EJES ANALÍTICOS PARA COMPRENDER LA AMAZONIA ACTUAL
tatiana.sDocumentos de Investigación11 de Septiembre de 2021
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CINCO
EJES ANALÍTICOS PARA
COMPRENDER LA AMAZONIA ACTUAL
RESUMEN
El valor de la Amazonia colombiana en la era de la globalización es un eje conflictivo en la relación de los habitantes de la región (indígenas y no indígenas)
con las autoridades nacionales. La definición de sus potencialidades territoriales está todavía ligada a visiones prejuiciosas sobre la selva (peligrosa e indomable) y quienes viven en ella. El debate –como subraya este documento–va más allá de lo ecológico, implicando lo económico, social, cultural y político, como condicionantes del desarrollo y la conservación.
Este artículo presenta cinco ejes analíticos para comprender la Amazonia actual.
El primero es regional: a pesar de que la región es simplificada, en numerosas ocasiones, como un gigantesco bioma*( Un bioma, también llamado paisaje bioclimático o área biótica es una determinada parte del planeta que comparte el clima, flora y fauna: conjunto de ecosistemas que se caracterizan por una composición de especies y un espectro de tipos biológicos de plantas (árbol, hierba, arbusto) con un funcionamiento y un ajuste al clima y al suelo característicos.) indiferenciado, ha vivido un proceso de desdoblamiento económico y social en las últimas décadas, generando nuevas sub- regiones que requieren análisis específicos, con implicaciones diversas desde un punto de vista ambiental. El segundo es histórico y se refiere a la persistencia de la colonialidad: propongo dos elementos que caracterizan ese pasado que se prolonga hasta el presente –excentricidad * y asincronía*–. El tercero, es socio-político, bajo el cual propongo que la visión hegemónica* sobre el conflicto armado colombiano tiene mucho que ver con la Amazonia, en la medida en que se fundó en un imaginario literario inspirado en las épocas de caucherías e inmortalizada por José Eustasio Rivera como ‘Violencia’, con mayúsculas. El cuarto es el eje de la mundialización, con la inflexión* actual del terrorismo como determinante clave para la comprensión de la Amazonia en el presente. Por último, propongo el eje ‘ecopolítico’ dentro de lo cual examino la ‘gobernanza’ mundial y el ordenamiento territorial en un contexto del desarrollo de parques y resguardos como una estrategia de apropiación del territorio amazónico, a la luz de los servicios ambientales y el manejo de la biodiversidad que, lejos de obedecer a fuerzas puramente nacionales, se enmarcan en un juego de acto- res transnacionales.
excentricidad : 1. calidad de alejarse del centro
2. se utiliza para designar el comportamiento extraño o inusual de un individuo.
asincronía* es lo contrario de sincrónico, es decir, que no se hace al mismo tiempo que otro hecho, o fenómeno.
Hegemonía* Supremacía que un grupo ejerce sobre otro.
inflexión* Curvatura, desviación o torcimiento de una cosa recta o plana.
Desde un punto de vista espacio-temporal, la Amazonia tiene un lugar curioso, aunque secundario, en la conformación de la nación y del país. Después de haber sido abandonada desde fines del siglo XIX a caucheros, misioneros, corregidores y tercera y cuarta década del siglo XX. El conato de guerra con Perú no sólo permitió lograr esta cabeza de playa en el Amazonas, a cambio de ceder en amplias aspiraciones territoriales que, de otra forma, serían exclusivamente peruanas y brasileñas, sino reforzar la colombianidad tan de capa caída por la pérdida de Panamá a comienzos del siglo XX. Un distinguido boyacense, Demetrio Salamanca, habría postulado, durante la segunda década del siglo XX, la idea de que estaría en juego una macroregión que debemos llamar hoy en día la Panamazonia. La idea espacial de que la región sur del país es parte de una región compartida por varias naciones me da pie para iniciar esta reflexión, primero con el eje espacial, para pasar luego al eje temporal. (Palacio, 2006).
Conato* 1. Comienzo de algo que no continúa.
