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Introducción a la historia cultural


Enviado por   •  9 de Mayo de 2019  •  Reseñas  •  1.313 Palabras (6 Páginas)  •  123 Visitas

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Estudiante: Miguel Saldarriaga.

Docente: Galaxis Borja.

Asignatura: Introducción a la historia cultural.

Resumen:

Bello, Kenya. “Una biblioteca para artistas. La Academia de San Carlos y la lectura pública (1785-1843)”, Estantes para impresos, espacios para los lectores, siglos XVIII - XIX. México: Instituto Mora, 2017, (215-248pp).

Para el siglo XVIII, surgieron nuevos centros del saber laicos, lo que multiplicó las comunidades lectoras de la ciudad de México. Con esto se pretendió estudiar las prácticas de interrelación entre el escenario y la manera como estos espacios han sido concebido a lo largo del tiempo (p. 215). De esta forma, Bello determinó como objeto de estudio a la biblioteca de la Academia San Carlos y así, explicar cómo se consideró una expresión de las prácticas y políticas borbónicas relacionadas con la lectura. Ya que, las huellas del uso de lo impreso permiten percibir que la biblioteca se concibió como el establecimiento de la norma bibliográfica bajo parámetros académicos y no gremiales (p. 216).

En consecuencia, para la presente investigación se consideró cinco apartados de estudio. Primero, se describe cual era la concepción y el uso de las bibliotecas emparentadas con la evolución de la biblioteca real en el siglo XVIII; Segundo, se expone los rasgos de las políticas de lectura de la corona y la relación de los usos laicos de la biblioteca; Tercero, se entrelaza los elementos del proceso de constitución de una biblioteca para la Academia de San Carlos entre 1875 y 1843; Cuarto y quinto, explica sobre los libros y las condiciones en las que circularon en la Academia para reconstruir el fondo de origen de la biblioteca y percibir como se entendió y funcionó este espacio (p. 217).

En el primer apartado, denominado las mutaciones de la biblioteca se determinó que en época de los Austrias, Felipe II ordenó reservar un espacio en  el Escorial para la biblioteca regia dentro del monasterio. Es así, que se forma el primer recinto de este tipo dentro de la monarquía hispánica. Sin embargo, en 1592 la biblioteca se pensó solo como un depósito de libros valiosos, y no como un lugar de trabajo o consulta, ya que los estantes exhibían libros solo para contemplarse. En el siglo XVIII, la biblioteca real sufrió modificaciones sustanciales, pues Felipe V ordenó su traslado a Madrid para ubicarse en el pasadizo que iba del palacio real al convento La Encarnación (p. 219).

El nuevo espacio madrileño fue considerado público por el financiamiento de la corona, ya que permitía a los eruditos y letrados del reino solicitar la consulta del fondo. El proyecto de la “librería pública de su majestad” se vinculó con el impulso de la imprenta real y la publicación de libros por parte de la corona. Y con Fernando VI y Carlos III se abrieron espacios que estimularon las manifestaciones culturales y artísticas, con el fin de proporcionar conocimiento útil para el gobierno y engrandecimiento de la monarquía (p. 220).  

En el segundo apartado denominado “los borbones y la lectura pública”, se refiere a que en el último tercio del siglo XVIII, la monarquía impulsó una serie de transformaciones en todos los niveles educativos (p. 220). De esta forma el consejo de Castilla discutió y legisló sobre la “utilidad pública” de la biblioteca y consideró que necesitaban súbditos instruidos y útiles, además de obedientes y creyentes. De idéntica forma, el mundo de los impresos sufrió una modificación para de atraer más rentas a la corona (p. 221). Por eso se incentivó una reforma pedagógica, con lo que se crearon nuevas instituciones para el fomento y desarrollo de las letras. De esta forma las sociedades de amigos del país fundaron nuevos centros del saber bajo el control de la corona (p. 222).

Para América la reforma y la fundación de instituciones reales no siguieron los mismos patrones que en España. Sin embargo, en Nueva España se fundaron la Academia de San Carlos (1783) y otros colegios, con el objetivo de cubrir las áreas descuidadas por los centros novohispanos. Ya que eran prioritarias para el bienestar económico y social de la monarquía (p. 222), con la creación de estos institutos, la planta académica intervino en la selección de los materiales que consideraron necesarios para conformar el acervo de las nuevas bibliotecas (p.223).

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