Escuela Socialista

En un contexto en el que el País estaba inmerso y que era producto del pensamiento revolucionario, donde las masas pugnaban por la desaparición de clases y la desigualdad en el reparto de la riqueza, La Escuela laica, tan combatida antes, como suspirada hoy por los clericales, fue el primer vaguido del pensamiento contra la garra inquisitorial de la Colonia, el pensamiento que prevalecía estaba fundamentado sobre el riesgo de que las conquistas del pueblo, la Escuela, el Ejido y el Sindicato, se degradaran por la alianza, de los explotadores y del clero. Esta situación produjo un terreno fértil en el afianzamiento de la ideología socialista en la Escuela Mexicana mismo que pretendía dotar de un cimiento firme a aquellas conquistas. El maestro y el sistema educativo rural se transforman así en un instrumento insustituible de legitimación y consenso, es decir de hegemonía, buscando que las escuelas y los docentes fueran los portavoces de las políticas del Estado.

Los años treinta se caracterizan por una ofensiva y un auge en la lucha de clases cuyas explicaciones inmediatas se encuentran en dos elementos que se conjugan circunstancialmente: por un lado la crisis del 29 y los limitados resultados que el reparto agrario ha alcanzado en los primeros años de dicha década; por otro, en la ausencia de instituciones estatales capaces de controlar al movimiento de las masas.

Las finalidades concretas que la escuela socialista quería adoptar en México, eran varias, tenemos la primera que es una finalidad política, la segunda debe ser económica, la tercera ha de ser social, la cuarta será racionalista y una quinta finalidad es la cultura, es decir, la escuela debe preparar un nuevo tipo de hombre que sepa gozar y disfrutar de la riqueza cultural en todas sus formas.

La imagen que se tenía de la misión del maestro era que no ha de concretarse en el recinto de la Escuela, su misión en el orden social exigía su colaboración para el cumplimiento integral del programa de la Revolución. “El maestro rural es el guía del campesino y debe interesarse por el mejoramiento de los pueblos. El maestro ha de auxiliar al campesino en su lucha por la tierra y el obrero en la obtención de los salarios que fija la ley para cada región”. Situación que a todas luces colocaba al maestro en el principal gestor de los intereses de los desposeídos y desde luego un “agitador” para quienes veían afectados sus intereses económicos.

En el mismo espíritu que prevalecía de proteger a las instituciones y consolidar la hegemonía prevaleciente se da forma al artículo tercero de la constitución, que establece la escuela socialista, y cuyas disposiciones, indudablemente tienden a modelar el espíritu del mexicano, presentado a continuación:

ARTICULO 3° “La educación que imparta el Estado será socialista, y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá el fanatismo y los prejuicios para lo cual

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