN
El aprendizaje colaborativo es un sistema de interacciones cuidadosamente diseñado que organiza e induce la influencia recíproca entre los integrantes de un equipo para la construcción colectiva de significados comunes. Esta investigación documental muestra un panorama general de los fundamentos y las bases epistemológicas que lo sustentan desde diferentes paradigmas teóricos. Los antecedentes del aprendizaje colaborativo se remontan a la misma historia del hombre, que lo concibe como la expresión más representativa del socioconstructivismo educativo. Vigotsky, Piaget y Croock lo consideran como consecuencia de los procesos sociales y de interacción, y obtienen como beneficio la co-construcción de nuevos conocimientos o significados. La visión del aprendizaje colaborativo se percibe como la construcción de nuevos significados a partir de ciertos elementos clave: grupos pequeños, metas comunes, corresponsabilidad, el logro y la interacción social con los demás para la creación de nuevas alternativas en la solución de problemas.
Palabras clave:
Proceso social, constructivismo social, interacción.
INTRODUCCIÓN
Este trabajo propone acercarse desde la colectividad, el intercambio y la interactividad a la teoría del aprendizaje colaborativo, surgido en el seno de los diferentes paradigmas del conocimiento, específicamente desde la psicopedagogía socioconstructivista. En una perspectiva metaanalítica, el trabajo es resultado de la reflexión de una búsqueda epistemológica del concepto. En este sentido, intenta un acercamiento a los fundamentos epistemológicos de la citada teoría con base en fuentes informativas sobre los aportes a su dimensión histórico-social, filosófica, psicológica y pedagógica.
ACERCAMIENTO CONCEPTUAL DEL APRENDIZAJE COLABORATIVO
La teoría del aprendizaje colaborativo es la expresión más representativa del socioconstructivismo educativo; no es una teoría inseparable en sus componentes, sino un conjunto de líneas teóricas que resaltan el valor constructivo de la interacción sociocognitiva y de la coordinación entre participantes, integrantes de un grupo.
Comprende la corriente tradicional del aprendizaje cooperativo (Slavin, 1999; Johnson & Johnson, 1999), pero suma aportes neopiagetianos, como la teoría del conflicto sociocognitivo (Doise & Mugny, 1981), neovygotskianos, como la teoría de la intersubjetividad y del aprendizaje situado (Rogoff, 1993; Wertsch, 1988; Cole, 1990) y sistémicos, como la teoría de la cognición distribuida (Hutchins, 1991; Salomon, 2001), y converge en la teoría del aprendizaje colaborativo mediado por computadora (Computer Supported Collaborative Learning) (O'Malley, 1989; Warschauer, 1997).
Tres de estas corrientes merecen una referencia especial por ser las fuentes básicas de la teoría del aprendizaje colaborativo (Dillenbourg et al., 1996; Roselli, 2007): el socioconstructivismo neopiagetiano o teoría del conflicto sociocognitivo, el enfoque neovygotskiano de la intersubjetividad y el modelo de la cognición distribuida. Estas tres corrientes pueden situarse en un eje "individualgrupal", según el hincapié que se haga: en el individuo en interacción o en lo colectivo como tal.
El aprendizaje colaborativo es un proceso social en el que, a partir del trabajo conjunto y el establecimiento de metas comunes, se genera una construcción de conocimientos; de acuerdo con Guitert y Giménez (2000), se da una reciprocidad entre un conjunto de individuos que saben diferenciar y contrastar sus puntos de vista, de tal manera que llegan a forjar un proceso de construcción de conocimiento.
Para Gunawardena, Lowe y Anderson, es un proceso en el que cada individuo aprende más de lo que aprendería por sí solo, fruto de la interacción de los integrantes del equipo. En el desarrollo de un grupo, la interacción se convierte en un elemento clave, si se toma en cuenta que el proceso esencial es juntar las contribuciones de los participantes en la co-creación de conocimiento (1997, p. 114).
Según Ritzer (1994), el aprendizaje colaborativo se da desde la intersubjetividad al compartir espacio y tiempo con otros y, principalmente, generando un conocimiento contribuido. Esta simultaneidad es la esencia de la intersubjetividad; significa que el campo de la subjetividad del álter ego al mismo tiempo se vive en el propio flujo de conciencia, y esta captación en simultaneidad del otro, así como la captación recíproca del yo, hacen posible nuestro ser conjunto en el mundo.
