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Desigualdad Social, Diversidad Cultural Y Educación Francesc Carbonell Profesor De Pedagogía De La Universidad De Girona Y Director Del Máster En Exclusión Social Y Diversidad Cultural


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2012  •  6.132 Palabras (25 Páginas)  •  1.184 Visitas

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INTRODUCCION:

Los importantes cambios tecnológicos y sociales vividos en las

últimas décadas han ocasionado profundas transformaciones en las

sociedades de nuestro entorno. Uno de estos cambios sociales ha sido

la multiplicación de la diversidad cultural de sus componentes, diversidad

que, en ocasiones, es usada como legitimación de la exclusión

social que padecen determinados colectivos minorizados, entre ellos,

muchos de los inmigrados que proceden de países empobrecidos de

otros continentes.

El crecimiento del número de los miembros de estos colectivos,

que va a continuar según la opinión de casi todos los expertos, ha

planteado nuevos problemas (al mismo tiempo que ha desenterrado

otros, no tan nuevos, referidos a la exclusión social del colectivo gitano),

respecto a las relaciones entre educación, exclusión social y diversidad

cultural.

A una inicial constatación de que existe una falta de marcos

teóricos consolidados y de modelos de intervención ajustados al aquí

y al ahora, el artículo apunta la necesidad de tomar una cierta distancia

frente a los problemas educativos y sociales que plantea esta

multiculturización y esta exclusión social crecientes en nuestra sociedad

que nos permita distinguir las causas de las disfunciones de sus

síntomas. Se requiere el discernimiento necesario para que las cuestiones

urgentes no nos hagan descuidar las importantes.

En este sentido, el artículo pretende aportar algunas reflexiones

sobre algunos puntos básicos, a juicio del autor:

a) El reto educativo más importante no sería conseguir la aceptación

de la diversidad cultural en sí misma, sino como educar las actitudes

y las convicciones para que no se utilice esta diversidad cultural

como legitimación de la exclusión social. No se trataría de poner el

acento sobre la diversidad y el hipotético enriquecimiento que

supone, sino sobre el hecho de ser iguales en dignidad y derechos.

b) Se hace indispensable una implicación de toda la comunidad educativa

y la voluntad explícita de los responsables de las administraciones

para que la labor de los centros educativos en esta educación

intercultural y contra la exclusión pueda tener alguna posibilidad

de éxito.

c) Es urgente acabar con las aproximaciones paternalistas equívocas

o folclóricas a estos temas, que ahogan y ocultan los objetivos fundamentales

con un simulacro de relaciones interculturales, fiestas

y rituales descontextualizados y vacíos de referentes y de sentido.

d) Es preciso reconsiderar y elaborar de forma operativa el concepto

de integración. Debe verse como un proceso de liberación colectiva

de los mecanismos de exclusión social vigentes, que nos implica a

todos, excluyentes y excluidos, proceso que deben iniciar los miembros

del grupo mayoritario que son quienes disponen de poder y

recursos para hacerlo.

Los objetivos fundamentales de una educación cívica, intercultural

y emancipadora, serán, pues, los procesos de enseñanza de las

habilidades personales y sociales necesarias para alcanzar esta integración,

para gestionar los inevitables conflictos cotidianos que emergerán,

y para modificar actitudes y actuaciones en la línea de una

mayor implicación personal en la lucha contra toda forma de exclusión

social y en pro de la solidaridad.

1. El estado de la cuestión

Uno de los documentos más importantes de estos últimos años, por lo

que se refiere al análisis del hecho educativo y más específicamente todavía a

sus expectativas de futuro, es el llamado «Informe Delors». Realizado para la

UNESCO por la Comisión Internacional sobre Educación para el Siglo XXI, este

informe plantea los retos y las prioridades a tener en cuenta en el nuevo siglo.

Utilizando un afortunado símil arquitectónico, se afirma en él que los cuatro

pilares sobre los cuales debe fundamentarse la educación del siglo próximo son: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender

a ser.

Poner a un mismo nivel de importancia estos cuatro objetivos adquiere

una especial significación, aquí y ahora, en unas sociedades postindustriales

que progresivamente, y como consecuencia del increíble desarrollo de las técnicas

de la información y de la comunicación, se encuentran inmersas en procesos

de complejización crecientes. Máxime si tenemos en cuenta el hecho

paradójico que este mayor desarrollo tecnológico ha colaborado –o por lo

menos no lo ha impedido– en el hecho objetivo

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