Ensayo Identidad

La contradicción vital del chileno: una frase muy escuchada

Hace algunos días me dio por vagar en la noche, terminé en el mismo lugar de siempre pero existía una pequeña diferencia, esta vez habían otras personas, algo distinto sucedía. En el escenario, dos caballeros hacían una “gala” al patriotismo; vestidos de huasos elegantes, con guitarra y acordeón, interpretaban tonadas y cuecas con temáticas que poco tienen de novedosas, contradictoriamente homenajeaban y adulaban a la región de Magallanes, como seudo independizándola del resto del país, mientras entre canción y canción explicaban lo que eran las cuartetas picantes y cuando se les ocurría una, ¡Dios mío Que vergüenza! Era la expresión más clara en los rostros del público, el mismo público que pasadas las horas y los tragos estaría gritando, C-H-I- L-E chichichi lelele viva chile!, para no irme por las ramas, quiero contar otros dos sucesos interesantes, yo, como buena universitaria no cuento con grandes fondos para costear mi embriaguez, y como suelo hacerlo, pedí la jarra de vino de la casa que está acomodada al bolsillo liviano, me miraron raro ( se atrevían porque era relativamente conocida) y me dijeron que no vendían vino, sólo “tragos nacionales” con su permiso me permito expresar una onomatopeya que se me viene a la mente, ja!, a dos lucas la piscola, que dado viene al caso, es peruana-yanqui y poco tiene de chilena, los huasos bebían whisky a destajo mientras interpretaban una cueca y decían: a ver quien sale a bailar esta cuequita!, se escuchaban entonces murmullos y risitas en este ambiente que ya se convertía en un hibrido inexplicable, nadie se paró a bailar, pero en esto entra al local un auténtico representante de nuestra clase obrera, de ropa gastada y cara de tono oscuro por los trabajos al aire libre, pelos tiesos y evidentemente embriagado con cañitas de vino, echa un vistazo y mientras esto hace y las miradas están evidentemente dirigidas hacia él y no precisamente como para invitarlo a alguna mesa, este hombrecillo oye de fondo nuestro baile nacional y de forma casi automática comienza a zapatear y contonearse como buen roto chileno, por supuesto una vez terminada la cueca se retira del local no sintiéndose muy a gusto y bajo el suspiro aliviado del conjunto de mujeres y hombres patriotas del local, el show termina con un VIVA CHILE y un llamado de atención a los que escuchan música extranjera: El siguiente número era de música Celta.

Y más vale explicar el hilo que une a Chile con los Celtas, Chile posee una hermosa isla llamada Chiloé, esta en un comienzo se llamó Nueva Galicia, los gallegos son en su mayoría descendientes de Celtas ¿se entiende?. Ojala que sí y que esta pequeña historia vivida hace no más de dos días atrás sea la perfecta introducción a este tema tan interesante y complejo: ¿qué somos en realidad? ¿qué pretendemos ser?.

¿Qué se entiende por identidad nacional?

En este tema hay distintas visiones y posturas.

La visión más tradicional concibe a la identidad nacional como un conjunto de rasgos más o menos fijos, vinculados a cierta territorialidad, a la sangre y al origen, como una esencia más bien inmutable constituida en un pasado remoto. A esta concepción purista se vinculan posturas como el esencialismo cultural o la visión dialógica de la cultura latinoamericana, esa visión que la percibe como una cultura conformada por una parte por lo autóctono, lo propio de raíz campesino o precolombino y, por otra, por lo letrado, lo europeo, lo extranjero. Desde este punto de vista, lo nativo adquiere un carácter de resistencia cultural frente a las amenazas de pérdida de identidad; se tiende así a concebir todo cambio de los rasgos constituyentes básicos como una pérdida de identidad o como una alienación. Por el contrario, si la identidad nacional no se define como una esencia incambiable, sino más bien como un proceso histórico permanente de construcción y reconstrucción de la comunidad imaginada que es la Nación, entonces las alteraciones ocurridas en sus elementos no implican necesariamente que la identidad nacional o colectiva se haya perdido, sino más bien que ha cambiado.

Nuestra identidad es como un resfrío mal cuidado provocado por un fuerte cambio de temperatura; explico, el proceso de creación o construcción de identidad en el país, fuertemente ligado al desarrollo del mestizaje y la aparición de personajes típicos como el roto chileno, ha sido mermado y obstruido por una serie de fuerzas históricas reales e imaginarias que han caído con una corriente de viento frío sobre un cuello tibio, provocando un fuerte desgarro y una desviación en las bases.

La identidad se compone dos elementos, uno imaginario, que no posee materia o sustancia que ha sido creado por los discursos de

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