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Crisis en el aula

k13anyEnsayo7 de Junio de 2018

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Crisis en el aula

La educación formal, si bien ha sido la encargada de impartir lo que podríamos llamar una “educación de calidad”, deja algunos cabos sueltos en cuanto a educación desde lo que el enfoque cualitativo refiere.

Cabe referir que el enfoque cualitativo pretende no solo calificar a los alumnos como simples números, sino calificar las habilidades tanto intelectuales, conductuales, sociales, el contexto de sus acontecimientos y su solución, en otras palabras, el enfoque cualitativo centra su investigación en aquellos contextos o estados en los que los seres humanos se implican e interesan, evalúan y experimentan directamente.

        Por lo tanto, en contraposición del método cuantitativo, la investigación cualitativa investiga los conceptos que son naturales, o tomados tal y como se encuentran; este método destaca los significados que las personas asignan a sus acciones y los contextos en que estudian.

        Claudio Naranjo, reconocido psiquiatra, psicoanalista y filósofo chileno, pionero de las escuelas gestálticas y de la psicología transpersonal dice acerca de la educación en crisis: (Ortiz, Patricio, Reforma educativa para principiantes, El Chamuco y los Hijos del Averno, No. 274, 2013, p 2-3)

Si queremos cambiar el mundo a través del cambio de la conciencia personal, lo que tenemos a mano es el uso de la educación para algo diferente a lo que se está usando… Los pedagogos mas libertarios tienen mucha convicción de que al niño, más que enseñarle, hay que ayudarlo a aprender. Hay que poner el acento mas en el aprendizaje natural –los niños tienen mucho deseo de aprender- y que la educación actual los imbeciliza… Las cosas que se aprenden a presión se olvidan muy pronto; las escuelas están enseñando a pasar exámenes, no están enseñando a vivir, no están enseñando ni siquiera a un desempeño de mayor eficiencia. Hay muy poca correlación entre notas escolares y rendimientos más adelante, en las realidades de la vida. Es un desperdicio de la educación y yo digo que es un fraude. Yo digo que llamar educación a transmisión de información, es un muy mal uso de la palabra, (Ortiz, 2013, pp.2-3).

Con frecuencia, y como menciona Claudio Naranjo, el verbo “educar” se utiliza erróneamente, viendo que en la actualidad se pretende que un niño o adolescente se eduque solo con una simple explicación de su maestro sobre los contenidos de sus libros de texto, que muchas veces tienen un contenido irrelevante para los niños y jóvenes; de esta forma los alumnos, al sentirse presionados para pasar sus materias, se privan de a oportunidad de ser críticos y juiciosos ante las situaciones que se les presentan.

Actualmente, lo que la mayoría de los niños y jóvenes reciben como educación, no es más que una información seleccionada por personas que buscan solo limitar la capacidad de imaginación, creatividad, inventiva y el mismo juicio en los educandos.

Desde el punto de vista económico, Carlos Elizondo menciona:

La educación en México está limitada a un sector social muy restringido, por lo que casi basta tener el título profesional, sin importar mucho la calidad de la formación adquirida… En una economía abierta la educación es una de las razones que inciden en la capacidad de crecer… ,(Elizondo, 2011, p. 195).

Con la cita anterior se explica claramente que en México la educación está muy centralizada, pues aún hay grupos de la población que no pueden acceder a una educación de calidad.

Por otra parte, la crisis en educación muestra prácticas educativas difíciles, ya que más que reconocer las habilidades, aptitudes y actitudes de un individuo,  se busca que una persona tenga un título, aunque no haya adquirido a lo largo de sus estudios una instrucción con eficiencia cualitativa.

 Es esta falsa concepción de educación  eficiente la que se pretende erradicar en tanto se atienda a los preceptos de la Declaración de Bogotá y  todos los documentos que aquí hemos ido mencionando y que guardan congruencia con ella.

Por otro lado,  aunque se pregona que la educación es el cambio hacia una sociedad más pacífica, humanista y crítica, es posible notar el poco impulso que se le brinda, puesto que en el caso mexicano el porcentaje del producto interno bruto (PIB) que se destina a educación se limita al 4%, mientras que en los países más avanzados, en cuanto educación se refiere, se destina el 6% u 8% del producto interno bruto.