2. Empeño y esfuerzo en la ejecución de una cosa.
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1.EJE REGIONAL: DIFERENCIACIÓN Y
COMPLEJIDAD1
Nuestra ignorancia sobre una región que abarca casi el 34 por ciento del territorio del país es tan grande que se hace necesario contextualizar. En materia de des- conocimiento, la Amazonia para los colombianos es, guardadas las diferencias, África subsahariana, una especie de agujero negro. Ese vacío tiende a ser llenado por una indiferenciada masa boscosa, supuestamente virgen, y unas tribus indígenas, más idealizadas entre más se parezcan a los cazadores-recolectores. Desde el punto de vista académico esa dualidad tendió a ser llenada, de un lado, por biólogos; del otro, por antropólogos.
La Amazonia colombiana se ha venido configurando con enlaces particulares y diversos en las últimas décadas, lo que va generando una complejidad y diferenciación regional en modalidades renovadas. La región del Caquetá –como se le llamaba a la región amazónica-, que hasta comienzos del siglo XX podría ser fundamentalmente descrita en términos de etnias, empezó a ser ocupada por colonos provenientes de varios departamentos, pero predominantemente de Huila y Tolima, para la formación del actual departamento de Caquetá, y de colonos de Nariño, para el actual departamento de Putumayo.
Además, ese piedemonte amazónico tiene unas características específicas que lo diferencian de la llanura. En el caso del Caquetá, debido a la colonización campesina, poco a poco se volvió una región parcialmente deforestada para la producción campesina y, en buena medida, ganadera. En el caso del Putumayo, la navegabilidad de su río lo convirtió en un territorio con potencialidades comerciales con países vecinos. Desde 1960, primero el petróleo y luego la coca, a pesar de los conflictos asociados a ambos recursos, le dieron un impulso económico in- sospechado. La carretera pavimentada puesta al servicio recientemente, que conecta en pocas horas a Neiva con Florencia y Mocoa, ha permitido la inclusión de esta subregión en proyectos económicos y políticos regionales asociados a los departamentos andinos del sur del país. El proyecto Iniciativa para la Integración Regional Suramericana (IIRSA), que busca conectar el Atlántico con el Pacífico y unir el interior suramericano con sus litorales, tiene en la ruta Belem do Pará-Tumaco uno de sus ejes, utilizando la hidrovía Amazonas-Putumayo para conectar con las carreteras de Putumayo y Nariño. Una parte del Caquetá y el Putumayo está, bien que mal, atada a las visiones convencionales de desarrollo y futuro del resto del país.
Las vías de comunicación jalonan* la organización de los territorios, los cuales no dependen solamente de una configuración geográfica o ecosistémica. Al Guaviare, departamento de transición entre la Orinoquia y la Amazonia, llegaron los cultivos de coca con fuerza inusitada. Su capital, San José, está unida a la carretera pavimentada que la comunica con Villavicencio, una urbe mediana en expansión, la capital de los Llanos Orientales, a dos horas de Bogotá. Siendo una región de transición, en la parte de mayor predominio de suelos y ecosistemas orinocenses, eventualmente, a los gobiernos se les podría ocurrir que es una región para agro- combustibles.
jalonan*(un acontecimiento que marca el desarrollo de un proceso)
El Guaviare, en estas condiciones, y a pesar de ser renombrada como la región de los nómadas en transición, los Nukak-Makú, es una región amazónica que tiene un porcentaje relativamente bajo de población indígena, no más del 10 por ciento y que, poco a poco, se ha puesto a gravitar en torno al departamento llanero del Meta. Sin desconocer su importancia, la presencia indígena es reinventada de modo que los nukak son idealizados e, inclusive, incorporados en los símbolos oficiales del departamento, mientras que los guayaberos son mal vistos y maltratados como pordioseros.
Entre un desarrollo ‘a la llanera’, una economía ilegal y unos indígenas con variado prestigio social se estremece el devenir contemporáneo del departamento. En este escenario, el contraste con Vaupés, Guainía y el norte del departamento de Amazonas es inconfundible.
En efecto, en estos departamentos los indígenas son mayorías absolutas, y conservan buena parte de las expresiones culturales propias más notables. A estas poblaciones se les deben reconocer sus derechos territoriales, no sólo por razones de justicia sino también porque representan la esperanza de conservar para el país y el mundo un conocimiento sofisticado del bosque. El proceso de ordenamiento territorial, a través de la constitución de las Entidades Territoriales Indígenas (ETI), tiene una importancia estratégica para la autonomía y fortalecimiento de esos pueblos indígenas.
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