Identidad, cultura o politica

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Identidad: cultura o política.

“Se nos acusa con frecuencia de ser pueblos sin memoria. Es una afirmación genérica, por lo mismo temeraria, pero en muchos casos cierta. En artes plásticas, hemos vivido polarizados entre enquistarnos en el pasado o bórralo de un plumazo” he querido iniciar el presente ensayo con esta cita debido a que representa muy bien la forma en que nos hacemos cargo de nuestra identidad Latinoamérica, la cual, cada quien define como más le acomode, hay quienes, miran nuestro pasado indígena con tanto orgullo y lo hacen propio como si siguiéramos siendo lo que en algún momento habito en estas tierras, y otros que lo reniegan por completo y miran hacia Europa como si fuéramos parte de ella, sin percatarse de que nuestro alrededor es muy distinto y en cuanto a nuestro contexto social  y político se abre una gran brecha que nos separa inmensamente de estas naciones mucho más desarrolladas, las preocupaciones que estos presentan son muy diferente, al igual que sus raíces.

Hemos olvidado que no somos solo uno, o, lo otro sino más bien una mezcla  de ambas, y no podemos pensarnos a nosotros mismos sin una de ellas, basta con ver a quienes nos rodean, donde encontramos una exquisita conjugación de colores, rasgos, tradiciones, imaginarios culturales y artísticos. Pero con esto tampoco quiero decir que somos como una operación matemática donde uno más uno son dos, si no que más bien debemos encontrar un camino que no las niegue, si no que recoja lo que mejor nos representa de estas. Además no se debe olvidar que diversas culturas también se han hecho presente en nuestra Latinoamérica como lo es la llegada de la cultura africana, y posteriormente también la asiática. Esto claramente va enriqueciendo nuestra cultura la cual ha ido evolucionando y complejizándose.

Todos los factores anteriormente nombrados deberían ser tomados en cuenta para crear una representación artística que hable de nuestra identidad, la cual se ve tan dispersa, y difícil de hallar. si pensamos en ello, no hay soluciones fáciles, y la única salida pareciera ser la educación tanto en el arte como en la historia y en la literatura, darle a esta un sentido latinoamericano, ensalzando, nuestra geografía, nuestros climas tan variados, la alegría que siempre ha relucido en estas tierras, donde nuestra mayor fuerza es el espíritu, el cual numerosas veces nos ha salvado de elementos que parecen ser mucho más poderosos, y es aquí de donde podremos sacar material para creer una imagen netamente nuestra, la cual no tendría nada que envidiar a la conceptualización Europea o a la elegancia asiática.

Si bien como he mencionado este camino no es fácil y es debido a la vaga información que se maneja de nuestra historia, tema tan hermosamente descrito por Bayón:

“ellos(los europeos) se sentían hartos de historia y nosotros padecemos de una avitaminosis de historia. Estamos en plena decadencia de raíces y de fundamentos, y para hacernos los grandes tenemos que improvisarnos un pasado esperando que nos dejen improvisar el porvenir”.

Pero también es cierto que habitamos los mismos paisajes que habitaron nuestros antepasados indígenas, y aun, aunque pocas conservamos ciertas características de su antigua cultura, y esto queda en evidencia al mirar nuestra artesanía y nuestras tradiciones, que si bien varias de ellas provienen de otros continentes se ven profundamente afectadas por estas influencias, y en algún momento debemos capaces de extraer esta esencia que se encuentra en estas tierras y en aquellos que lo habitan, como lo logró Tarsila do Amaral, y el grupo antropofagia, y este sirve de ejemplo para poder dilucidar  una senda que nos permita encontrar la forma de ir fusionando los distintos aportes de las diversas fuentes que se poseen.

Pero en contra posición el arte latinoamericano se caracteriza por el hecho de estar plenamente presente en el mundo del arte actual sin, necesariamente, tener que definirse como latinoamericano, ésta es una denominación para artistas que vienen de un continente muy diverso. Hoy es casi una categoría geopolítica, más que una identidad cultural. Sin embargo, a mi parecer creo que hay una historia en común y una condición continental que definen ciertas preocupaciones y sensibilidades difusamente reconocibles, y muchas de ellas se orientan a una revisión de la historia y de la posición y rol de América Latina en el mundo moderno. Su identidad no es real si se piensa en términos de estilo y es que hubo una época en que casi se podía afirmar que esta identidad sí existía, al menos en las tradiciones pictóricas. En las prácticas artísticas contemporáneas ya no hay denominación de origen. Pero aquello que marca los últimos años el arte latinoamericano es la interconexión de escenas locales aisladas entre sí durante décadas, la incorporación de muchos artistas a los circuitos internacionales y el crecimiento de las diásporas de artistas en Europa y Estados Unidos. A esto habría que sumarle la sensación de pertenencia ya no a una comunidad idealizada por los proyectos del pasado, pero a un bloque geopolítico complejo, en plena convulsión y emergencia. 

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