 Se trata de no limitar la educación de los niños y jóvenes tanto en el aspecto académico, como en el artístico y  cultural, por generaciones se había limitado incluso en el espacio áulico, que si bien se instituyó como un medio para salvaguardar el control, orden y  la disciplina sobre los alumnos, en la actualidad ha sido desvirtuado porque desde ese enfoque se enseña a los alumnos que el único lugar para aprender es un salón de clases.

El significado de espacio áulico había sido hasta ahora un concepto rígido, y  la mayoría de sus conceptos son parecidos al de Souto que lo define como:

… un espacio material y simbólico donde se producen formaciones grupales específicas, y singulares configuraciones de tarea. Existen además relaciones de poder y se reflejan y dramatizan las configuraciones de la dinámica institucional que la atraviesa; se organizan las relaciones con el saber, se producen procesos de aprendizaje y enseñanza, se entrecruzan y tensionan los deseos individuales y grupales, representaciones, valores, creencias y motivaciones, (Souto, 1993, p2.).

Se observa entonces que es un buen concepto, mas sin embargo da muestra de que el salón de clases es aun considerado como único medio para lograr el conocimiento, no obstante, desde la visión humanista, el espacio áulico se puede definir como una zona donde se relacionan maestros y alumnos en una interacción integral que abona al proceso de enseñanza-aprendizaje,  donde ambos aprenden que todo tiene algo bueno, algo bello y algo justo.

En este sentido el espacio áulico rompe con la limitación de existir solo en cuatro paredes, se abre a múltiples espacios donde se aprende, de esta forma se explica a niños y jóvenes que así como se adquiere conocimiento en un salón de clases,  éste también se puede construir en un parque, una sala de cine, en una ciudad que enseña, etc., y así mismo, se les muestra que el conocimiento se construye en todas partes, y que no hay una experiencia, por mala que sea, de la que no puedan lograr un aprendizaje.

En la siguiente frase José Martí sentenció:

Instrucción no es lo mismo que educación: aquella se refiere al pensamiento, y ésta principalmente a los sentimientos. Sin embargo no hay una buena educación sin instrucción. Las cualidades morales suben de precio cuando están realzadas por las cualidades inteligentes, (Martí, 2000, p.107).

Lo cual nos indica que aunque en la escuela nos den una buena enseñanza en cuanto a conocimientos, las instituciones muchas veces se olvidan de inculcar valores, sensibilidad y humanismo en sus pupilos.

No obstante, Dewey menciona:

Educación no significaría comunicación en el sentido de participar algo en común. De un compartir que no implica la acción mecánica o externa de realizar una tarea en común. Para mí, se trata de percibir el mismo grado de conmoción interna emocional que el otro, y esta situación sería la única que explicase cómo un elemento cultural puede pasar de una persona a otra, en síntesis, cómo se puede “educar”, (Capó, 1996, p.88).

La cita anterior nos da a entender que un maestro al dar clase no siempre presta atención a lo que sus alumnos están sintiendo, ni siente la necesidad de adentrarse un poco en el pensamiento de sus alumnos, sino que se limita a darles un trato automático, olvidándose de que al involucrarse de una manera emocional con sus educandos puede ayudarles a que surja en ellos su yo real, que en un sentido humanista significa ayudar al educando a reivindicar el papel de ser autor y creador de su propia vida.

Observamos entonces que aunque en México se pregona una educación de calidad, es posible notar la falta de una formación humanista en las aulas del país.

 En estos tiempos de modernidad y de un “capitalismo salvaje”, como lo menciona Rafael Barajas, la educación humanista ha quedado atrás, nublada por una educación basada meramente en tratar de producir obreros, olvidándose de enseñar a los alumnos, desde pequeños, a apreciar el arte, como en el caso que nos ocupa la educación musical, así como la literatura, la filosofía, el compromiso social, el civismo, la ética e incluso la espiritualidad.

La formación preescolar, primaria y secundaria, y en sí la educativa en todo nivel está incompleta sin su contraparte humanista, la falta de humanismo en las aulas, la corrupción, la desigualdad, la pobreza, la impunidad, la violencia, las limitaciones a la libertad de expresión y las violaciones a los derechos humanos,  fomentan problemas sociales y psicológicos en los niños así como en la juventud mexicana.

Si a lo anterior sumamos la pobreza y marginación del hogar, podemos observar con claridad como nuestros jóvenes y niños toman una actitud de rebeldía y rechazo hacia una sociedad, una  familia, una escuela, unos maestros y un sistema educativo que se han olvidado de ellos.

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