El equipo de aprendizaje colaborativo es una estructura que permite la interacción de sus colaboradores, y es ideal para alcanzar los objetivos a corto plazo, fruto del trabajo de los participantes, en cada uno de los cuales deja nuevos aprendizajes. "El clima socio-psicológico que propicia el aprendizaje colaborativo se establece a través de la articulación y la necesidad de explicarle al grupo las ideas propias de forma concreta y precisa, de esta forma también los estudiantes pueden escuchar diversas inquietudes, puntos de vista y reflexiones" (Del Valle, 2008, p. 4).
Por su parte, Casamayor (2010) afirma que el aprendizaje colaborativo permite a los estudiantes desarrollar competencias transversales necesarias para el desarrollo profesional, como son la planificación del tiempo, la comunicación, la solución de problemas y la toma de decisiones; además, pueden fomentar la capacidad innovadora y creativa, en definitiva potenciar una mayor profundidad en el aprendizaje.
Para Johnson y Johnson (1998, p. 1), el aprendizaje colaborativo es "... un sistema de interacciones cuidadosamente diseñado que organiza e induce la influencia recíproca entre los integrantes de un equipo". Se desarrolla mediante un proceso gradual en el que cada uno de los miembros se sienten comprometidos con el aprendizaje de los demás, lo que crea una interdependencia positiva que no implica competencia entre ellos, y se adquiere mediante el empleo de métodos de trabajo grupal; éste se caracteriza por la interacción de sus miembros y el aporte de todos en la generación del conocimiento, donde se comparte la autoridad y se acepta la responsabilidad, respetando el punto de vista del otro para juntos propiciar un conocimiento nuevo.
El enfoque del aprendizaje colaborativo se inscribe dentro de una epistemología socioconstructivista (Bruffee, 1993). El conocimiento es definido como una negociación o construcción conjunta de significados, y esto vale para todo el proceso de enseñanza- aprendizaje; aunque el peso del concepto está puesto en el reconocimiento del valor de la interacción cognitiva entre pares, el aprendizaje colaborativo involucra también al docente, es decir, a todo el contexto de la enseñanza, la comunidad de aprendizaje. No se trata, pues, de la aplicación circunstancial de técnicas grupales, sino de promover el intercambio y la participación de todos en la generación de una cognición compartida.
La teoría del aprendizaje colaborativo está más emparentada con el constructivismo psicológico, ya que, aunque se pone el acento en la elaboración social del conocimiento, el nivel de análisis es más bien microsocial y centrado en el proceso de construcción cognitiva.
El análisis de la construcción social de conocimientos en situaciones microsociales, como son las propias de la teoría citada, permiten un acceso empírico al proceso psicológico cognitivo, o mejor dicho sociocognitivo, de la construcción epistémica. El aula de clase, o el grupo de trabajo, es una microsociedad cuya finalidad esencial es elaborar conocimiento compartido en un marco de interacción. Esto supone negociación de significados y elaboración de consensos. Como se dijo, los sistemas colaborativos pueden incluir al tutor, o no. Este último caso es el más paradigmático: el equipo de trabajo o grupo de pares, esto es, la comunidad de aprendices.
ACERCAMIENTO HISTÓRICO-SOCIAL
Los antecedentes de la teoría del aprendizaje colaborativo se remontan a la misma historia del hombre, con la cooperación entre hombres primitivos clave para su evolución, a través del intercambio, la socialización de procesos y la obtención de resultados, así como la actividad grupal, la propia experiencia de trabajo, el desarrollo de sus manos y la aparición del lenguaje articulado, que lograron el desarrollo del cerebro, la creación de ideas y su aplicación práctica.
En diversos escritos antiguos, como la Biblia y el Talmud, es evidente la necesidad de colaboración entre iguales; el filosofo Sócrates ensañaba a sus discípulos en pequeños grupos. También, en los tiempos del imperio romano se destacó el valor de enseñar, ya que se tenía la concepción de que, cuando se enseña, se aprende dos veces (UNAM, 2010-2011).
Para Quintiliano educador, la enseñanza mutua era necesaria; cada aprendiz enseña a otro. Del mismo modo, los gremios del arte consideraban indispensable que los aprendices trabajaran en grupo, y que los más hábiles enseñaran a los menos experimentados. No fue sino hasta los siglos XVI, XVII y XVIII cuando aparecieron las primeras tendencias pedagógicas que ponen especial atención al aspecto grupal de la educación, la ventaja de enseñar a otros para aprender del aprendizaje entre iguales; entre los pedagogos destaca Charles Gide, quien fijó las bases del sistema cooperativo (Arteaga, 2006).
A partir del siglo XIX empezó a difundirse en Estados Unidos el aprendizaje
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