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Crisis en Chile


Enviado por   •  26 de Diciembre de 2020  •  Ensayos  •  1.769 Palabras (8 Páginas)  •  127 Visitas

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Contextualicemos…

La crisis político social de octubre del 2019, sumado a la “peste” que padece la humanidad, ha dejado al descubierto, entre otras cosas, la debilidad e inoperancia que el sistema político de nuestro país ha tenido para responder a ciertas exigencias y problemas que han derivado de estos sucesos. Por una parte, convengamos que, como consecuencia de estas crisis nos encontramos frente a una clase política debilitada, polarizada, sin ninguna intención pareciera de lograr acuerdos sociales de ningún tipo hasta que el proceso constitucional se produzca. En dicho sentido, este impulso o “política de entusiasmo” que se generó a propósito de las movilizaciones de “la crisis de octubre”, tuvo en jaque al Gobierno y al Presidente Sebastián Piñera, solo a siete votos de su destitución, sentimiento que continúa hasta el día de hoy, y donde ciertos sectores políticos han evadido el dialogo en busca de soluciones armónicas para el bienestar social, prefiriendo aguantarse y esperar de forma irresponsable que “la moneda caiga del lado que ellos apostaron”, síntoma que por lo demás es propio de un régimen presidencial. Por otra parte, y casi como una continuidad de la crisis, en el contexto de pandemia muchos celebran el proyecto de retiro del 10% de los ahorros previsionales, cuya iniciativa y aprobación correspondió casi exclusivamente al Congreso, y en la cual “se utilizó una vía, a través de una norma transitoria, para legislar sobre materias que, en primer lugar son de iniciativa exclusiva del Presidente” (Vega, 2020), situación que de manera transversal alteró nuevamente la figura presidencial y como resultado pone en discusión el régimen mismo.

Pues bien, ambos hechos detallados tuvieron como consecuencia que el Presidente Piñera prácticamente cediera las iniciativas políticas al Congreso Nacional, institución que, desde luego tomó esta oportunidad, esmerándose a vista de la sociedad en despreciar la figura del presidente, y en cuyo periodo las fuerzas políticas han promovido iniciativas de ley, a sabiendas inconstitucionales, como un desafío a la autoridad presidencial. Como consecuencia de lo anterior, la figura de Sebastián Piñera presidente, ha mutado hoy a la de un Jefe de Estado, se ha convertido más bien en “un administrador, un simple mediador, un remendón de los intereses en juego…. Y que en el futuro solo podrá erigirse como un amable componedor de una agenda que ni ideó y en la que tampoco ¿para qué engañarse?, cree” (Peña, 2019). Conforme a esto y con mucha sensatez podríamos señalar que esta situación es exactamente lo que necesita el país en este momento, pero, por otro lado, no debemos olvidar que no es el sistema de gobierno que Chile mantiene, por lo tanto, es válido plantearse la interrogante ¿Esta Chile, en los hechos, viviendo un cambio de régimen político avanzando a un régimen semipresidencial?

A raíz de las crisis de las cuales se hizo referencia anteriormente, y dado lo escueto del presente documento, nos centraremos en una idea que demuestra que el sistema presidencial actual fracasó ante las crisis y de esta forma nace la pregunta si es necesario incluir en la discusión constitucional un cambio en la forma de Gobierno.

Respuestas….

A través de la historia de nuestro país, podemos apreciar como en situaciones de crisis se han gestado cambios en nuestros sistemas de gobierno, algo muy propio de nuestra idiosincrasia, bajo este supuesto, hoy se abriría una puerta para el cambio y podríamos afirmar con fundamento que Las crisis política-social-económica e institucional del último año, revelaron que el sistema presidencial exacerbado que tiene nuestro país no esta preparado para dar salidas eficientes a las problemáticas generadas. Ante esta afirmación, desde luego no estamos aseverando que a diferencia del sistema presidencialista uno de carácter parlamentario o semipresidencialista pudiera haber sido eficaz para solucionar el conflicto inmediatamente, tomando en cuenta los problemas subyacentes que tiene la sociedad chilena y que desde luego son reales, sería entrar en un simplismo o como dice el filósofo Wittgenstein nutrirnos de una “dieta unilateral” es decir mirar lo que nos rodea desde un solo punto de vista (Palacio, 1995). Por el contrario, lo que debemos afirmar sobre la base de los hechos es que, básicamente el régimen presidencialista en Chile agravó aún más los conflictos. Debemos entender que, en el sistema actual de gobierno, tanto el presidente como los diputados y senadores son cargos de voluntad popular, es decir no es necesario encontrar en ellos algún tipo de acuerdo político, ambos poderes ante una crisis intentaran llevar adelante “la voluntad de su sector”, es decir, no existe en el sistema presidencial un principio de coordinación y cooperación, que es una de las principales características en un sistema semipresidencial o parlamentario.

En esta lógica, como efecto placebo es posible imaginar el caso hipotético de haber tenido un gobierno semipresidencial en plena crisis, donde El Presidente elegido popularmente haya designado a un Jefe de Gobierno o Primer Ministro, y que este a su vez debido a los hechos haya sido removido por el Congreso para evitar una crisis mayor. Esto por una parte hubiera protegido la figura del ejecutivo sin ningún lugar a dudas, y la aprobación del gobierno estaría lejos de haber llegado a un 6% (CEP, 2020). Pero, por otra parte, y más importante aún es que una situación hipotética como la antes señalada, habría sido un catalizador para la “cultura de la violencia” que se vive hoy en día, por lo tanto, hubiera dado cierta respuesta rápida a la crisis que con el sistema actual no se ha dado.

En este orden de ideas, dado los hechos detallados me atrevo a señalar que, un régimen presidencial genera más inestabilidad política y social ante situaciones de efervescencia y esta propenso a debilitar la democracia. En este contexto, en sistemas “hiperpresidencialistas” como el chileno, dicen los expertos, una de las situaciones complejas es la baja aprobación ciudadana. “En un contexto en que el Presidente concentra tanto el rol de Jefe de Estado como de Gobierno, con un Congreso que no está obligado a cooperar en su proyecto y conducción, un ejecutivo débil y con altos niveles de rechazo puede ser altamente problemático” (Vega, 2020).  Esto sin lugar a dudas genera en lo que ciencia política se llama el fenómeno de Gobierno Dividido que básicamente “existe cuando el presidente no cuenta con la mayoría en al menos una de las dos cámaras. Se tiene “cohabitación” cuando la coalición opuesta a la que sostuvo al presidente tiene la mayoría en la asamblea nacional” (Pasquino, 2011). El mismo autor nos señala como una verdad absoluta que “el gobierno dividido no funciona o bien, más precisamente, funciona a bajísimos niveles de rendimiento o con disfunciones” (Pasquino, 2011).

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