Aborto: Un derecho femenino
PortgasDAceEnsayo28 de Agosto de 2013
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Aborto: Un derecho femenino
El aborto, tema polémico en la actualidad, siempre levanta polvos de moralidad en pos de una mujer melosa, delicada como una barbie y sumamente dependiente.
Simone de Beauvoir , novelista, filósofa francesa y pareja de Jean Paul Sartre, en su libro “El segundo sexo”, sostiene lo siguiente: “Existen pocos temas respecto a los cuales la sociedad burguesa despliegue más hipocresía: el aborto es un crimen repugnante, y aludir al mismo es una indecencia. El que un escritor describa las alegrías y los sufrimientos de una parturienta, es impecable; pero si habla de una mujer que ha abortado se le acusa de revolcarse en la inmundicia y de pintar a la Humanidad bajo una luz abyecta”.
Federico Engels, filósofo y comunista, sostenía que el fracaso más grande de la humanidad ha sido la pérdida de la potestad que la mujer tenía sobre sus crías.
En las antiguas organizaciones, la hembra era la dirigente del colectivo y responsable de su descendencia: siendo parientes directos de los animales mamíferos, la humana era la encargada de reproducir su especie, dar cobijo y sustento a sus crías, alimentarlas, seleccionar a las crías más fuertes y prepararlas para las inclemencias del mundo.
Su verdadero instinto, perdido hace aproximadamente 20 millones de años, le permitía ser más objetiva y menos tierna en las decisiones del día a día, obedeciendo, como asunto principal, a su descendencia: si el ambiente no era propicio para reproducirse, abortaba sin consulta previa ni culpa post traumática; si las crías no servían, las dejaba morir para no desperdiciar alimento que sí merecían los más fuertes y, si el macho aparecía de vez en cuando, era simplemente para copular.
Con la llegada de la conciencia y la huida del instinto, la especie humana cambió sus relaciones sociales, acomplejándolas absurdamente y descubriendo el sentido de la propiedad. El macho, al enterarse que tenía algo que ver en ese novedoso asunto llamado reproducción, comenzó a reclamar como suya la cuestión que, según él, había creado: “Si la semilla depositada es mía, lo que salga de ella me pertenece. Si la semilla, que es mía, la deposito dentro de ti, pues tú también me perteneces. Por lo tanto, desde ahora dejarás de ser hembra y te convertirás en mi hembra”, habrá proclamado el primer civilizado.
Actualmente el aborto en el Perú es ilegal salvo en caso de amenaza a la vida o salud de la mujer. La pena para una mujer que consiente un aborto puede ser de hasta dos años de prisión. La pena para una persona que realiza un aborto ilegal puede ser de uno a seis años de prisión.
Uno de las principales señoras cucufatas y vejetes que se rasgan las vestiduras ante el tema del aborto, es la inigualable Iglesia Católica, que resalta más por su hipocresía que por su credo. Sin embargo, no todos sus santos miraron con desprecio el tema del aborto.
Santo Tomás -teólogo y filósofo católico- afirmaba que el embrión no tenía alma hasta que asumía forma humana. Sin embargo, más allá del problema de la animación del feto, la Iglesia Católica ha afirmado desde sus inicios (y hasta la fecha) que debe ser considerado como persona.
En nuestro país, según una investigación del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán y Pathfinder International (13 de abril del 2011), se producen 352 mil abortos al año, e indican que este cálculo da entender que el 5% de todas las peruanas en edad reproductiva tiene probabilidades de realizarse un aborto. En Lima la cifra es cercana a los 100 mil al año.
Asimismo, el informe mencionado indica que esta relación entre aborto y muerte materna afecta fundamentalmente a las mujeres de los grupos socioeconómicos más desfavorecidos, es decir, las más pobres y excluidas de la sociedad.
Este atavismo, porque así lo es, viene calando la potestad
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