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Economia antigua


Enviado por   •  24 de Enero de 2023  •  Tareas  •  3.651 Palabras (15 Páginas)  •  125 Visitas

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Introducción

Que la raza humana se encuentra actualmente inmersa en lo que se reconoce como una crisis de pobreza, crecientes desigualdades, preocupante calentamiento global, la vulnerabilidad de los mercados financieros y otros males propios de una economía universal.

En la "vieja" economía, tal como operó en el continente europeo y en Estados Unidos desde finales del siglo XIX hasta 1973, la investigación científica permitió construir creaciones tecnológicas que, para ser rentables, se valoraban en gigantescas instalaciones productivas, fábricas Estas creaciones tecnológicas involucraron: -El uso de metales (cobre, plata)

 En la "nueva" economía, si bien la innovación tecnológica sigue jugando un papel fundamental, su habituación al artefacto benéfico cambia drásticamente su significado. En realidad, se trata de optimizar la gestión de la producción, en lugar de la formación del artefacto beneficioso en sí.

Toma de decisiones económicas en el siglo XXI: La "vieja" economía de la "nueva economía.

Dado que los fundadores de la economía política no tuvieron reparos en hablar de lo que consideraban importante o expresar sus opiniones sobre el propósito de la economía, entró en el escenario de la ciencia para transformar la visión tradicional de interpretar los cambios en la economía. Sociedad imperante. Pero resulta que hacia finales del siglo XIX, la mayoría de los planteamientos se basaban en los criterios de existencia de la ciencia económica como respuesta a los problemas de la sociedad que obligaban al Estado a impulsar políticas públicas, como en el siglo XX.

Se amplió bajo lo que conocemos como política económica.

Pero es que a lo largo del tiempo la evidencia empírica ha demostrado que la economía es sumamente dinámica en su concepción y desempeño, por tanto, es un axioma irrefutable que se va transformando sistemáticamente, condicionada a los cambios del entorno. Un ejemplo de lo expuesto es que actualmente la política económica interna ha perdido su autonomía interna para subordinarse a las tendencias cíclicas del entorno global.

A raíz de la crisis financiera global; 2008-2012, el mundo de la ciencia económica del siglo XXI se ha visto ponderosamente impactada y alarmada por dos preocupaciones que ha trascendido a escala planetaria con la resonancia del movimiento Occupy Wall Street, algo que estremeció los mercados financieros globales, en particular el de New York. En una dimensión más amplia y persistente, está la responsabilidad con que se ha asumido la presión por el cambio climático cuya externalidad negativa potencia la destrucción de la economía global de manera acelerada.

Estos dos fenómenos propio del siglo XXI ha provocado que el análisis económico haya incorporado los adjetivos calificativos como crecimiento sostenido, crecimiento equilibrado, crecimiento duradero de largo plazo, crecimiento inteligente, crecimiento inclusive, crecimiento ecológico inclusive y crecimiento responsable. Cuando se observa la relevancia que se le ha dado a estos conceptos, de manera automática se plantea la interrogante.

 ¿Qué clase de crecimiento se requiere en el siglo XXI?

La respuesta sigue siendo una tarea pendiente muy difícil, dado que en la actualidad la humanidad está inmersa en lo que se reconoce como crisis de la pobreza, las ascendentes desigualdades, el preocupante cambio climático, la vulnerabilidad de los mercados financieros y otros malestares en una economía global. Hoy, los economistas y líderes políticos del mundo, interpretan que la única forma de enfrentar estos flagelos es invocando la eficiencia económica, la productividad y el crecimiento económico pura y simple, como si las matemáticas económicas por si sola resuelven estos problemas.

Si se descarta por un momento el patrón de cuantificar el crecimiento del PIB, la preocupación por qué es exactamente lo que permite a las personas ser parte de la estrepitosa prosperidad que surge constantemente en el mundo de los ecos mediáticos es fundamental. En pleno siglo XXI, no es muy grave mostrar la lucha o erradicación de la pobreza cuando se ven todos los días los mismos pobres, con las mismas tragedias, la misma desesperación y las mismas penurias a escala planetaria, ya que es una derrota en que los decisores públicos no han podido salir victoriosos.

La economía del siglo XXI no puede exhibir el trofeo de campeón cuando ya se reconoce que la envergadura de la desigualdad global de la renta y la responsabilidad de las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global está brutalmente sesgada, afectando de manera directa que las personas puedan llevar una buena vida. Para tener una idea de la magnitud de esto, solo hay que reconocer que el 10% de los mayores emisores generan el 45% de las emisiones globales contaminantes, por igual, se sabe que el 13% de la población a escala planetaria está desnutrida, sin embargo, se experimenta un dualismo económico cuando en el otro extremo la riqueza del 1% de la población se exhibe como logro de prosperidad, lo que se interpreta que en el siglo XXI se vive de espalda a la realidad.

En la economía del siglo XXI, los países en desarrollo siguen siendo los principales impulsores del crecimiento mundial y representan aproximadamente el 60% del crecimiento del PIB mundial del mundo, fruto de políticas macroeconómicas responsables. Pero la irracionalidad e incoherencia en la aplicación de estas en los países en vía de desarrollo explican en una alta proporción que el crecimiento del PIB se mantenga muy por debajo del 7%.

Es por estas razones que muchos, no economistas, destacan como alternativa viable el anacronismo de la llamada economía solidaria, basada en criterios caritativos, que excluye al ser humano de la esfera de producción y reproducción de la asistencia asociativa. ¡Apresúrate! En el contexto de un entorno económico y financiero difícil, se necesita un enfoque político más equilibrado, no solo para restaurar una trayectoria de crecimiento saludable a mediano plazo, sino también para lograr mayores avances en el desarrollo sostenible, y esto tiene que subordinarse a la impresionante revolución tecnológica, en un mundo que proyecta un 2050 con el 70% de la población mundial viviendo en áreas urbanas.

La consolidación de la "vieja" economía, desde el último tercio del siglo XIX hasta el estallido de la crisis de 1929, modificó la conformación de las sociedades en las que este proceso tuvo lugar. Dichas sociedades se urbanizaron y las ciudades que surgieron junto a los sistemas industriales abrieron espacios de consumo cada vez más diversificados. La diferenciación social dio lugar a la constitución de múltiples categorías sociales que conformaron organizaciones como fueron los sindicatos, que, en particular, jugaron un importante papel en la regulación de las condiciones de trabajo en las fábricas. De cierta manera, los contratos colectivos de trabajo fueron los esquemas que permitieron administrar en forma "racional", los que hasta su aparición habían sido procesos unilaterales, en manos de los dueños de las fábricas. Más tarde, la promulgación de textos legales trasladó el ámbito de esos esquemas a la esfera pública. También contribuyeron a generar cambios en la forma de operar de los sistemas políticos que, con la participación de electorados cada vez más amplios, pasaron a ser democracias de masas.

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